Con la entrega este año al Dr. Valdés Bernal, por fin un lingüista alcanza, por razones más que merecidas, un reconocimiento de tanta importancia.
Sergio Valdés Bernal tiene un impresionante currículo académico: Fue uno de los primeros becarios cubanos en la prestigiosa Universidad Carolina de Praga. Cursó estudios universitarios en la Facultad de Filosofía de la Universidad Carolina de Praga, donde obtuvo los títulos de Máster en Filología Checa y Rusa (1968), doctor en Filosofía con especialidad en romanística (1975) y M.Sc. en Eslavística (1969). En Cuba obtuvo el título de doctor en Ciencias Filológicas. Su sistemática cuanto notable labor como lingüista, así como su infatigable trabajo como profesor universitario —los centros de Educación Superior de Camagüey han tenido el privilegio de contar varias veces con sus cursos y asesoría—, sus destacadas publicaciones especializadas, le han merecido la pertenencia a diversas asociaciones profesionales, tales como la Asociación de Lingüistas de Cuba, el claustro de profesores titulares de la Universidad de La Habana; la condición de miembro de número de la Academia de la Lengua de Cuba, así como la de miembro correspondiente de la Real Academia Española y de la Academia Norteamericana de la Lengua Española. Asimismo es socio de número de la Sociedad Económica de Amigos del País, de la Cátedra de Antropología de la Universidad de La Habana, así como de la Fundación Fernando Ortiz, y la de miembro del Consejo Científico de la Comisión Nacional de Patrimonio Cultural.
Sus artículos y libros especializados se han concentrado en un terreno fundamental para el conocimiento de la identidad cultural cubana, pero que también es campo de muy difícil acceso y que exige una vocación, un profesionalismo y una aptitud investigativa particularmente afiladas, capaces de moverse a la vez en el área de dos ciencias complejas e interconexas como la lingüística y la antropología. A tales características personales se han debido libros de tanta magnitud como:
• Indoamericanismos no aruacos en el español de Cuba (Lingüística), 1978, L, 80 pp.
• Los indoamericanismos en la poesía cubana de los siglos XVII, XVIII y XIX (Lingüística), 1984, L, 143 pp.
• La evolución de los indoamericanismos en el español hablado en Cuba (Lingüística), 1986, L, 185 pp.
• Las lenguas del Africa subsaharana y el español de Cuba (Lingüística),1987, L, 112 pp.
• Visión lingüística del Africa al sur de Sahara (Lingüística), 1990, L, 311 pp.
• Las lenguas indígenas de América y el español de Cuba (Lingüística), 1991, L, tomo I.
• Antropología linguística. Ed. Nuevo Milenio, 2009.
• La hispanización de América y la americanización de la lengua española, Editorial UH, 2013. Premio de la Crítica Científico-Técnica 2013
No puedo caracterizar en tan breve tiempo la obra completa de Sergio Valdés Bernal. De modo que me referiré a su más reciente manuscrito —que espera ver la luz en la Editorial Universidad de La Habana—. Me refiero a una obra tal relevante como La conquista del archipiélago cubano.
El método histórico-comparativo y los trabajos de H. Schuchardt han resaltado que el desarrollo de un idioma por su dinámica interna sin agentes exógenos es un ideal que apenas llega a realizarse. Lo común es que los grupos humanos —y con ellas sus lenguas— se extiendan más allá de sus fronteras, lo cual provoca cruces e interferencias lingüístico-culturales en los grupos implicados en ese encuentro. De modo que la historia de las lenguas es, en esencia, situaciones de contacto y de los conflictos que acarrean.
El intercambio entre diversos grupos humanos favorece la incorporación de neologismos y préstamos entre los sistemas participantes en dicho proceso ante la necesidad de nombrar nuevos objetos, ideas y relaciones sociales. Numerosas de estas formas suelen incorporarse sin ninguna alteración. Sin embargo, con frecuencia, se adaptan a la grafía o fonética del idioma que las recibe. Cuando esos términos adquieren acepciones diferentes a las originales, suele dificultarse el intercambio entre la cultura receptora y la “prestamista”.
El contacto también puede dejar huellas en la fonética. Los especialistas han destacado que en este plano las modificaciones son causadas por la influencia de sustratos y adstratos. Por ejemplo Malmberg atribuye el vocalismo del español de Paraguay a la lengua guaraní y la entonación característica del español en México al nahualt. Aun cuando el nivel morfosintáctico es más conservador, no está exento de transformaciones por situaciones de contacto. Con el tiempo estas innovaciones se van asentando por una suerte endosmosis insensible , sin que los hablantes del idioma receptor conozcan la procedencia de muchos de los términos o giros empleados en su comunicación cotidiana.
El grado de intensidad de los influjos idiomáticos puede ser considerable en situaciones de contacto asimétricas: conquistadores-conquistados, países de gran desarrollo económico y científico-técnico frente a naciones en vías de desarrollo. Estas relaciones siempre generan conflictos que o bien amenazan la estabilidad del idioma autóctono en un territorio etnohistórico o bien provocan la imposición de la lengua del grupo dominante en todas las esferas de la comunicación.
