Acerca del autor
Francisco Gómez de Quevedo y Villegas (Madrid, 17/9/1580- Villanueva de los Infantes, Ciudad Real, 8/9/1645). Escritor español que cultivó todos los géneros literarios de su época. Hombre de acción envuelto en las intrigas más importantes de su tiempo, era doctor en teología y conocedor de las lenguas hebrea, griega, latina y moderna. Destacaba por su gran cultura y por la acidez de sus críticas; acérrimo enemigo personal y literario del culterano Luis de Góngora, otro gran poeta barroco español. Quevedo se identificó siempre por un humorismo amargo y un implacable talento satírico. Con él culmina el barroquismo literario español. Fue uno de los autores más representativos del conceptismo y una de las figuras más notables del Siglo de Oro español.
La obra poética de Quevedo fue publicada después de su muerte. Se agrupó en El Parnaso español (1648) y Las tres últimas musas (1670), que trata sobre temas amorosos, satírico-burlescos, ascéticos y políticos. También explora otros temas como el poder del dinero, la presunción de las viejas o los maridos que consienten los engaños de sus mujeres. En el tema amoroso se recoge lo mejor de su producción poética.
Fue, además, un prosista notable, uno de los mejores de la literatura castellana. Su obra, de naturaleza diversa, recoge los mismos temas que trata en su poesía: de tema político, como en Política de Dios, gobierno de Cristo, tiranía de Satanás (1626) o La vida de Marco Bruto (1644); de tema ascético-filosófico, con influencia de Séneca, sobre la brevedad de la vida, el paso del tiempo y la muerte, como en La cuna y la sepultura (1635), Las cuatro pestes del mundo (1651), Providencia de Dios (1641) o Vida de San Pablo (1644); de tema festivo, como en Castas del caballero de la tenaza (1625); de tema satírico-moral, como en Los sueños (1627), en la que el autor pasa revista a los tipos y costumbres de la época valiéndose del recurso del «sueño» o «visión», entre ellos destacan el Sueño de las Calaveras y El Mundo por dentro; y político-moral, como la Epístola censoria al conde-duque de Olivares. Escribió una de las más famosas novelas picarescas: Historia de la vida del buscón llamado Don Pablos (1626), que supuso la culminación artística del género, y donde se ofrece una visión grotesca y amarga, con intención cómica, del ambiente picaresco.
Era un lector insaciable. Siempre viajaba acompañado de numerosos libros. Cuando murió tenía una magnífica biblioteca con más de 5.000 volúmenes en su vivienda familiar de la Torre de Juan Abad (Ciudad Real).
A continuación algunos de sus poemas más conocidos.
Fragmentos de su obra
Amor constante más allá de la muerte
Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que me llevare el blanco día;
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lisonjera;
mas no de esa otra parte en la ribera
dejará la memoria, en donde ardía;
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley severa.
Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
medulas, que han gloriosamente ardido,
su cuerpo dejará, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrán sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.
Definición de amor
Es hielo abrasador, es fuego helado,
es herida que duele y no se siente,
es un soñado bien, un mal presente,
es un breve descanso muy cansado.
Es un descuido que nos da cuidado,
un cobarde con nombre de valiente,
un andar solitario entre la gente,
un amar solamente ser amado.
Es una libertad encarcelada,
que dura hasta el postrero paroxismo;
enfermedad que crece si es curada.
Este es el niño Amor, este es su abismo.
Mirad cuál amistad tendrá con nada
el que en todo es contrario de sí mismo.
(represéntase la brevedad de lo que se vive
y cuán nada parece lo que se vivió)
«¡Ah de la vida!»… ¿Nadie me responde?
¡Aquí de los antaños que he vivido!
La Fortuna mis tiempos ha mordido;
las Horas mi locura las esconde.
¡Que sin poder saber cómo ni adónde
la salud y la edad se hayan huído!
Falta la vida, asiste lo vivido,
y no hay calamidad que no me ronde.
Ayer se fue; mañana no ha llegado;
hoy se está yendo sin parar un punto:
soy un fue, y un será, y un es cansado.
En el hoy y mañana y ayer, junto
pañales y mortaja, y he quedado
presentes sucesiones de difunto.
A una rosa
Ayer naciste, y morirás mañana.
Para tan breve ser, ¿quién te dio vida?
¿Para vivir tan poco estás lucida,
y para no ser nada estás lozana?
Si te engañó su hermosura vana,
bien presto la verás desvanecida,
porque en tu hermosura está escondida
la ocasión de morir muerte temprana.
Cuando te corte la robusta mano,
ley de la agricultura permitida,
grosero aliento acabará tu suerte.
No salgas, que te aguarda algún tirano;
dilata tu nacer para tu vida,
que anticipas tu ser para tu muerte.
A una nariz
Erase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa,
érase una nariz sayón y escriba,
érase un peje espada muy barbado.
Era un reloj de sol mal encarado,
érase una alquitara pensativa,
érase un elefante boca arriba,
era Ovidio Nasón más narizado.
Erase un espolón de una galera,
érase una pirámide de Egipto,
las doce Tribus de narices era.
Erase un naricísimo infinito,
muchísimo nariz, nariz tan fiera
que en la cara de Anás fuera delito.
Soneto a Luis de Góngora
Yo te untaré mis obras con tocino
porque no me las muerdas, Gongorilla,
perro de los ingenios de Castilla,
docto en pullas, cual mozo de camino;
apenas hombre, sacerdote indino,
que aprendiste sin cristus la cartilla;
chocarrero de Córdoba y Sevilla,
y en la Corte bufón a lo divino.
¿Por qué censuras tú la lengua griega
siendo sólo rabí de la judía,
cosa que tu nariz aun no lo niega?
No escribas versos más, por vida mía;
aunque aquesto de escribas se te pega,
por tener de sayón la rebeldía.
Con información a partir de Ecured y Cultura educativa
Visitas: 80
Deja un comentario