Mucho se ha escrito sobre Franz Kafka, uno de los creadores más leídos, traducidos e influyentes de la literatura universal en el siglo XX. Vale, sin embargo, revisitar brevemente su vida y obra al cumplirse 141 años de su nacimiento, el 3 de julio de 1883, en Praga, entonces parte del Imperio Austrohúngaro.
Franz fue el primero de los seis hijos del matrimonio formado por Hermann Kafka, de procedencia checa, y Julie Löwy, perteneciente a la minoría de lengua alemana asentada en Praga. La posición acomodada de la familia permitió que el joven Kafka asistiera a los mejores colegios de la ciudad; se graduó de bachillerato en 1901 y comenzó estudios de Química que abandonó, como también lo haría con los de historia del Arte y Filología alemana. Presionado por su padre, estudió Derecho y obtuvo el doctorado en leyes el 18 de junio de 1906, en la Universidad Alemana de Praga.
Mientras estudiaba Derecho, Franz participaba en actividades literarias y teatrales. En el primer año de la carrera conoció a Max Brod, con quien entabló una amistad que iba a durar toda la vida. Brod creía en el genio literario de su amigo y lo animaba a escribir y publicar; su mediación hizo posible la primera edición de un libro de Kafka en la entonces joven Rowohlt Verlag de Leipzig.
Al terminar sus estudios, Kafka trabajó en tribunales civiles y penales; luego pasó a la agencia italiana Assicurazioni Generali, que se ocupaba de seguros por accidentes laborales. En 1908 comenzó a trabajar en la compañía Arbeiter-Unfall-Versicherungs-Anstalt für Königsreich Böhmen (Empresa de seguros por accidentes laborales del Reino de Bohemia). Allí evaluaba compensaciones por lesiones a trabajadores, procesaba reclamaciones e investigaba apelaciones de empresarios. Su horario de trabajo concluía a las 2 de la tarde, y esto le permitía dedicar el resto de su tiempo a la escritura.
El relato Das Urteil («La condena») se publicó en 1913; en él, un padre viejo y enfermo recobra de repente su vitalidad y autoridad opresiva para maldecir a su hijo. Die Verwandlung (en español La metamorfosis o La transformación), publicada originalmente en 1915, es un relato con extensión de noveleta, que narra el cambio operado en la vida del joven Gregorio Samsa, un sencillo viajante de comercio, cuando al despertarse una mañana, tras un sueño intranquilo, se encontró en su cama convertido en un monstruoso insecto.
En 1919 se publicaron In der Strafkolonie (En la colonia penitenciaria) y el volumen de relatos Ein Landarzt (Un médico rural). Las restantes obras de Kafka no fueron publicadas en vida del autor; a pedido suyo, todo lo que había escrito debía ser destruido tras su muerte por su amigo y albacea Max Brod. Pero este, desobedeciéndole, salvó y editó sus manuscritos, entre los que se incluían obras fundamentales como El proceso y El castillo.[1]
En nota al prólogo de La metamorfosis, publicado hace poco en el portal Cubaliteraria, Jorge Luis Borges comenta:
Ya inmediata la muerte, Virgilio encomendó a sus amigos la destrucción de su inconclusa Eneida, que no sin misterio cesa con las palabras Fugit indignata sub umbras. Los amigos desobedecieron, lo mismo haría Max Brod. En ambos casos acataron la voluntad secreta del muerto. Si este hubiera querido destruir su obra, lo habría hecho personalmente; encargó a otros que lo hicieran para desligarse de una responsabilidad, no para que ejecutaran su orden. Kafka, por otra parte, hubiera deseado escribir una obra venturosa y serena, no la uniforme serie de pesadillas que su sinceridad le dictó.[2]
Kafka relata los sucesos de manera sobria y sin ornamentos; el estilo objetivo y frío de la narración debe contribuir a que el lector acepte lo asombroso e inexplicable de los hechos narrados. El absurdo que rodea a los personajes, la indefensión del individuo ante los mecanismos del entorno social, propician un mundo peculiar y a veces disparatado, que hoy responde al calificativo de «kafkiano». Entre 1933 y 1945, Kafka fue incluido por los nazis en la lista de autores prohibidos, y sus libros fueron quemados bajo la acusación de ser «material dañino e indeseable».
La relación con su autoritario y despótico padre marcó la vida de Kafka y se reflejó en sus escritos, particularmente en la Carta al padre (1919), nunca enviada a su destinatario y publicada póstumamente.
La editorial española Galaxia Gutenberg publicó en 2018, bajo el título Franz Kafka. Cartas 1900-1914, el epistolario completo de Kafka, reunido y anotado por Hans-Gerd Koch, en traducción de Adam Kovacsics. Además de las Cartas, la misma editorial ha publicado hasta 2018 cuatro volúmenes de las obras completas de Kafka en castellano: sus novelas, diarios, narraciones y otros escritos.
