«En un agujero en el suelo vivía un hobbit». Esta frase marca el inicio de la que es, probablemente, una de las mejores sagas fantásticas de la historia de la literatura. Al final de sus días, John Ronald Reuel Tolkien no sabía explicar el motivo por el que había escrito esta frase, de hecho, casi la olvidó hasta que, tiempo más tarde, en 1932, escribió El hobbit. El autor de la Tierra Media zarpó hacía los puertos grises el 2 de septiembre de 1973, cuando una neumonía que contrajo durante un tratamiento para la úlcera gástrica que padecía acabó con su vida a los 81 años.
Los inicios del escritor
Tolkien nació el 3 de enero de 1892, en la ciudad de Bloemfontein, actual capital judicial de Sudáfrica. En 1895, cuando John apenas contaba con tres años de edad, partió con su familia hacía Inglaterra, ya que su madre Mabel estaba cansada del riguroso clima sudafricano. Arthur, su padre, se quedó en Sudáfrica a cargo de su negocio de venta de diamantes y otras piedras preciosas al Banco de Inglaterra. Sin embargo, el 15 de febrero de 1896, falleció a causa de una fiebre reumática.
Tras la pérdida de su marido y sin ingresos, Mabel se fue a vivir con sus hijos junto a su familia en Birmingham y posteriormente a la vecina localidad de Sarehole, donde la gran belleza de la campiña inglesa cautivó a John desde el primer momento (lo que quedaría reflejado en su obra).
Mabel enseñó a su hijo las bases del latín cuando apenas tenía cuatro años. A esa edad el pequeño ya sabía leer y poco después escribir de forma fluida. John sintió fascinación desde muy temprano por la mitología y por los idiomas. Llegó a aprender griego, latín, francés, inglés, galés, gótico, finlandés, islandés, noruego antiguo y alto y alemán antiguo. No contento con eso, se dedicó a inventar sonidos y nuevas lenguas.
Génesis de la Tierra Media
Cuando John apenas tenía 12 años, su madre falleció a causa de algunas complicaciones de la diabetes que padecía. Tolkien y su hermano pequeño, Hilary Arthur, quedaron entonces bajo el cuidado del padre Francis Xavier Morgan, un sacerdote católico del Oratorio de Birmingham.
A los 16 años, John conocería a quien iba a ser el amor de su vida: Edith Mary Bratt. Sin embargo, el padre Morgan consideraba que una relación amorosa distraería a John de sus estudios. Así, tras varias advertencias y un par de intentos por separar a los jóvenes, finalmente el padre Morgan acabó prohibiendo a John que mantuviera contacto alguno con Edith hasta que cumpliera los 21 años.
Mientras asistía a la King Edward’s School, John continuó demostrando sus aptitudes lingüísticas con el desarrollo de lenguajes aún más elaborados. Durante una clase de inglés antiguo descubrió el poema «Crist» del poeta anglosajón Cynewulf. Tolkien quedó asombrado por una de sus coplas: “Eala Earendel engla beorhtastofer middangeard monnum sended” (“Salve Earendel, el más brillante de los ángeles, enviado a los hombres sobre la tierra media”). De ahí surgió el primer personaje de la Tierra Media creado por Tolkien, Eärendil el Marinero, que viajaría a lo ancho del mar para salvar a los hombres y a los elfos.
Junto a sus compañeros de estudios, Tolkien fundó el Tea Club and Barrovian Society (T.C.B.S.). Se trataba de una hermandad que solía reunirse en los grandes almacenes Barrow para tomar el té, charlar, divertirse y recitar a los clásicos o sus propias composiciones. Durante el verano de 1911, John viajó a Suiza con otros doce compañeros y, según recordaría años más tarde en una carta, la experiencia vivida en los Alpes le sirvió de inspiración para relatar la travesía de Bilbo Bolsón a través de las Montañas Nubladas en su obra El hobbit.
La guerra como causante de todos los males
A pesar de las muchas trabas e impedimentos impuestos por el padre Francis, el día en que Tolkien cumplió los 21 años escribió de inmediato una carta a Edith para declararle su amor y preguntarle si quería casarse con él. Aunque ella ya estaba comprometida al creer que Tolkien la había olvidado, ambos jóvenes se reunieron bajo un viaducto de ferrocarril y, tras renovar su amor, Edith dejó a su prometido. Tras comprometerse en Birmingham en enero de 1913, Edith se convirtió al catolicismo ante la insistencia de Tolkien, y se casaron el 22 de marzo de 1916 en Warwick (Inglaterra).
