Hace ahora 75 años que murió, el 12 de mayo de 1949, el intelectual matancero Fernando Lles Berdayes, ensayista, conferencista, poeta y profesor, cuyo quehacer trascendió el contexto de su natal Matanzas.
El nombre de Fernando aparece muy estrechamente vinculado al de su hermano Francisco siempre que nos refiramos a su producción poética. De conjunto publicaron los libros de versos Crepúsculos (1909), Sol de invierno (1911) y Limoneros en flor (1912). Un cuarto cuaderno, A orillas del Pireo, quedó inconcluso por la muerte prematura de Francisco (1888-1921). En el siguiente fragmento prevalece la nota melancólica:
Hay silenciosas luchas y largas agonías.
Me abstraigo y soy objeto, soy cosa; todo reza;
en sí mismo se acoge todo con su tristeza,
y hay un triunfo de sombras y de melancolías.
Sin embargo, no es precisamente por su quehacer poético por lo que más trasciende Fernando Lles Berdayes, sino por su labor como conferencista y ensayista de temas en los que la filosofía suele estar presente.
Fernando nació en Ceiba Mocha, provincia de Matanzas, el 31 de agosto de 1883 y su nombre quizá no diga mucho al lector de hoy, pese al prestigio alcanzado a lo largo de la primera mitad del siglo XX.
De niño fue llevado por los padres a España, a Oviedo, donde hizo los estudios primarios. De regreso a Cuba cursó los estudios de bachillerato, de los cuales se graduó tardíamente, en 1918. Pero mucho antes comenzaron a aparecer sus colaboraciones poéticas en la prensa matancera.
Hacia 1920 abandona el periodismo (había fundado y dirigido algunas revistas locales) y se dedica hasta su muerte a la actividad de los seguros. Las colaboraciones en la prensa incluyeron publicaciones nacionales, pero además costarricenses, venezolanas y argentinas.
Entretanto, se graduó de Procurador Público en 1928; impartió clases de Historia y de Geografía en el Instituto de Segunda Enseñanza de Matanzas y también fue secretario de la Administración Municipal de esa ciudad.
Fernando y Francisco Lles son figuras relevantes dentro del grupo de escritores matanceros reunido en torno a su personalidad más distinguida, el poeta Bonifacio Byrne. En el caso de Fernando, perteneció además al Ateneo de Matanzas, al Grupo Minorista de allí, a la Academia Nacional de Artes y Letras, y a otras instituciones tanto nacionales como extranjeras.
Después de cesar su producción poética, publicó en 1921 el volumen de ensayos La higuera de Timón, con prólogo de Medardo Vitier, al que sucedieron La metafísica en el arte, conferencia pronunciada en julio de 1922; La sombra de Heráclito, 1923; La escudilla de Diógenes, 1924; El individualismo, y algunos textos más. También dejó varios inéditos.
Se afirma que en los libros de Fernando Lles hay un manejo preciso del pensamiento griego, las frases y los diálogos han sido bien seleccionados y representan con realismo la época, son también reveladores de una inteligencia y un conocimiento dispuestos seriamente para la creación filosófica.
En términos generales, la obra de este autor —la poética y el ensayo filosófico— se mueve dentro de un estado de ánimo en que impera cierta tristeza, escepticismo resultante del hastío de Lles, rebelde de espíritu, que no halla otras maneras de expresar su decepción contra el imperio de los convencionalismos.
Pero, con todo, Fernando Lles es una figura interesante, y un olvidado más de nuestras letras, al cual hoy evocamos.
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