Frei Betto. Una biografía, del doctor Américo Freire y la M.Sc. Evanize Sidow, y prólogo del Comandante Fidel Castro Ruz (1926-2016), es el título de la biografía del carismático fraile, escritor y periodista brasileño, publicada por la Editorial José Martí, para satisfacer las necesidades cognoscitivas y espirituales de los amantes de la vida y la obra cristiana y revolucionaria del ilustre teólogo y gran amigo del pueblo cubano.
En dicho volumen, caracterizado —entre otros— por los valores éticos, cristianos, humanos y espirituales en que se estructura, los autores van develando poco a poco «como llega cojeando la verdad de la mano del tiempo», al decir del pensador griego Annon, los diferentes ciclos vitales que configuran su azarosa existencia terrenal: infancia, adolescencia, juventud y mediana edad; período en que ahora se encuentra.
En las páginas de ese libro se describe —desde una óptica objetivo-subjetiva por excelencia— cómo fue forjándose la personalidad del biografiado y consolidando sus dos grandes vocaciones: la religiosa y la revolucionaria, para poner sus conocimientos teológicos e históricos al servicio de las capas sociales más desfavorecidas de la República Federativa de Brasil, donde desarrolla su fecundo quehacer eclesial en defensa de los pobres, la máxima razón de ser del humanismo cristiano y revolucionario que, en el archipiélago cubano, tiene dos figuras relevantes: la Heroína de la Sierra y el Llano, Celia Sánchez Manduley (1920-1980), y el comandante, doctor Eduardo Bernabé Ordaz (1921-2006), director fundador del Hospital Psiquiátrico de La Habana, otrora «infierno dantesco» devenido digno «paraíso terrenal» para las personas más marginadas del orbe: los pacientes con afecciones mentales de larga evolución.
El autor de Fidel y la religión interiorizó e incorporó a su estilo de afrontamiento —como pocos teólogos católicos y protestantes lo han hecho— la verdadera función que debe desempeñar la Iglesia en los países de Nuestra América, y cuál es la posición de vanguardia que dicha institución religiosa debe asumir ante los (des)gobiernos y las dictaduras militares que han convertido a los países latinoamericanos y caribeños en el patio trasero del imperio estadounidense.
Las concepciones teológicas que sustenta y que no contradicen —en modo alguno— los principios revolucionarios y marxistas en que Frei Betto se apoya para combatir las arbitrariedades cometidas por el régimen militar que gobernaba a la gran nación suramericana en los años 60 y 70 de la pasada centuria, lo llevan a la cárcel, acusado de «terrorista», izquierdista y enemigo de la «democracia representativa», entre otras graves imputaciones que sus detractores jamás pudieron probar desde la vertiente judicial.
En las celdas de las prisiones donde estuvo confinado junto a otros frailes dominicos (la orden religiosa a la que pertenece) que simpatizaban con la ideología revolucionaria, le sirvió para madurar desde el punto de vista no solo político-ideológico, sino también intelectual y espiritual, ya que la soledad del encierro lo incitó a la meditación (hacer silencio interior para escuchar los sonidos que emite el yo, el verdadero, el auténtico); en consecuencia, atravesó la noche oscura (como lo hiciera en su época socio-histórica San Juan de la Cruz), y llegó a la cima del Monte Carmelo, simbolizado en el triunfo de las ideas revolucionarias a las cuales se ha entregado en cuerpo, mente y alma, sin renunciar —nada más lejos de la realidad ni de su verdadera intención— a su vocación religiosa, que se concreta en el amor a Dios y a los «pobres de la tierra con quienes su suerte quiere echar», al igual que José Martí.
La lectura serena y analítica de Frei Betto. Una biografía constituye una invitación a conocer los momentos más significativos y trascendentes de la vida de un hombre que, desde que alcanzó la adolescencia y primera juventud les dio respuesta a las tres preguntas esenciales que todo ser humano debe formularse: ¿quién soy, qué objetivos persigo en la vida, y hacia dónde encamino mis pasos? Estoy seguro, amigo lector, de que —una vez que haya navegado por las aguas apacibles o turbulentas de este texto biográfico— no le quedará la más mínima duda de que Frei Betto ha despejado en la práctica (criterio de la verdad) esas tres incógnitas.
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