
En la mañana de este 16 de febrero en la sala Nicolás Guillén, de la fortaleza San Carlos de la Cabaña, tuvo lugar el coloquio en homenaje a Francisco López Sacha, narrador, ensayista y profesor de arte a quien está dedicada este año la 32 Edición de la Feria Internacional del Libro de La Habana.
Con un recorrido por su trayectoria literaria, docente y humana, en una suerte de revisitación de su vida y su obra, transcurrió el panel, moderado por Yanelys González, directora de la Editorial Letras Cubanas e integrado por los escritores Dazra Novak y Waldo Leyva, quienes acompañaron al homenajeado en este encuentro en el que, además, se presentó su novela, Voy a escribir la eternidad, con la que obtuvo el Premio Alejo Carpentier en ese género el pasado año.
Dazra Novak, narradora y directora del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso, recordó sus tiempos como alumna de esta institución, de la que Sacha fue fundador, las enseñanzas del escritor/maestro que los hizo analizar en clave musical textos canónicos de Alejo Carpentier y que, al decir de Dazra, es «el escritor más musical que tengamos entre nosotros». Leyendo este libro que se presenta hoy, —comentó Dazra—, sentí como si no hubiera aprovechado al máximo mi tiempo vital y que, por el contrario, Sacha había sido capaz de llenar su molde al máximo en las circunstancias que ha tenido a lo largo de la vida, a través de múltiples saltos temporales que te llevan desde su Manzanillo natal pasando por el apartamento de John Lennon en Nueva York y hasta la actualidad.
Es un libro muy hermoso que entra en otras zonas históricas, de procesos culturales vividos en nuestra nación. Todo el tiempo el libro está siendo atravesado por cuestionamientos filosóficos: ¿Qué es el arte? ¿Qué es la cultura? ¿Qué es la poesía? ¿Qué es la música y hasta dónde nos lleva? que tienen como colofón la interrogante de si es posible atrapar la eternidad se puede atrapar, si se puede encerrar en un libro, si la podemos comunicar y transmitir. Para descubrir las respuestas de Sacha a estas inquietudes, concluyó, es necesario aventurarse a la lectura de este libro fascinante.
Por su parte, el poeta cubano Waldo Leyva evocó la creatividad y talento de López Sacha, su amor por Manzanillo, la ciudad que lo vio nacer; y toda una serie de símbolos musicales, pedagógicos, culturales y políticos defendidos por el hoy también crítico y ensayista, incluso desde que era un joven alumno de la escuela de Letras. Rememoró algunas anécdotas de Sacha, sobre todo aquellas en las que decía, siendo muy joven, que no quería escribir, sino que las ideas que se le ocurrían las regalaba para que las escribieran otros. Quién diría que, tantos años después, sería un autor con una obra tan amplia. Al finalizar, resaltó esa facultad muy criolla de Sacha de hablar de lo más alto de la filosofía y relacionarlo con Benny Moré.
La mañana concluyó con las palabras de agradecimiento de Sacha, también llenas de remembranzas y evocaciones a la cultura y la literatura de nuestra nación. Compartió además su concepto de eternidad, que no somos sino nosotros mismos, simplemente porque nadie va a repetir nuestra vida. «La eternidad es inescribible: sólo podemos escribir nuestra eternidad, nuestras memorias».
Al concluir, Yanelys González Leyva le entregó el sello que identifica a la editorial, como homenaje y reconocimiento a su obra literaria.
Entre la amplia bibliografía de López Sacha se encuentran títulos imprescindibles de nuestras letras como La división de las aguas, El cumpleaños del fuego, Análisis de la ternura, Dorado mundo, Pastel flamante, El que va con la luz, Prisioneros del rock and roll y El más suave de todos los veranos, algunos de los que estarán disponibles en esta Feria, tanto en formato impreso como digital.
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