F. de Saussure distinguió dos movimientos contrarios que entran en juego en las situaciones de contacto ( fueran del tipo que fueren) : el espíritu de campanario y el gregario. El primero expresa todo lo que estrecha los lazos de unión entre los miembros de una comunidad. El segundo, en cambio, representa aquello que los diferencia o separa.
La lengua es el eje en que actúan esas dos tendencias: es símbolo de identidad entre sus usuarios , expresión de sentimientos, experiencias y conocimientos que se transmiten socialmente, a la vez resulta índice de los elementos de desunión entre los grupos en que se estructura dicha comunidad. Algunas de las diferencias entre estos grupos no quebrantan, necesariamente , el sentido de pertenencia o identidad a una comunidad de lengua. Pero otras lo debilitan o pueden vulnerarlo. El encuentro con otras culturas activa las fuerzas gregarias y favorece la difusión de elementos innovadores.
Hay otras causas que impulsan la incorporación de préstamos:
1) El prestigio del impulsor de las innovaciones.
2) La recepción de quien(es) las escuchan.
3) Las circunstancias socioculturales e históricas en las que aparecen
4) E l potencial de recursos lingüísticos de la lengua receptora
5) L a función de los organismos macrodifusores en la permanencia o proscripción de las formas innovadoras. La inestabilidad que ocasionan las interferencias a partir del contacto hace necesario la implementación de estrategias encaminadas a la normalización.
Las situaciones de contacto asimétricas: conquistadores-conquistados, países de gran desarrollo económico y científico-técnico frente a naciones emergentes suelen amenazar la estabilidad de la lengua de la comunidad etnohistórica dominada e incluso podría desplazarla por la del grupo dominante. Muchos de los conflictos de esos choques desequilibrados aún se mantienen y han centrado la atención de los especialistas por su importancia en el origen de lenguas o dialectos.
De los disímiles contactos desequilibrados, el encuentro del español con las lenguas indígenas como resultado de la conquista y colonización del Nuevo Mundo ha sido uno de los más estudiados, porque tanto en la conformación como en el desarrollo del español americano se revelan tendencias generales en la evolución de las lenguas, cuya explicación resultan de interés para la lingüística histórico-comparativa para el desciframiento de cruces e interferencias de índole diversa.
Según Rosenblat, Bartos y Alvar entre los aspectos de importancia en relación con la extensión del español más allá de la Península se destacan las siguientes:
1. Convergencia/ divergencia entre el español peninsular y el americano.
2. Establecimiento de zonas dialectales.
3. Estudios monográficos sobre las distintas variedades.
4. Situaciones de bilingüismo o diglosia.
La conquista lingüística del archipiélago cubano se inscribe en el tercer tipo de estudios. El volumen ofrece al lector información actualizada sobre los aportes de diversas culturas en la evolución del español en Cuba. Su autor, Sergio Valdés Bernal, máximo representante de la lingüística antropológica en la Isla, ha dedicado su labor investigativa, ensayística y docente al estudio de los nexos entre lenguaje y cultura.
Estructurado en diez capítulos y alejado de tecnicismos que dificulten la interpretación de las ideas sustentadas por su autor, el presente libro profundiza en varios de los temas de reiterado interés en las publicaciones del especialista:
a) Circunstancias socio-históricas de la conquista.
b) Influjo de las lenguas amerindias.
c) Intensidad del contacto con otras lenguas durante la colonización.
d) Impronta de la presencia subsaharana y su importancia en el origen de lenguas especiales y jergas.
e) Modalidades de coexistencia entre razas y grupos sociales.
f) Dicotomía entre el campo y las capitales (consecuencia de la índole de las economías caribeñas históricamente monoproductoras) y su relevancia en las matizaciones dialectales.
Consciente de que toda historia tiene lagunas o períodos insuficientemente conocidos, el autor se apoya en los hallazgos de los estudios arqueológicos, para reinterpretar nuestro pasado a partir de evidencias materiales. Asimismo aboga por vínculos más estrechos entre antropólogos y lingüistas para el análisis de las relaciones históricas entre lenguas.
Si bien en varias de sus obras, el autor se apoya en los presupuestos del método genético así como además en el modelo del árbol genealógico —muy empleados en los manuales de historia comparada para establecer las relaciones de parentesco lingüístico— en el presente libro se acerca más a los principios del comparatismo moderno, que considera inadecuadas dichas propuestas pues establecen un falso paralelismo entre especies biológicas claramente diferenciadas entre sí y variedades idiomáticas, que sólo pueden definirse como el cambio de un estado de diversificación en otro; es decir, con tendencias en pugna cuyo avance o retroceso está determinado por múltiples causas.
Como paso previo a la descripción de la época en que se produce el arraigo del español en el archipiélago cubano, el autor caracteriza la situación de la península pirenaica en etapas anteriores a la conquista con lo cual intenta atender a los otros dos grandes temas de importancia establecidos por los estudiosos en relación con el choque entre el español peninsular y las lenguas indoamericanas: esto es convergencia/divergencia y zonas dialectales.
