
Traemos hoy la proposición de acercarnos a la lírica de Luis Yuseff Reyes Leyva, joven poeta cubano nacido en Holguín, el 22 de marzo de 1975. Titulado en Ciencias Químicas por la Universidad de Oriente, es miembro de la Asociación Hermanos Saíz desde el año 2000, y ha obtenido varios premios, como el León de León, en 1999; Nuevas Voces de la Poesía y La Familia de la Poesía, ambos convocados por la Universidad de Holguín en 2001; el premio anual América Bobia y el Leandro González Alcorta, de Pinar del Río, en 2003; el Pinos Nuevos y el Calendario en 2005; el Adelaida del Mármol en 2008 y el Premio La Gaceta de Cuba de poesía en 2009, además de los galardones nacionales que llevan el nombre de dos grandes poetas cubanos: José Manuel Poveda y José Jacinto Milanés. Su obra se ha divulgado en varias publicaciones iberoamericanas. Desde hace unas dos décadas desarrolla una labor literaria, además de escribir programas culturales para la radio de su provincia natal, como editor principal de la holguinera casa La Luz. Ha publicado varios libros, entre ellos: El traidor a las palomas, Los silencios profundos, Esquema de la impura rosa y Salón de última espera.
La editorial Letras Cubanas le publicó en 2004, dentro de su colección Pinos Nuevos, el volumen Golpear las ventanas, el cual comentamos en esta ocasión. Es su poesía sutil y llena de delicadeza, cuando podría ser ruda y áspera al ahondar en terrenos que han sido tabú a ojos de la mayoría social: como tema recurrente se adivina la defensa de los amores tradicionalmente prohibidos, esos que trascienden géneros, fronteras y tiempos, que enfrentan y salvan obstáculos impuestos por una sociedad aquí trasmutada en naturaleza. Las barreras y prejuicios sociales son entonces tupidas selvas, enmarañadas zarzas, lluvias torrenciales, animales agresivos que aparecen en sus versos como metáforas, ocultando conceptos concretos cuyo significado permanece en clave. Las definiciones, a pesar de ello —o quizás por ello— son consideradas imprescindibles para lograr la realización personal:
Vivías oponiéndote a los sueños, hasta que un descuido de niño te internó en la floresta. Ahora tienes hambre. Sientes frío. Detrás de cada árbol te asedia el peligro. Las luces fosforescentes, el graznido de un ave. Tienes miedo y no siempre aparece un claro en el bosque. Sin embargo, para ti se abre una puerta. Una mesa servida se te anuncia. El fuego con que calentar los huesos. Pero tú no te das cuenta. Tiemblas, lloras, buscas la columna de humo que te diga dónde está tu choza.
Es interesante el peso de las imágenes empleadas que remiten al agua como elemento prístino y esencial, identificado en el inconsciente humano con la feminidad y el origen de la vida; entonces percibimos en sus versos: ríos, lagos, mares, orillas, lluvia, llanto, así como objetos relacionados con estos ambientes: barcos, redes, navíos… que contrastan, igualmente, con el elemento madera, usado para simbolizar el mundo masculino en viriles imágenes de árboles, bosques, fuego…
Escucha mi cantiga, marinero: tu barca en la mar se pierde, y en la orilla, mi fuego y mi danza de amarte junto al fuego, tus mansas palomas, mis colinas te dicen adiós. No te conozco en tu nuevo silencio. Te recuerdo cuando firmabas la paz sobre mi espalda, cuando ya no tenías miedo y decías que fue un mal sueño, que ya estás bien, que te bese. Porque entonces, entre guerras, tu barca no se perdía, ni tus redes tendidas al sol maduraban en mis ojos, definitivo el llanto. No te conozco en tu nuevo silencio. Escucha mi cantiga, marinero, tu barca en la mar se pierde…
El autor, de igual forma, homenajea en su obra a figuras mundialmente reconocidas que lo han guiado desde su creación, quienes indudablemente han dejado una huella profunda en su quehacer poético. Konstantinos Kavafis, José Martí, Antonio Gala, George Gordon Byron, Luis Rogelio Nogueras y Jacques Prévert, entre otros, integran este conjunto de ángeles guardianes a quienes dedica parte de su escritura, empleando detalles de sus vidas o su obra como alusión o cita directa o indirecta en muchos de los poemas incluidos en el volumen.
La creación lírica de Luis Yusseff Reyes en este cuaderno aparece en verso libre, pletórico de símbolos y códigos disímiles, a veces íntimos, otras expandidos a la esfera social, que identifican emociones como el amor, el odio, la pasión, la nostalgia, la tristeza, la indiferencia; también conceptos a partir de la sexualidad, como la libertad, el valor, la decisión y la reafirmación. Así sucede en el poema titulado «Los insospechados cisnes de Robinson Jeffers y Luis Rogelio Nogueras», donde la intertextualidad —transformada casi en cita— deriva en un interesante contrapunto con la obra de los autores a partir de la cual crea.
No te acerques a su arrogante lejanía, tu voz podría acabar con el hechizo de esta noche de verano. Guárdate tus versos, no insistas. Bajo el imperio de su continuo vagar, no existe el culto a la palabra. Sigue al amparo de tu arco de silencios, y contempla la luz de la joyante luna, la divina desnudez junto a las aguas. No dejes que se convierta en tu peor verdugo, pero si descubre por un descuido que le estás mirando, entonces no disimules tu emoción, deja que lata libremente el corazón entre las lianas. Conspira, Estremécete. Pero no ames nunca al cisne salvaje.
La editorial Letras Cubanas ha hecho suyo el privilegio de publicar el libro Golpear las ventanas, un ejemplar que bien podría incluirse entre las mejores lecturas de poesía, en estos tiempos, dentro del ámbito nacional.
Visitas: 146
Deja un comentario