En la intimidad de un círculo creado en la librería Fayad Jamís a la 1:00 de la tarde del 5 de agosto, en el aniversario 83 del natalicio del educador de generaciones, se reunieron aquellos que tuvieron que ver de una forma u otra con él, o simplemente lo admiraron. Estaba entre ellos su querida viuda Ivonne Galeano, acompañada por Nancy Hernández Contreras vicepresidenta del Instituto Cubano del Libro, los escritores Francisco López Sacha, Senel Paz, Sergio Cevedo Sosa y Enrique Pérez Díaz, quien fue el presentador del espacio y comenzó con el recuerdo de la conferencia sobre literatura intantil que Heras León lo convidó a impartir en el Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso.
Senel Paz fue su primer «alumno experimento». Hechos de generaciones distintas, lo conoció en el Encuentro de jóvenes escritores y luego como profesor en la universidad donde impartía periodismo. Ya para entonces Heras soñaba con enseñar desde otra pedagogía, la olvidada de Aristóteles, en que el alumno es el que enseña. Y comenzó a indicarle literaturas que le pudieran interesar por su forma de ser y sus gustos. Las puertas del paraíso fue uno de sus preferidos. Cuando es censurado por Los pasos en la hierba (mención única del Premio Casa de las Américas en 1970), Senel Paz fue de los pocos que mantuvo comunicación con él y lo defendió.
A Francisco López Sasha cuando le conoció entre 1979 y 1980 le pareció que era un narrador poético, que tenía una enorme confianza a las generaciones jóvenes y que con él volvió la entrada a la ética literaria.
En 1984 Heras León celebró su taller literario con todos los allí presentes, entre quienes se encontraban Abel Prieto, Arturo Arango y Rolando Sánchez Mejías. Allí hizo confiar en la técnica, en abrazar el boom latinoamericano, a los escritores genero-plásticos y a tener en la música americana como The Beatles una alimentación y a introducirte en el camino de la literatura con tus propias armas.
Sergio Cevedo, quien lo conoció en el taller literario Alejo Carpentier en 1978 a través de su obra Acero, comentó que esta le infundió tal impresión que prefirió no leer sus textos.
El público, integrado en su mayoría por quienes lo conocimos, expuso sus impresiones o anécdotas sobre Eduardo Heras León, entre ellas vale resaltar la de Neyda Izquierdo Ramos, Premio Nacional de Edición y viuda de Wichy Nogueras, gran amigo de Heras León, y la del escritor José Miguel Sánchez, Yoss, quien expresó que se podría hacer un coloquio con la vida de Heras por todas las facetas que asumió: de editor, escritor, educador, crítico, humorista: «Todos tenemos un pedacito de Heras. Podemos decir que somos personas privilegiadas por haberlo conocido», concluyó.
Al finalizar el emotivo homenaje, el público asistente pudo adquirir algunos de los libros de Eduardo Heras León: El libro de los elogios; Los pasos, el fuego, la vida; y Dulce vita.
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