A partir del contraste entre una Hispania indoeuropeizada y otra iberotartesia con la zona vasca como apéndice/espacio en donde convivían poblaciones de origen celta, libio y bereber, entre otras, se destacan dos factores que distinguen ese periodo: la fragmentación tanto social como geográfica y la transculturación. Aun cuando la romanización intentó establecer fronteras para un mayor control entre las tribus, ambos procesos continuaron de forma indetenible.
De no ocurrir la conquista árabe —y su larga ocupación— el contacto entre esas poblaciones habría dado origen a una variedad de lenguas y dialectos(con numerosos rasgos comunes) agrupados en torno a los lugares de mayor vitalidad. La reconquista fue extendiendo el castellano de norte a sur. A derecha e izquierda del habla de Castilla se conservaron elementos de los grupos que habitaban en la península pirenaica en los dialectos de León y de Aragón.
A medida que se extendía la reconquista al territorio de Andalucía, se propagaron rasgos lingüísticos que se debían al contacto con otros dialectos (como por ejemplo el mozárabe): todo ello influyó en la estructura interna del castellano. La procedencia de los repobladores de la zona andaluza era muy variada por lo que estas innovaciones tendrían un carácter nivelador y simplificador.
Un segundo aspecto examinado por el autor es el fenómeno de criollización cultural y lingüística como resultado del choque entre el español y las lenguas indígenas. Valdés Bernal expresa que los descubrimientos arqueológicos han revelado que el archipiélago cubano estaba habitado desde hace más de siete mil años, lo cual apoya la hipótesis de una variedad antillana conformada con elementos de los pueblos amerindios que transitaban por las islas. Se refiere, además, a las principales vías de procedencia de los pobladores amerindios. El hecho de que tanto la conquista como la colonización en la etapa inicial fuera empresa de hombres solos, por razones obvias, propició el mestizaje cultural y lingüístico.
Es necesario destacar que en relación con el legado indoamericano al español se encuentran puntos de contacto entre este volumen y La aventura del español de América de Humberto López Morales. En esta última obra se hace referencia no solo a las voces indígenas que llegaron al español general sino inclusive a la literatura y se hace mención de las palabras relativas a la flora y la fauna, empleadas por Silvestre de Balboa en Espejo de Paciencia.
Otra coincidencia entre la obra de López Morales y la de Valdés Bernal es la importancia que ambos autores le otorgan al componente migratorio en el arraigo y extensión del español en el Nuevo Mundo. Fernández de Oviedo, cronista de Carlos V, ya había relatado en su Historia general y natural de las Indias las discordias entre los primeros colonizadores, las que atribuyó a su diferente origen provincial. Para estos especialistas el insuficiente conocimiento de los flujos migratorios (tanto en forma ordenada como ilegal) dificulta evaluar qué importancia tuvo dicho factor en la evolución del español americano.
Con la introducción en la Isla de poblaciones de las distintas regiones subsaharanas a medida que la trata negrera se fue desarrollando, se inició la convivencia de la lengua con las que procedían de África. Los esclavos llegados a América no poseían en general un criollo de base léxica portuguesa que les permitiera comunicarse. El hecho de que hablaran lenguas diversas fue aprovechado por los esclavistas en su beneficio para organizar las cuadrillas con africanos que no se entendían entre sí. Ello obligó a los negros a incorporar la lengua de sus explotadores. Valdés Bernal explica que, al producirse el cruce hispanosubsaharano en el cual participan los préstamos del árabe, la lengua española había pasado por una koienización que le permitió dar respuesta a las necesidades de comunicación en el Nuevo Mundo.
En todas las publicaciones de Valdés —y esta no es una excepción— el léxico constituye un puente entre antropología y lingüística. El autor se refiere a los campos semánticos en los que se producen los influjos idiomáticos: principalmente la flora y la fauna en el caso del legado amerindio así como el de los cultos religiosos en lo concerniente a las lenguas subsaharanas. Asimismo señala que es necesario la revalorización de ese legado y su vitalidad. En este punto coincide con las ideas de H. López Morales, quien señala también que investigaciones sobre disponibilidad o riqueza léxicas pueden revelar cuánto de esos aportes se encuentran vigentes en el español coloquial.
La conquista del archipiélago cubano no se limita al influjo indoamericano o subsaharano en el español en Cuba sino que analiza el aporte de otras culturas, algunas de las cuales como las de Malasia u Oceanía resultarán sorprendentes para el lector.
Se ha repetido hasta el cansancio que el lenguaje es vida. Esta imagen significa que es expresión y reflejo de las peripecias de sus hablantes, de sus alegrías y avatares, en síntesis, de lo que nos identifica como miembros de una comunidad y que suele activarse ante elementos disgregadores. Este libro nos ofrece un capítulo de nuestra vida, del largo y complejo, que hizo del español símbolo de nuestra identidad y de nuestra cosmovisión. Es además una invitación a continuar profundizando en su estudio para el esclarecimiento de lagunas o aspectos insuficientemente conocidos. A ello nos convoca Sergio Valdés Bernal.
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