Estimado poeta Fidel Fidalgo Moncada:
Recibí hace unos días Los cuervos no vuelan en la tormenta1 y me sentí en ese citadino espacio donde reside en su natal Holguín, rodeado de amigos y libros memorables. La poesía es un toque de necesidad, una vital residencia donde se aloje la memoria, por lo menos así lo he confirmado después de explotar tanto alrededor de la imagen misma. Y este poemario suyo me ha confirmado mis especulaciones. Y es que resulta que en su verbo se afianza con toda sinceridad los recuerdos y gana terreno la historia.
Estamos solos en el centro del concierto
Las luces apagadas no marcan nuestras sombras
Los arcos rasgan furiosos las cuerdas encendidas
Entre una lluvia de violines mojando nuestras almas
Para dar paso al amor que nos inunda.
Desde esos espacios donde se acrisola el alma, el canto amatorio es tan necesario como el amanecer. Deleite que no esconde cada página de este libro que marca tal desprendimiento con una filosofía alrededor de lo bello y lo vital.
Muere el amor heladas las palabras nunca dichas,
Inconforme yace el ser, ausentes las caricias,
El labio áspero, seco al beso guardado tanto tiempo,
Una mirada esquiva lastima el cuerpo
Gime, se estremece, niega el reclamo de las manos
Hay tanto para dar y es desprecio al brindis la respuesta.
Pero no creo que sea usted el que sostiene tanto desasosiego, es la voz del otro, el cosmos que se gana en el torrente cuando los años pasan y hay un ser diferente que te habita. Esa necesidad de aferrarse al amor es similar a la necesidad de un niño cuando se aferra al pezón de su madre. Cada texto se puja con la necesidad del tiempo, aquí un tiempo circular, de raíz platónica. También un tiempo borgeano donde la noche es un ente dialogante.
Como nunca, la noche fue más oscura y entré a las olas
Bañado en el resplandor de algas fosforescentes.
Este juego entre la luz y la oscuridad se sostiene y se hace parte de un dialogo donde la angustia es el pasado, de allí que ha querido usted dialogar con Carlos Barral, Robert Graves, Thomas Nashe, para sostener desde lo intelectivo su mundo vital. Cada libro es un mundo vital. El universo es su reflejo. Desde esa luminosidad le estoy saludando, estimado Fidel Fidalgo, por esta entrega, ya parte de lo mejor de la poesía cubana. Cerca de un árbol, similar al árbol de Crows que ha utilizado para ilustrar su poemario, estoy seguro que los cuervos no volarán en la tormenta, son parte ya de un tártaro paisaje que nos obligará a volver sobre su escritura una y otra vez, como raíces en la tierra.
Suyo,
Rainer María Rilke
Nota
1 Fente de afirmación hispanista AC, México, 2018.
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