La correspondencia de Kafka es parte de su legado literario, en especial las Cartas a Felice y las Cartas a Milena, dirigidas a dos de las mujeres con quienes tuvo relaciones amorosas, perturbadas estas por las dudas existenciales y el miedo a no poder dedicarse por completo a escribir. Con Felice Bauer, una joven de familia pequeñoburguesa, comenzó Kafka en 1913 un noviazgo con intervalos de separaciones, que continuó hasta 1917, año en que la relación se rompió definitivamente. Kafka escribió al padre de Felice:
(…) todo mi ser se centra en la literatura, y hasta los 30 años he mantenido ese rumbo a rajatabla; si alguna vez lo abandono, dejaré de vivir. De ello deriva todo cuanto soy y no soy. Soy taciturno, insociable, malhumorado, egoísta, hipocondríaco y realmente enfermizo. ¿Cómo ha de vivir su hija con un hombre así, que ha dejado toda distracción a fin de conservar las energías justas para dedicarse en exclusiva a la literatura?[3]
El romance de Kafka con la traductora y periodista praguense Milena Jesenská duró menos de un año, pero la amistad entre ambos se mantuvo hasta la muerte de él en 1924. Milena fue la primera traductora de Kafka al checo y la depositaria de sus «Diarios», que abarcan desde 1909 hasta 1923 y contienen notas personales, reflexiones autobiográficas, proyectos de narraciones, aforismos y numerosos fragmentos literarios.
En 1917 Kafka presentó los primeros síntomas de tuberculosis. Su salud se fue deteriorando cada vez más, y se vio obligado a pasar largas temporadas en diversos sanatorios. En uno de estos conoció a su último amor, Dora Diamant, que se convirtió en su compañera de vida y estuvo junto a Kafka hasta que él falleció en Kierling, Austria, el 3 de junio de 1924.
Ernst Krenek y Theodor Adorno musicalizaron textos de Kafka; varias de sus creaciones fueron llevadas a la ópera, como El proceso (Gottfried von Einem, 1953), y El castillo (Rainer Kunad, 1960-61). Existen versiones teatrales de estas y otras obras. Son célebres las adaptaciones cinematográficas de El proceso (Orson Welles, 1962) y El castillo (Michael Haneke, 1996). Una interesante aproximación biográfica es el filme argentino Los amores de Kafka (1988), de Veda Docampo Feijóo. En Kafka, la verdad oculta (1991), Steven Soderbergh abordó facetas de la vida del escritor.
Además del alemán, Kafka hablaba con fluidez el checo, y como judío conocía también el yiddish, pero escribió en alemán toda su obra. Respecto a la versión checa de «Der Heizer» («El fogonero») —primera traducción de un escrito suyo a un idioma extranjero—, Kafka comentaba en carta a Milena Jesenská:
Estoy conmovido por su fidelidad hacia cada oración, una fidelidad que no habría creído posible de obtener en el idioma checo, y menos aún con la hermosa autoridad natural que usted ha logrado.[4]
Entre los traductores checos de Kafka se destacó Vladímir Kafka. Su hijo menor, el poeta, historiador y diplomático Tomáš Kafka, refiere una anécdota que bien se podría calificar de «kafkiana», entre otras cosas porque en ella coinciden personas que, a pesar del apellido en común, no estaban emparentadas entre sí ni con el escritor:
Pavel Kafka se llamaba un embajador checo en Egipto, y me contó que había un gran admirador de Kafka que tenía la intención de traducirlo al árabe. Iba a empezar por La metamorfosis, y para poder hacerlo empezó a aprender checo, asumiendo que Kafka había escrito su obra en ese idioma. Después de advertir su error, tuvo que conformarse con traducir desde esa versión checa que había realizado otro Kafka [mi padre], así que mi padre también está involucrado en la traducción de Kafka al árabe.[5]
La obra de Kafka ha sido vertida a decenas de lenguas y es muy conocida en español, idioma en el que uno de sus primeros traductores fue el argentino Jorge Luis Borges; más recientemente lo han traducido Miguel Sáenz, Juan José del Solar, César Aira, Renato Sandoval y Rodolfo Häsler.
En Cuba se publicaron en 1964 los Relatos de Kafka (Consejo Nacional de Cultura, con reedición por el Instituto del Libro en 1971). El Instituto del Libro publicó en 1967 El proceso, y por la editorial Arte y Literatura vio la luz la novela América, con dos ediciones: 1985 y 1990.
[1] Max Brod (editor): Gesammelte Werke (Obras completas), S. Fischer, Frankfurt/New York 1950-1974 (conocida como «Edición Brod»).
[2] Véase Franz Kafka o «el motivo de la infinita postergación» | Cubaliteraria
[3] Josep Massot: «Kafka en palabras de Kafka», en: Kafka en palabras de Kafka | Cultura | EL PAÍS (elpais.com)
[4] Mark Harman: «Kafka y la traducción», en 233948356.pdf (core.ac.uk)
[5] Juan Pablo Bertazza: «Los traductores de Kafka», en Los traductores de Kafka – Cultura y vida cotidiana (nexos.com.mx)
Visitas: 102
Deja un comentario