Además de los servicios que prestó en el terreno de la diplomacia y de los muchos artículos, trabajos y discursos que redactó o pronunció, le cupo a Gonzalo de Quesada y Aróstegui el honor de ser el depositario de la papelería martiana y principal difusor de la obra del maestro. En la Introducción al Volumen 1 de las Obras de José Martí, escribió así: «En el quinto aniversario de su consagración heroica se publican estas páginas —a manera de guía para posteriores y más perdurables ediciones— como primera piedra del monumento que le ha de levantar mi admiración y mi gratitud».
Salvar y organizar los documentos martianos fue la mejor contribución que hizo Gonzalo de Quesada a los cubanos. Publicó catorce tomos de los textos de Martí. La Introducción al 15to la tenía ya preparada al morir. Entonces apuntó:
Esperando otros tiempos más adecuados, otras circunstancias más propicias, limítome hoy a imprimir cronológicamente estos escritos —en cuanto lo permita la costumbre del maestro de no poner fecha completa a sus cartas—, y consuélome pensando en sus palabras: Obras más que letras.
El discípulo de Martí, con su hacer, prestó un servicio imperecedero a la cultura nacional y universal.
En La Habana, un grande y céntrico parque situado en la manzana comprendida entre las calles C y D, 5ta y Calzada, Vedado, lleva el nombre de Gonzalo de Quesada. A cientos de kilómetros, en medio del Casino Campestre de la ciudad de Camagüey, se levanta un busto suyo. A lo largo y ancho de la nación abundan las calles, en diferentes municipios, que honran la memoria de un patriota a cuyo celo debemos los cubanos la conservación y publicación de la primera edición de las Obras Completas de José Martí.
Aunque nació el 15 de diciembre de 1868 en la muy habanera calle Luz, Gonzalo de Quesada provenía de una familia camagüeyana de abolengo, la cual le aseguró una magnífica educación en Estados Unidos, donde se graduó de abogado.
La vida en el extranjero, alejado de la patria, no atenuó su amor por Cuba. A José Martí lo conoció en Nueva York, en la conmemoración del 10 de octubre de 1889: fue Quesada quien ese día presentó a Martí en Hardman Hall y también quien primero lo llamó Apóstol.
Entre el forjador de la nueva revolución y el joven patriota se labró una amistad recíprocamente correspondida. Justo un año después, el 10 de octubre de 1890 y de nuevo en el escenario de Hardman Hall, escuchó Martí la palabra elogiosa de quien era ya su discípulo.
Gonzalo de Quesada renunció a una carrera segura como abogado, a un nombramiento de cónsul de Argentina en Filadelfia y a la vida muelle, para consagrarse a la propaganda independentista entre los emigrados y su labor fue tal, que Martí, al fundar el Partido Revolucionario Cubano en enero de 1892, le asignó el cargo de secretario.
Así se convirtió en el hombre que compartía con el Apóstol todos los planes y proyectos del nuevo partido, y en formidable colaborador del periódico Patria.
Llegado el momento de la insurrección quiso incorporarse a ella, mas los intereses del Partido Revolucionario exigían su permanencia en Estados Unidos, donde de hecho se desempeñó como sustituto del delegado José Martí hasta que Tomás Estrada Palma ocupó igual cargo a la muerte del héroe en Dos Ríos. También Estrada ratificó a Quesada en la secretaría del Partido.
Tras la terminación de la guerra y al cabo de una prolongada ausencia, retornó a Cuba. Durante el primer gobierno republicano fue ministro plenipotenciario en Estados Unidos y sus servicios resultaron determinantes en los debates para el reconocimiento, por esa nación, de la soberanía cubana sobre Isla de Pinos.
En el gobierno de José Miguel Gómez se desempeñó como ministro en Berlín, ciudad en que murió el 9 de enero de 1915. Sus restos se encuentran depositados en Cuba.
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