Tras su graduación, Tolkien se unió al Ejército Británico durante la Primera Guerra Mundial. Se enroló con el rango de teniente segundo especializado en lenguaje de signos y fue destinado a Francia en 1916. Sirvió como oficial de comunicaciones en la batalla del Somme, hasta que enfermó de la denominada “fiebre de las trincheras”, siendo trasladado a Inglaterra el 8 de noviembre.
En la obra de Tolkien se aprecia una concepción de la guerra como fuente de desgracia para los pueblos. Él perdió a la mayoría de sus amigos en el frente y por eso no es de extrañar que sus amados hobbits fueran un pueblo profundamente pacífico. Sin embargo, la obra de Tolkien no tiene ni un sólo ápice de “buenismo”. Tolkien insufla a sus personajes –conocedores de la noble causa por la que han de luchar– lealtad, honor, sacrificio, piedad y esperanza para enfrentarse a Sauron, el Señor Oscuro, representación de la maldad.
En su día, algunos quisieron ver en El señor de los anillos, la obra maestra de Tolkien, un reflejo de las guerras mundiales y la geopolítica del siglo XX, pero el escritor siempre justificó que la Tierra Media, el país donde vivían los hobbits, ya había sido concebida en su imaginación mucho antes y que su obra maestra trasciende las grandes luchas entre el bien y el mal de su tiempo. En ella, el escritor quiso plasmar las grandes luchas entre el bien y el mal de todos los tiempos.
Hobbits y anillos mágicos
Tras la guerra, Tolkien trabajó como lexicógrafo asistente en la redacción para la primera edición del Oxford English Dictionary. En 1920, ocupó el puesto de profesor no titular de Lengua inglesa en la Universidad de Leeds y, en 1925, accedió al cargo de profesor de Anglosajón en el Pembroke College, en la Universidad Oxford.
Tolkien comenzó entonces a escribir El hobbit como un cuento para leer a sus hijos más pequeños antes de dormir, pero antes de terminarlo lo abandonó sin imaginar lo que ese cuento iba a suponer para él.
A mediados de la década de 1930, Elaine Griffiths, una antigua alumna de Tolkien y amiga de la familia, leyó el manuscrito de El hobbit. Elaine tenía contactos en la editorial Allen & Unwin, quienes, por recomendación suya, se interesaron por el cuento. Tolkien, así, terminó el relato y El hobbit se publicó en 1937. Fue un éxito inmediato y desde entonces no ha habido otro libro más recomendado en las listas de lectura para niños. Pronto la editorial pidió a Tolkien una continuación del relato.
El autor presentó a la editorial algunas de las historias de su enorme mitología –que al final se compilaron en la obra que hoy conocemos como El Silmarillion–, pero no interesaron al editor que pidió “más sobre los hobbits”. Fue entonces cuando Tolkien comenzó algo más que una historia para niños: en 1954 se publicaría El señor de los anillos, una saga en la que las aventuras de los hobbits se mezclan con las grandes historias épicas de la Tierra Media.
El señor de los anillos se convirtió de inmediato en un éxito sin precedentes. Tanto, que los fans incluso llamaban a la puerta de la casa de Tolkien a las tres de la madrugada para preguntar si los Balrogs (unas criaturas demoníacas con capacidad para dominar el fuego) tenían alas. Tras este éxito, la editorial por fin accedió a publicar El Silmarillion y Tolkien dedicó el resto de su vida a intentar terminar tan compleja obra.
El 29 de noviembre de 1971, Edith murió a la edad de 82 años y Tolkien lo hizo el 2 de septiembre de 1973. El padre de los hobbits fue enterrado en la misma tumba que su mujer y quiso que en la lápida que compartían se inscribieran los nombres extraídos de una de las leyendas incluidas en El Silmarillion en la que se habla del amor eterno entre una doncella elfa, Lúthien, y un mortal, Beren: «Edith Mary Tolkien. Lúthien. 1889-1971 / John Ronald Reuel Tolkien. Beren.1892-1973».
***
Tomado de Historia National Geographic
Visitas: 12