La doctora Ivette Fuentes de la Paz (1953-2024), quien presidiera la Cátedra Vivarium, adscrita al Centro Cultural «Padre Félix Varela», y directora de la revista homónima, partió al espacio infinito a encontrarse con el «Espíritu Universal», leitmotiv en la obra poético-literaria y periodística de José Martí, el lunes 20 de mayo, paradójicamente el mismo día en que cumplió 71 años de fecunda vida profesional y personal.
A través de la última entrevista que le hiciera a la laureada intelectual cubana, con motivo del Premio de Ensayo 2022, que le otorgara la revista Temas, quiero evocar su sagrada memoria, y al mismo tiempo, destacar con letras indelebles la riqueza del legado intelectual y espiritual que les dejara a las actuales y futuras generaciones de creadores insulares y de mucho más allá de nuestras fronteras geográficas.
Ivette Fuentes de la Paz era doctora en Ciencias Filológicas por la Universidad de La Habana, y doctora en Ciencias por la Universidad de Salamanca, de la que fuera rector el ilustre escritor español, don Miguel de Unamuno. La también poetisa, crítica de danza, escritora, ensayista e investigadora era miembro activo del Consejo Internacional de la Danza (CID-UNESCO), con sede en París, Francia, de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), de la Sociedad Económica de Amigos del País (SEAP), entre otras organizaciones nacionales e internacionales, a las que honrara con su membresía. Ivette recibió también la «Distinción por la Cultura Nacional», que otorga el Ministerio de Cultura de la República de Cuba, el Premio de Ensayo «Enrique José Varona», que concede la Asociación de Escritores de la UNEAC, entre otros reconocimientos locales y foráneos.
¿Qué significa para usted haber obtenido el Premio de Ensayo 2022, que otorga la prestigiosa revista Temas?
Primeramente, un grandísimo honor y un momento importante en mi labor como ensayista. No es primera vez que digo públicamente que considero a la revista Temas una, si no la más, importante publicación de asuntos humanísticos, en la más amplia acepción del término dentro del ámbito de publicaciones seriadas del país y de la región hispanoparlante, lo cual se destaca precisamente no solo por la diversidad de autores de igual diversidad de países que colaboran con sus números, sino además por la proyección de su Premio de convocatoria internacional y jurado igualmente internacional.
Debo señalar que hace ya algunos años participé en un concurso convocado por la revista, en el que mi trabajo estuvo punteando hasta el último momento, ya que recuerdo que cuando me llamaron para que asistiera al acto de premiación, que era ese mismo día y un poco más tarde que la llamada, aún el Jurado no había tomado la decisión, y, finalmente, obtuve la Primera Mención. Pero para mí fue igual de meritoria, porque en aquel momento presenté un texto sobre Cintio Vitier y tuve la dicha de decirle de ese reconocimiento con mucho orgullo, pues él, gran amigo, a veces me «recriminaba», un poco en chanza un poco en serio, que me ocupaba más de José Lezama Lima que de él, y con ese texto premiado le demostré que le estudiaba con igual ahínco y profundidad. Además de con gran cariño.
¿Cuál fue la motivación fundamental que le aguijoneara el intelecto y el espíritu para presentar en el contexto del concurso convocado por la revista Temas, los hallazgos de la investigación realizada por usted acerca del Cosmos visual, nueva semántica poética, con apoyo en el aforismo martiano «Arte soy entre las artes»?
He de decir que, por supuesto, el ensayo presentado forma parte de un texto mayor y ya confeccionado, porque no soy persona que escriba para concursos, lo cual me parece algo de muy poco sentido y poco respetuoso para mí y para el concurso que sea. Se escribe por muchas razones y la primera es la necesidad de hacerlo, de poder proyectar temas y asuntos que una, como investigadora, metaboliza y luego de haberlos procesado muy internamente, vierte como la nueva sustancia sacada de un alambique. Son ideas e ideas que se interconectan y que salen como nuevas en una personal combinación y con una óptica que debe ser novedosa y portadora de una nueva significación, ya que no es la simple sumatoria de elementos o de esas mismas ideas, sino la integración esencial de ellas para lograr algo que —hasta cierto punto— rebasa lo anterior. Para mí el ensayo es una verdadera forma de literatura artística, donde se le da vueltas y vueltas a un asunto como tesis, hasta alcanzar una dimensión que hasta a una misma sorprende, a veces. En este caso, el ensayo presentado, muy decantado por los límites de páginas y términos exigidos por la convocatoria del Premio, es parte de un libro inédito que habla del postorigenismo, y el ensayo de manera particular hace énfasis en la primera estación de ese postorigenismo que fue la órbita inmediatamente posterior al momento en que el movimiento origenista, como tal, termina, pero no la obra creativa que prosiguió, como la propia vida, para esos poetas que luego de finalizada Orígenes, siguió otros derroteros nunca desprendidos de aquella poética grupal con que se iniciaran. De aquí que los poetas estudiados fueron: Fina García Marruz, en su etapa posterior a su inicial en Orígenes, Cleva Solís y Fayad Jamís. Como la base que sustenta esa primera forma del postorigenismo es para mí el enlace de la poesía con diferentes expresiones artísticas, la primera de todas: la plástica proyecta una nueva semántica poética en el asomo de ese cosmos visual que le caracteriza. La plástica sobre todo, pero igualmente los enlaces que se avistan con la poesía son también de la música y del cine, para poderse manifestar un anclaje de la poesía como arte en un ámbito de diversidad artística, de ahí el verso martiano de «arte soy entre las artes» al que hago referencia.
