Dentro de las actividades programadas en el VI Encuentro Internacional de Promotores de la Poesía, la figura de Fina García Marruz ha tenido merecido protagonismo. La poeta cubana es una de las figuras homenajeadas en esta edición de la Feria Internacional del Libro. El panel de homenaje «Un puente hacia el Origen», celebrado en la Casa de la Poesía, contó con la presencia de relevantes figuras de nuestras letras.
Araceli García Carranza, gran bibliógrafa cubana que también se incluye en las dedicatorias del evento, fue una de las ponentes. La acompañaron Marlene Vázquez, directora del Centro de Estudios Martianos; Josefina de Diego, escritora, poeta y sobrina de Fina; Gretchel Lima, integrante del equipo encargado del espacio en el Centro Histórico para honrar la memoria de la familia Vitier-Marruz; y Roberto Méndez, poeta, narrador, ensayista y estudioso del Grupo Orígenes.
Aracely, quien tuvo la dicha de compartir espacio en la Biblioteca Nacional con Fina y Cintio Vitier, ante la imposibilidad de separar en sus palabras al uno del otro, habló sobre ambos. «Coincidimos en el Departamento Colección Cubana desde el año 1962. Después yo fui jefa de ese departamento hasta 1979. Me convertí en jefa de quienes no necesitaban jefatura». La bibliógrafa mencionó la inauguración, por iniciativa de la pareja, de la Sala Martí, antecedente del Centro de Estudios Martianos; y recordó cómo: «Fina dirigía las visitas en la Sala, crecía ante quiénes la escuchaban y mientras hablaba se transformaba. Sus clases resultaban una cátedra de ética. Para Fina, ser martiana, y así se lo escuché en ocasiones, suponía ser bueno y útil, por encima de intereses personales».
Por su parte, Marlene Vázquez se autodefine como deudora de un legado. Comentó que Fina y Cintio iniciaron el proyecto investigativo de la Edición Crítica de las Obras Completas de José Martí, de las que, actualmente, se han publicado hasta el tomo 29: «Lo iniciaron con máquinas de escribir y fichas de papel, sin tecnologías de apoyo, y es asombroso. El hecho de que ambos estuviesen tocados por el don de la poesía hace que esas investigaciones alcancen un matiz extraordinario».
Según Josefina, quien se refirió a aspectos más familiares e íntimos, a su tía le encantaba bailar, y disfrutaba mucho el repertorio de música norteamericana de los años 20 a los 50: «Ella tenía una especialidad. En algún momento de la tarde, cuando nadie lo esperaba, se paraba en medio de la sala a bailar tap. Nadie se puede imaginar a Fina García Marruz bailando tap, pero lo hacía espléndidamente». Contó también, como durante los últimos tiempos Fina se refería a Neptuno 308, la casa en la que había vivido unos 50 años. «Cualquiera que lea su poesía en Miradas perdidas, Visitaciones y La Habana del centro, se puede dar cuenta de los muchos recuerdos de infancia y de primera juventud puestos ahí». Ella, rememoró la escritora, en esos años finales repetía muchos versos, pero con particular insistencia unos que les dedicara Gastón Baquero el día de su santo: «Un caballito trotero, unas flores amarillas, un libro con tres orillas y retrato de platero».
Todo aquel que se aproxime a la memoria de Fina, a sus archivos, no podría dejar de sorprenderse de su calidad y profundidad como ensayista. Y según confesó Gretchel Lima, ella «consideraba que nunca había escrito un ensayo». Para Fina, concluyó la panelista, «la escritura era algo que emanaba de la misma fuente y que corría hacia el mismo lugar».
Precisamente la obra de Fina García Marruz, consideró Roberto Méndez, siempre «va más allá, al volcarse sobre la cuestión del ser humano y sus relaciones con lo trascendente. Una obra que se sostiene por sí misma. Cuando uno se acerca a su poética se encuentra con algo muy atractivo. Una de las cosas que permite es aislar un texto en vez de intentar un panorama apresurado».
Y citó a Fina: «Nunca he sentido la belleza como una cualidad que puedan tener o no tener las cosas sino como su esencia constante sosteniéndolas, que puede revelársenos o no. Por esto la poesía y “lo poético” me parecen en realidad cosas antitéticas. Lo que encuentro “poético” está ya limitado por mi particular elección o propósito embellecedor. Es algo demasiado excluyente, caprichoso, temperamental. La belleza, o lo es todo, o sería la misma cosa que la injusticia».
Eso aplica Fina a lo largo de su poesía tan generosamente extensa, destacó Méndez, para concluir: «Creo que entre los ejemplos más notables del siglo XX cubano de poesía cercana a la filosofía no está solo Lezama, no es sola la de Cintio, es también la de Fina, y en un alto grado».
El encuentro terminó con la presentación del coro vocal femenino Luna y la interpretación del poema «A la muerte de una heroína de la patria», de Fina García Marruz, dedicado a Haydée Santamaría. Siguió una pequeña tertulia literaria con poetas invitados entre los que se encontraban los cubanos Jorge García Prieto, Luis Enrique Mirambert, Reinaldo Zaldívar, Raúl Leyva, los mexicanos Balam Rodrigo y Sonia María Jiménez González, y la argentina Romina Funes.
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