Sobre el autor
Gerardo Diego Cendoya (Santander, Cantabria, 3 de octubre de 1896 – Madrid, 8 de julio de 1987), poeta y escritor español perteneciente a la llamada Generación del 27, cuyos ideales estéticos plasmó con maestría, al desenvolverse entre la poesía tradicional y la vanguardista. En 1979, se le concedió el Premio Cervantes, compartido con el gran autor argentino Jorge Luis Borges.
Dentro de la Generación del 27 Gerardo Diego ejerció un importante papel impulsor. De hecho, su Antología de los jóvenes poetas, publicada en 1932, es casi un manifiesto de aquel grupo. En esta Antología, se recogen muestras de la obra de todos ellos, junto a una selección de poemas de los que ellos consideraban sus maestros: los Machado, Juan Ramón Jiménez…
En el aniversario de su natalicio, a modo de homenaje, compartimos una selección de su obra poética.
Fragmentos de su obra
Amor
Góngora, 1927
Era el mes que aplicaba sus teorías cada vez que un amor nacía en torno cediendo dócil peso y calorías cuándo por caridad ya para adorno en beneficio de esos amadores que hurtan siempre relámpagos y flores Ella llevaba por vestido combo un proyecto de arcángel en relieve Del hombro al pie su línea exacta un rombo que a armonizar con el clavel se atreve A su paso en dos lunas o en dos frutos se abrían los espacios absolutos Amor amor obesidad hermana soplo de fuelle hasta abombar las horas y encontrarse al salir una mañana que Dios es Dios sin colaboradoras y que es azul la mano del grumete —amor amor amor—de seis a siete Así con la mirada en lo improviso barajando en la mano alas remotas iba el galán ladrándole el aviso de plumas blancas casi gaviotas por las calles que huelen a pintura siempre buscando a ella en cuadratura Y vedla aquí equipando en jabón tierno globos que nunca han visto las espumas vedla extrayendo de su propio invierno la nieve en tiras la pasión en sumas y en margaritas que pacerá el chivo su porvenir listado en subjuntivo Desde el plano sincero del diedro que se queja al girar su arista viva contempla el amador nivel de cedro la amada que en su hipótesis estriba y acariciando el lomo del instante disuelve sus dos manos en menguante «A ti la bella entre las iniciales la más genuina en tinta verde impresa a ti imposible y lenta cuando sales tangente cuando el céfiro regresa a ti envío mi amada caravana larga como el amor por la mañana Si tus piernas que vencen los compases silencioso el resorte de sus grados si más difícil que los cuatro ases telegrama en tu estela de venados mis geometrías y mi sed desdeñas no olvides canjear mis contraseñas Luna en el humo tibio de aburridas bien inflada de un gas que silba apenas contempla mis rodillas doloridas así no estallen tus mejillas llenas contempla y dime si hay otro infortunio comparable al desdén y al plenilunio Y tú inicial del más esbelto cuello que a tu tacto haces sólida la espera no me abandones no Yo haré un camello del viento que en tus pechos desaltera y para perseguir tu fuga en chasis yo te daré un desierto y un oasis Yo extraeré para ti la presuntuosa raíz de la columna vespertina Yo en fiel teorema de volumen rosa te expondré el caso de la mandolina Yo peces te traeré —entre crisantemos— tan diminutos que los dos lloremos Para ti el fruto de dos suaves nalgas que al abrirse dan paso a una moneda Para ti el arrebato de las algas y el alelí de sálvese el que pueda y los gusanos de pasar el rato príncipes del azar en campeonato Príncipes del azar Así el tecleo en ritmo y luz de mecanografía hace olvidar tu nombre y mi deseo tu nombre que una estrella ama y enfría Príncipes del azar gusanos leves para pasar el rato entre las nieves Pero tú voladora no te obstines Para cantar de ti dame tu huella La cruzaré de cuerdas de violines y he de esperar que el sol se ponga en ella Yo inscribiré en tu rombo mi programa conocido del mar desde que ama» Y resumiendo el amador su dicho recogió los suspiros redondeles y abandonado al humo del capricho se dejó resbalar por dos rieles Una sesión de circo se iniciaba en la constelación decimoctava
Bahía
A Luis Corona
Las semanas emergen del fondo de los mares y las algas decoran los bares Para que tú te alejes y yo pueda cantar esperaremos el regreso del viento de artificio y de la pleamar Por eso y con un ruido que no es el de otras veces en la bahía ha anclado tu melena enmohecida violín para los peces y para los suicidas Venid a ver las nubes familiares en mi taller todas las tardes Son los naipes del cielo que nadie ha marchitado El humo de la fábrica hizo su nido en mi tejado para los fumadores que en la cartera llevan un muestrario completo de habituales colores Y mientras yo modelo mi retrato columna sobre los montes delicados pisa desnuda la lluvia En las manos me deja su corona de espinas y cantando se aleja sobre los techos y los climas Tu cabellera gime sin poder levar anclas Embárcame contigo timonel de las galernas Que el enjambre goloso de tus lluvias se me pose en el hombro y en la pierna
Recital
Por las noches el mar vuelve a mi alcoba y en mis sábanas mueren las más jóvenes olas No se puede dudar del ángel volandero ni del salto de agua corazón de la pianola La mariposa nace del espejo y a la luz derivada del periódico yo no me siento viejo Debajo de mi lecho pasa el río y en la almohada marina cesa ya de cantar el caracol vacío
Cuadro
A Maurice Raynal
El mantel jirón del cielo es mi estandarte y el licor del poniente da su reflejo al arte Yo prefiero el mar cerrado y al sol le pongo sordina Mi poesía y las manzanas hacen la atmósfera más fina Enmedio la guitarra Amémosla Ella recoge el aire circundante Es el desnudo nuevo venus del siglo o madona sin infante Bajo sus cuerdas los ríos pasan y los pájaros beben el agua sin mancharla Después de ver el cuadro la luna es más precisa y la vida más bella El espejo doméstico ensaya una sonrisa y en un transporte de pasión canta el agua enjaulada en la botella
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