¿Podría relatar cuáles fueron los momentos «clave», así como los más «estresantes», que signaron la confección de ese laureado ensayo, que se caracteriza —según el criterio sustentado por los miembros del jurado que le confirieron el premio— por la bien argumentada fundamentación teórico-conceptual y metodológica, así como por la impecable factura estético-artística que lo identifica?
De acuerdo con lo dicho, es decir, que fue un texto extraído de un texto mayor, lo más estresante fue precisamente la selección y la depuración de un fragmento que —sin dejar de decir lo sustancial de su tesis— cubriera la extensión requerida de entrega para el concurso, que siempre es poca para un autor, ya que, al menos en mi caso, es más difícil dejar de decir que decir. Sintetizar siempre se hace una tarea más ardua que dejar fluir las ideas sin un coto de extensión, ya que la idea concluye por ella misma en un camino orgánico de expresión lo que es una especie de «muerte súbita» o choque contra un muro de contención en el caso de una entrega con extensión forzosamente requerida. Quizás para alguien que ejerza el periodismo no, pero en mi caso me es mucho mejor escribir sin limitaciones. El texto proviene de un libro coherente y estructurado como tesis, y decantar, eliminar y reducirlo sin detrimento de los contenidos esenciales, fue sumamente «estresante» como usted bien dice.
Desde los puntos de vista intelectual y espiritual, ¿qué nuevas responsabilidades ha traído consigo el hecho de haber sido laureada con un premio que tiene carácter internacional?
Creo que el Premio lo que ha hecho es aumentar y enfatizar una responsabilidad que hace mucho tiempo, desde que realizo investigaciones y escribo ensayos, me he trazado, ya que para un «creador» nada hay como el diálogo que se establece con el lector. Y destaco la palabra «creador», porque pienso que el género ensayístico puede alcanzar altos vuelos literarios y artísticos en la medida en que deje de ser encasillado como un mero texto académico o forrado de metódicas y métodos que solo hacen confundir al lector y forzar al ensayista a creer que mientras más «teórico» su ensayo más culto parecerá (lo que me hace evocar una frase puntual tomada de la cultura greco-latina: «donde abunda la teoría, reina la ignorancia»). Y es exactamente lo contrario, ya que un ensayo que no enseñe sus líneas de apoyo y las costuras teóricas con las que ha sido cosido es mostrar su verdadera grandeza. Esa metodología «teórico-conceptual» como advirtió el jurado calificador, no debe mostrarse nunca como fe de erudición, sino como base primaria y de apoyo de expresión. Es como en el ballet, donde todo paso de una coreografía se apoya en las cinco posiciones básicas de ese arte, que ningún espectador «distingue» si lo que se muestra en escena es verdadero arte, no una clase metodológica de ballet.
¿Algo que desee añadir para que no se le quede nada en el tintero?
Siempre un Premio marca un antes y un después. Recuerdo cierta vez que, en un certamen donde fui distinguida, vino a mí el siempre caballeroso y amable Ambrosio Fornet, al que todo ensayista debe recordar como el gran maestro (con mayúscula) que fue, para decirme que ya era parte del gremio de los ensayistas, y años antes, en el acto de defensa de mi primera tesis doctoral en la Universidad de La Habana, el querido doctor Julio Le Riverend Brussone me dijo que había que reconocerme como parte de los investigadores cubanos. Sin esos momentos de «relevancia» difícilmente alguien reconozca la valía de un investigador y ensayista así lleve años y años dedicados a trabajar entre papeles y manuscritos olvidados. Creo que el género ensayístico de manera muy injusta está poco reconocido en Cuba, ya que es el ensayo la gran voz de Hispanoamérica donde aparecen las figuras más representativas y se ha delineado su perfil […].
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