Hablar de Lovecraft es hablar de ficción y horror. Su legado es tan importante que incluso a la fecha se pueden encontrar elementos suyos en películas, cómics, música y videojuegos. Tal es el caso de los filmes Hellboy y Batman, que, aunque las historias no se basan en su obra, sí utilizan nombres, lugares y monstruos creados por autor. Existe también el videojuego Call of Cthulhu, basado en su obra Los mitos de Cthulhu, en el que incluso se puede elegir jugar en un escenario de los años 20 o en la época actual.
La trilogía de la cinta The Evil Dead de Sam Riami, es otro ejemplo: al inicio de la película, un grupo de gente juega con el Necronomicon —libro mágico creado por Lovecraft— y desata una batalla con la muerte. Además, autores contemporáneos, como Stephen King y Charles Stross, lo consideran su mayor influencia.
Lo que llevó los relatos de Lovecraft a otro nivel —y a trascender a través del tiempo— fue el descubrimiento del poeta anglo-irlandés Lord Dunsany, quien lo inspiró a escribir sobre fantasías y sobre el mundo de los sueños; igualmente, era seguidor de los relatos de Edgar Allan Poe. Sin embargo, se cree que su verdadera influencia fue el galés Arthur Machen, cuyos relatos místicos y misteriosos sobre el bien y el mal terminaron de darle forma al estilo de su obra.
Pero ¿de dónde provenía la macabra inspiración de Lovecraft? Su vida no fue fácil: su padre tuvo un ataque nervioso cuando él tenía 3 años y nunca salió del psiquiátrico, donde murió pocos años después. Creció con su madre, tías y abuelo, en el seno de una familia acomodada, pero siempre sufriendo enfermedades —al parecer psicológicas—.
A pesar de esto, desde niño le gustó la lectura, a los 2 años recitaba y a los 5 o 6 ya sabía leer. Cuando su abuelo murió, su madre y él fueron desalojados de su hogar y quedaron pobres. Él entró en depresión y pensó en suicidarse. Tuvo una relación patológica de amor-odio con su madre —quien, se dice, también sufría de locura—, porque nunca superó la enfermedad de su esposo. Todo esto le generaba pesadillas, mismas que empezó a plasmar en sus relatos.
Además, el escritor siempre estuvo interesado en temas de astrología, astronomía y ciencia, y con los avances de su época, empezó a ver el ser humano como a un ente insignificante, perdido en la inmensidad. Eso y sus constantes pesadillas, le dieron forma a su obra.
Los temas más recurrentes de los que escribía son: el racismo, la civilización amenazada, la imposibilidad de escapar del destino, la culpa atávica —se refiere a que los descendientes de una línea de sangre no pueden escapar de los crímenes cometidos por sus antepasados—, las influencias extraterrestres de la humanidad y el conocimiento prohibido.
«Este mundo había estado habitado en tiempos remotos por otra raza, que fue aniquilada y expulsada cuando ejercía la magia negra, pero que sigue viviendo fuera del mundo, estando dispuesta en todo momento a volver a tomar posesión de esta tierra».
Una de sus mayores aportaciones fue la creación de una compleja y personal mitología monstruosa de la que nacen los «old ones», divinidades deformes expulsadas de la tierra en tiempos prehistóricos y en lucha por recuperar su posesión del planeta.
Estos seres primero aparecen de forma esporádica en su obra, y luego van apareciendo más orgánicamente en cuentos como: «Las ratas en las paredes» (1924), «Los mitos de Cthulhu» (1926) y «El horror de Dunwich» (1927), y en novelas como El caso de Charles Dexter Ward (1927).
Lovecraft, un «old one»
Según el mismo Lovecraft, todos sus relatos se basaban en la misma leyenda: «Este mundo había estado habitado en tiempos remotos por otra raza, que fue aniquilada y expulsada cuando ejercía la magia negra, pero que sigue viviendo fuera del mundo, estando dispuesta en todo momento a volver a tomar posesión de esta tierra». En otros relatos se trata de demonios devoradores de cadáveres, que penetran en nuestro mundo racional, quedando retenidos, como en El modelo de Pickman (1927).
Lo interesante de Lovecraft es que en cada obra varía su temática del horror, con una fantasía única, ingeniosa y sugestiva, usando un lenguaje que logra describir estados de terror, lugares con peligros inminentes e inimaginables criaturas.
Además, continuamente introduce referencias ambiguas sobre las relaciones de su mitología con el culto del vudú, con la Atlántida, las misteriosas piedras de Stonehenge y de la Isla de Pascua y la cacería de brujas en Nueva Inglaterra.
Pero, a pesar de lo que Lovecraft aportó al género de la literatura de terror, en su época fue poco popular, y, aunque sus relatos se publicaban exitosamente en la revista Weird Tales, nadie conocía su nombre.
Junto a los escritores Clark Ashton Smith y August Derleth —con quienes intercambiaba correspondencia— formó el Círculo de Lovecraft, llamado así porque estos dos autores incluían elementos de las obras de Phillips en sus historias. De hecho, se cree que, de no haber sido por Derleth, el nombre de Lovecraft pudo haber quedado en el anonimato, pero después de su muerte, Derleth siguió contribuyendo a su obra y ampliando y extendido sus visiones.
Los críticos, por su parte, agruparon el trabajo de Lovecraft en tres categorías:
• Historias macabras (c. 1905–1920)
• Historias del Ciclo del Sueño (c. 1920–1927)
• Los Mitos de Cthulhu / Lovecraft (c. 1925–1935)
Aunque él nunca mencionó las clasificaciones de su trabajo, alguna vez escribió: «Existen mis piezas Edgar Allan Poe y mis piezas Dunsany, pero ¿dónde están mis piezas Lovecraft?».
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Tomado de Algarabía Digital
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