Como ya es costumbre, el encuentro Internacional de Promotores de Poesía que auspicia la Casa de la Poesía dentro del marco de la Feria Internacional de La Habana, reunió a diferentes creadores de América, Europa y Asia. Este IV encuentro, conducido por Natalia Ruiz Galiano, sostuvo un panel en el Centro Hispanoamericano cuyo tema fue «Alternativas de difusión poética mediante las nuevas tecnologías».
Yaremis Pérez, directora de Cubaliteraria, hizo un pequeño bosquejo sobre el lugar donde dirige y trabaja. Fundada en el 2000, ha sido pionera en Cuba en los soportes digitales. A 20 años de creada apuesta por el libro digital en diferentes formatos digitales: PDF, ebooks, multimedia, aplicaciones para móviles.
Cubaliteraria cuenta ahora con una página renovada, hecha a la expectativa del internauta, soportable para celulares, como no se podía pensar en tiempos atrás donde tampoco había entre los programadores una cultura digital. (Visítela).
Por su parte, el proyecto Cuba digital, creado en 2018, agrupa a diferentes instituciones que apuestan por este soporte, abriendo nuevos horizontes de visibilidad para quienes vemos en este medio, nuevas alternativas a la lectura.
El promotor Luis Amaury Rodríguez, asiduo ya en estos foros, comentó sobre los ebooks, su experiencia en Pinar del Río, donde le fue más difícil promover algo nuevo. Volvió a poner el dedo en la llaga sobre el desafío de lograr una política y una mentalidad informática no lastrada por la burocracia y que conciba al libro digital como un producto comerciable, por tanto vendible y objeto de consumo sustentable.
Javier Castillo habló de la promoción de la lectura desde las redes sociales. Enfatizó la necesidad de saber el impacto que tiene tu libro, qué tipo de personas y cuántos lo leen. Ofreció herramientas de plataformas como: IVOOX, donde puedes colgar tu audio de cualquier entrevista y de ELCATRE, donde se pueden «enganchar» los libros.
Este joven internauta piensa que un artista de hoy no puede estar escondido, exiliado, y nos dejó varias preguntas cuestionadoras e importantes: lo primero es que uno debe saber qué es lo que quiere: ¿mercado o arte?, ¿qué es una obra: la que se exhibe o la que se comparte?, para concluir: «El libro es un bien cultural y solo quiere ser leído».
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