Preciada Jamila Medina Ríos:
Agradezco el envío y dedicatoria de su poemario País de la siguaraya,1 que hace unos minutos le comentaba a un grupo de amigos, después de su lectura. La visualidad queda en cada instantánea, a manera de poema y nos comparte y reafirma la riqueza dramática de cada texto.
Entro a poner mi camarote en la explanada. Camino y
camino, requetecamino, por saludar al sol a las seis de
la tarde, con los pies en verde remojado.
Asume usted cierta ironía ante la contemplación que nos hace revisitar el paisaje. Aquí urbano, pero también solariego, que transita, como si fuera a dividir en dos una naranja. La historia queda trunca en cada texto para dinamizar la historia que contará después, así el libro se articula, de modo muy peculiar, para ofrecernos una narración que sobredimensiona lo marginal para hacernos cómplices de sus observaciones. La observación en cada poema nos asusta y tiende a los límites de la memoria.
La última vez que dije invernadero, fue en una
conversación con mi padre. Habíamos salido a caminar
por las afueras del pueblo. Quería enseñarme una
antigua estación de trenes que el gobierno había
abandonado a medio hacer, hace treinta años.
La sabiduría es arremeter también contra la poesía tradicional, de allí que los textos en prosas simulen parcelas filosóficas donde se narra más que todo, se dibujan historias, se comentan pensamientos, de habla de literatura y se entrecruzan las piernas para digerir lo escrito. De eso se trata, infiero, cuando nos sumerge en ciertas especulaciones. El poema se convierte en la especulación, en algo que pasa o pasará.
Recorrí playas buscando el carrusel de esta ciudad
Que vi pasar un día
Cuando tartajeaba en las ramas
Mi canción solitaria.
Es esta una escritura que tiende a reinventarse, a sedimentar otras historias, al estilo de cierta zona de la poesía de Reina María Rodríguez, pero con una mirada más lacerante, más extrovertida en la realidad. Usted conoce de esos mundos como el agua de mayo que cae y se convierte en lo imposible. Paisajes estos que siempre serán necesarios reconocer, aunque no se quiera, por la gravedad de las palabras y la vitalidad de su aliento.
Suyo, Rainer Maria Rilke.
Notas:
1 Premio de poesía Nicolás Guillén 2017. Letras Cubanas, 2017.
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