
Desde los tiempos juveniles, en que asistía a los talleres literarios como hacedor de cuentos y piezas teatrales, admiraba a Jesús de la Caridad Candelario Alvarado por su rala capacidad para sorprender y sumergirse en realidades signadas por la filosofía de la existencia. Como Marcial Gala, poseía una sólida cultura integral, si bien depurada de “carpentierismos” que recreaba con gracejo y no poca mordacidad. Candelario se burlaba de las medianías, con una alta dosis de aticismo, entiéndase “la más alta expresión de ingenio”, si bien “la forma más baja de humor”, al presunto decir de Oscar Wilde. Esta visión crítica (en tanto figura retórica) le inspiraba a crear, citar o parafrasear algunas frases ingeniosas.
No poseía una imagen de intelectual (a razón de su deleite por los rones y des-gusto al vestir, cierto proceder irreverente o soberbio); empero, cuando compartía sus poemas y cuentos en peñas, talleres literarios o de narrativa, en publicaciones al estilo de Ariel (su estrado más sistemático como crítico, donde igual hablaba de música o artes visuales, no solo de literatura) podíamos descubrir su aura, el rigor cognoscitivo sobre las teorías narratológicas, las técnicas para la cimentación de la imagen poética y la facilidad para filosofar sobre la contingencia humana, los huecos y crucifijos, en pos de deshacer el tiempo, como el agua…
¿Cuál es el itinerario de este lúcido escritor, autor de textos al estilo de Breve filosofía de los huecos (el primero que llegó a mis manos y uno de los más novedosos en su currículum) o Los anormales son invisibles (1999 y 2002), probablemente entre los más polemistas? Jesús Candelario sentía un gran atractivo por la literatura desde la infancia, pese a sus orígenes proletarios. Esa sensibilidad es revelada durante la etapa escolar en Cruces. En vez de entregarse a la declamación, como era usual en muchos de sus compañeros de clase, prefería consumir historias, fábulas y una muy selecta poesía. Muchos de estos signos se consolidaban en su amor por el cine y el arte inquieto. Durante toda su vida devoraba filmes de autor (preferiblemente basados en obras literarias) y muestras de artes visuales.
Nos abandonó un incómodo domingo (25 de mayo de 2025), en contra de su voluntad (bromearía este poeta y narrador crucense, venido al mundo el 9 de enero de 1959), en una hora perturbadora (2 p.m.) y en medio de una calor tórrida, asfixiante, todavía con mucho por hacer para el crecimiento de la literatura sureña y cubana.

En 1979 ya tiene definida su vocación artística, la literatura, aunque no los modos con las cuales expresarse. De manera que, se inserta en el Taller Literario Raúl Aparicio, consumando un periplo formativo en las técnicas de apreciación y creación, ensanchando sus habilidades y talentos como narrador, poeta y crítico literario. Estas condiciones favorecerán su entrada a la sección de literatura de la Asociación Hermanos Saíz.
Como no existe una carrera para titular poetas y narradores, Candelario cursa estudios en el Instituto Superior Pedagógico Félix Varela de Santa Clara, graduándose como licenciado en Literatura y Lengua Inglesas en 1981. Esta inusual disciplina (al menos entre los sureños de la época) le abre los caminos para laborar como profesor de inglés en la Universidad Pedagógica de Cienfuegos y contiguo bregar como literato en varios espacios creativos. De hecho, realiza sus primeras publicaciones en el artesanal Boletín Literario Raíces (concebido con la técnica de impresión Dito) y presenta sus obras de modo sistemático en los Talleres Debates Literarios y numerosos concursos y eventos provinciales, de la región y nacionales, en los que consigue lauros y menciones.
Tales experiencias y reconocimientos le colocarán como subdirector y más tarde director del Centro Provincial de Casas de Cultura; asimismo, coordinador o editor de varios libros en la editorial Reina del Mar. Justo, con esta empresa de la AHS salen a la luz algunas de sus mejores creaciones, al modo la primera versión del libro de cuentos Los anormales…. Otra de sus editoriales preferidas resulta la Ed. Mecenas, que lanza textos exitosos como Breve filosofía de…, Vendedor de crucifijos (2004) y Dios no tiene teléfono (2012), entre otras.
La vertiginosa alza de sus narraciones y poesías igual favorece su inclusión en varias antologías latinoamericanas (México y Puerto Rico), al tiempo que consolidan una obra marcada por la frescura y la inmediatez.
Pese a que la pandemia atropella sus piernas, Candelario no deja de apostar por la literatura. Los pasos son inciertos, el desplazamiento lento (a veces tiene que auxiliarse de un bastón), se resquebrajan su sistema nervioso y la visión; no obstante, robustece la peña Viaje a la semilla cada viernes a las 3:00 p.m., publica artículos en la Revista Cultural Ariel, realiza un Taller de Narrativa durante cinco años, gana una Beca de Creación para un proyecto de libro de cuentos, protagoniza un corto de ficción y asiste a cuantas acciones culturales se suceden en los Jardines de la UNEAC, aprovechando para improvisar poemas y socializar chistes.
Los cienfuegueros y la nación toda han perdido a un narrador y poeta marcado por la impronta, las ideas profundas, elegancia y naturalidad del lenguaje, la visión crítica y energía filosófica, capaz de lograr que lo esencial se muestre invisible a los ojos y los lectores transmuten en coautores de estos universos posibles que anidan en el tronco de la cubanía.

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Tomado del Diario 5 de Septiembre https://www.5septiembre.cu/jesus-candelario-la-gloria-del-filosofo-en-el-tronco-de-la-cubania/
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