Es difícil separar mitos y leyendas del conglomerado poético que rodea al ser humano. Cuando se habla de la poesía que encierran las llamadas «ciencias ocultas», quizás mejor llamadas «artes», se suele dejar fuera a la serie de mujeres de rango que han profesado esa manera poética y difícil de observar e interpretar el mundo y la vida en él. Valdría la pena referir a una veintena de destacadas parapsíquicas, brujas, espiritistas, tarotistas, mujeres que se relacionaron con asociaciones místicas o que profesaron cultos oscuros, como deudas de la Diosa Blanca, súbditas secretas de Isis o de Minerva, madres de fe, creadoras de leyendas.
Quizás haya que descontar a las hermanas Fox (Kate, Margaret, Leah) defraudadoras en su tiempo de la credulidad ajena, inventoras de golpes que supuestamente daban espíritus que ellas decían «bajar», mientras preparaban las mesas donde realizaban las sesiones espirituales, para que se «escuchara» sus presencias. Respondamos que no fueron tramposas por el hecho de que fuesen mujeres, pues no pocos hombres se han armado del fraude, han actuado con dolo en el mundo esotérico y que buscaban regalías por sus feos servicios frente a la credulidad ajena. El mundo de la fantasía espiritual suele ser contaminado por seres mentirosos. Esos tramposos no alcanzaron el ala de la poesía, bien pudo el Dante dejar un círculo infernal solo para ellos.
Tras la famosa serie de episodios Sabrina, thetunagewhitch (Sabrina, la bruja adolescente o cosas de brujas) de 1996 y que duró tres temporadas hasta 2003, apareció Chilling Adventures of Sabrina, serie resuelta en episodios del 26 de octubre de 2018 hasta el 24 de enero de 2020, en cuatro temporadas. Las protagónicas brujas Spellman eran devotas del Señor Oscuro, y el culto al Demonio se veía en esas peripecias claramente definido por asociaciones y grupos de personas (hechiceros, brujas y algunos humanos), varios de ellos con el don de ser «inmortales». Las brujas, sobre todo las Spellman, llevaban los papeles protagónicos junto a Sabrina, quien no preparaba bebedizos como sus tías pero hacía verdaderos milagros con su fuerza mágica. Allí aparecen hombres lobos, vampiros, y otros seres del «Más Allá», que viven entorno de la fantasía demoníaca. Sus episodios de magia negra representan muy bien el lado más oscuro del mundo esotérico. Saltan de la ficción a la realidad, pues solo recoge leyendas famosas de gentes «dotadas».
Desde esta fantasía hay un buen trecho a la realidad. No todas las mujeres que se consideraron o se creyeron brujas o adivinas, se sujetaron al culto demoníaco, han formado legión desde las lejanas culturas de la antigüedad (recordemos sobre todo las pitonisas griegas) y dondequiera que haya existido etapas mágicas del desarrollo humano, las mujeres han sido poderosas oficiantes. ¿Habría que decir que la mayoría de las adivinas por cartas (cartománticas), por bolas de cristal u otros medios suelen ser mujeres?
Quizás en la modernidad la más famosa sea Helena Blavatsky, fundadora de la Sociedad Teosófica en 1875 junto al coronel Henry Olcott y otras personas. Rusa de origen, tuvo su primer éxito con su libro de ese mismo año Isis sin velo, uno de los más leídos del mundo del esoterismo, a la par de su obra principal: La doctrina secreta, de 1888. Madame Blavatsky ejerció una fuerte influencia en su tiempo y en su posteridad, había bebido de enseñanzas hindúes, se refería a sus «informantes» como Mahatmas o almas vivas, por lo que se alejaba del espiritismo.
Su imaginación era poderosa y llegó a recibir influencia de poetas como William Blake, gran místico y notabilísimo pintor imaginativo, y de Edward Bulwer-Lyton, el famoso creador de las frases: «La pluma es más fuerte que la espada», y «Perseguir al todopoderoso dólar», quien escribió relatos de fantasía esotérica. Pero ella misma ha sido muy leída por poetas de muchas latitudes, especialmente europeos, y dejó huellas al menos en H. P. Lovekraft, Gabriela Mistral, James Joyce, Boris Pasternak, William Butler Yeats, y tantísimos otras personalidades que van desde artista hasta políticos de fama.
Su discípula y en cierto modo sucesora fue Annie Besant, mujer brillante que pasó de la Sociedad Teosófica, que llegó a presidir, a fundador, junto a Marie Russak, la Orden del Templo de la Rosa Cruz en 1912, y luego Russak sola, tres años después crea la Orden Rosacruz AMORC. Ambas fueron figuras mundiales de los movimientos co-masónicos. Pero fuera de estas mujeres de gran fama existió y existe un número cuantioso de damas dadas a diversas manifestaciones ocultistas como el espiritismo, la adivinación asistida por diferentes medios, las consultas espirituales y los remedios paramédicos. Algunas se consideran a sí mismas como brujas, otras son, como sus colegas masculinos solo videntes, y la inmensa mayoría se suponen propietarias de un don mágico que ilumina sus vidas y que se pone en servicio de los demás… y de sí mismas.
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