La historia del pensamiento cubano se ha convertido en un reclamo necesario de la nación. Se trata de reconocer de qué modo se ha pensado a Cuba, si en verdad somos resultado y síntesis cultural de un mundo que nos antecedió en los orígenes y que en el transcurso del tiempo logramos trascender por el alcance de nuestra singularidad. Y si es así, ¿por qué se ha insistido con tanta fuerza en la originalidad de nuestro pensamiento? ¿Volver a él no sería la mejor manera de buscar la respuesta y encontrarla? Las interrogantes siguen siendo, en esencia, las mismas para cada generación comprometida con su patria, con su nación, con su razón de ser: «¿Quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos?». Las claves de la filosofía griega se convirtieron, en este sentido, en referentes directos de un pensamiento fundacional cubano que sentaría las bases-raíces de una cultura que hasta hoy nos sostiene.
Este hecho cierto es advertido por quienes intentan demostrar las bases teóricas de la cubanidad desde otros espacios geográficos, y desde el nuestro. Desvirtuar, adulterar, anular facetas del proceso histórico cubano es un paso medular hacia la fragilidad política de la nación, hacia su vulnerabilidad interna. Por ello la empresa no descansa. Y si volvemos la mirada a la contrapartida que esta tiene en nuestro suelo tendríamos que convenir en la urgencia de este conocimiento, en su amplitud y socialización. Su profundización requerirá de nuevos métodos de investigación, de perspectivas diferentes en el estudio y de una bibliografía cada vez más abarcadora.
Los textos de José Zacarías González del Valle, José Manuel Mestre, José Ignacio Rodríguez, José Silverio Jorrín, Roberto Agramonte, Rafael García Bárcena, Medardo Vitier, Antonio Hernández Travieso, Jorge Mañach, Manuel Sanguily, Enrique Piñeyro, Félix Lizaso, entre otros, no resultan del todo suficientes si pretendemos lograr una visión totalizadora de la historia ideológica y cultural cubana. Ello es comprensible si tenemos en cuenta las mentalidades, ideologías, instrumental teórico e identidades clasistas de los diferentes grupos intelectuales que han reflexionado sobre el tema. Sin embargo, hay que resaltar que todos estos autores y otros que no se han mencionado constituyen referencia obligada en la reconstrucción de este tipo de conocimiento.
La Biblioteca de Autores Cubanos dirigida por Fernando Ortiz y la Biblioteca de Clásicos Cubanos dirigida por Roberto Agramonte, trabajadas ambas en las décadas del cuarenta y del cincuenta del siglo XX, recuperarían las fuentes principales para emprender el pensamiento cubano. Pero lo cierto es que las reflexiones se caracterizaron por la fragmentación de las temáticas y el distanciamiento de la realidad económica, social y política de la cual partían las propuestas teóricas cubanas. El análisis de lo político por lo político, lo cultural por lo cultural, lo ideológico por lo ideológico, lo moral por lo moral, cercenaban el estudio de la dinámica y de la complejidad de la sociedad cubana.
En la actualidad, los estudiantes de la asignatura Historia del Pensamiento Cubano cuentan con una amplia bibliografía fruto de los esfuerzos del proyecto de la Biblioteca de Clásicos Cubanos de la Casa de Altos Estudios Don Fernando Ortiz, y en el cual han intervenido estudiosos(as) del pensamiento en Cuba con sus ensayos como introducciones a los conjuntos de obras.
La actual edición de Historia del Pensamiento Cubano. Selección de Lecturas, se amplió considerablemente no solo al abarcar desde finales del siglo XVIII hasta la revolución en el poder, como se hizo en su primera edición en el año 2005, sino por los contenidos y extensión de sus textos cuidadosamente escogidos como expresión de la evolución de las ideas en Cuba.
No obstante, es justo aclarar que quedaron textos por incluir todavía en esta selección sin ningún criterio excluyente. Confiamos que en sucesivas ediciones será progresivamente más representativo el cuadro de nuestra historia ideológica.
En aras de un análisis crítico se considera que la teoría adquiere su solidez en la medida en que se funda en la realidad, o sea, la conceptualización de los movimientos intelectuales y culturales nacen del estudio de la realidad no a la inversa, en que esta es construida a partir de los conceptos, de los modelos teóricos. Esta perspectiva marxista de la investigación debe verse como una conquista del pensamiento social. Y no es la única. El estudiante debe nutrirse de todas las propuestas posibles que en el campo de la teoría social y de la historiografía se han producido.
Debe, además, reconocer la eficacia explicativa de la perspectiva de integración del conocimiento, de la comprensión de las mediaciones e interrelaciones que existen entre las ideas y las realidades, de tener en cuenta la definición de las ideas sin caer en las furias clasificatorias de algunos «teóricos» apresurados que anulan la riqueza de sus contenidos. Muy al contrario deben comprenderse las ideas, el pensamiento, en sus diferentes etapas de formación y desarrollo, situándolos en un estado de proceso, de movimiento constante y no como actos acabados que conducen a las expresiones absolutas del pensamiento.
Se podría añadir aquí lo importante que, para el conocimiento del pensamiento cubano, resulta la dilucidación de las diferentes recepciones que de la producción mundial se han realizado y su interpretación a partir de la realidad cubana: el método del electivismo coherente, y el análisis de las continuidades y rupturas del proceso ideológico cubano y los núcleos teóricos que le otorgan coherencia al pensamiento de la emancipación. Además de estimar con rigor los diferentes ritmos de la historia, a saber, los procesos de larga duración.
La historia del pensamiento cubano nos hace descubrir, pues, el significado de nuestros orígenes, el carácter de resistencia y ofensiva de nuestras ideas, la pasión por el cambio que contiene la liberación social, los valores históricos de una nación siempre en formación. Y por todo ello nos lleva también al encuentro de la explicación del presente histórico, a la construcción de una cultura y una espiritualidad nuevas basadas en el humanismo y a la elaboración de predicciones de futuro más sólidas y profundas.
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