Este 14 de septiembre
Un desconocido, un perfecto desconocido es hoy día —fuera de su natal Guanajay— el escritor Joaquín Aramburu. Y es lástima que así ocurra porque en su historia de vida confluyen particularidades de interés: fue obrero manual, se hizo maestro de azúcar, trabajó de mayordomo, de enfermero, de empleado del comercio, panadero, lector de tabaquerías, también fue escribiente y delegado del Banco Español de Guanajay. ¿Qué os parece?
Algo más: ese rosario ese oficios los desarrolla entre el Guanajay natal y la cabecera provincial, o sea, la ciudad de Pinar del Río. Aramburu fue hombre de trabajo y un trabajador intelectual. Dualidad de condiciones interesante en nuestro olvidado personaje. En la literatura halló Joaquín Aramburu el leitmotiv que su espíritu de poeta y narrador requería para vivir. Cursó la enseñanza primaria en su localidad natal y aprovechó al máximo las enseñanzas de sus maestros, a los cuales honró con su posterior desempeño literario.
Nacido el 10 de septiembre de 1855, ingresó en la masonería y buena parte de su vida y de su producción escrita tuvo que ver con esta condición de masón, al punto que varias de sus obras sobre el tema alcanzaron más de una edición.
Primero se contó entre los autonomistas, pero luego comprendió que el camino a seguir era el del separatismo, motivo por el que fue procesado y, aunque no llegó a encarcelársele, sí se le obligó a trasladarse a La Habana, para tenérsele bajo control gubernamental.
Aramburu colaboró en sus inicios en La Crónica y El Entusiasta. Fundó la publicación El Occidente y colaboró también en El Eco, La Escoba y La Alborada. En La Habana lo hizo para El Triunfo y El Comercio. Súmese que dictó numerosas conferencias en las escuelas de verano para maestros. Sin embargo, su mayor trascendencia está dada por haber estado a su cargo la sección «Baturrillo» del Diario de la Marina durante casi veinte años, desde 1904 hasta su fallecimiento.
De su trabajo titulado «Tres tumbas» (las de Carlos Manuel de Céspedes, José Martí y Bartolomé Masó) es el siguiente fragmento, que ilustra su escritura:
Allá, en la región hermosa por donde nos viene el día, en el Oriente indomable, el de la leyenda altiva, de los héroes de la patria y las arrogantes hijas, tres esqueletos descansan en lechos de tierra tibia.
Proyecta su sombra el sauce, sobre la losa reclina el rosal sus verdes ramas, y lirios y margaritas se deshacen, en la tarde, en muchas hojas finísimas, cual si fueran de Natura tristes lágrimas caídas.
Junto a los tres epitafios —que son la misma elegía—tres ángeles soñolientos descansan, más que vigilan. Son tres virtudes cristianas, que bajo el mármol dormitan, y tres fases de la historia de la nación simbolizan.
No es desdeñable su obra. Publicó libros de poesía: Ráfagas y brisas, 1892; Páginas íntimas, 1895; también Prosa y verso, 1895; Grandezas asturianas, colección de leyendas de esa región española, 1890; Un detallista feliz, novela de costumbres, 1892; Páginas, 1907, que es una selección de sus trabajos en prosa y en verso, entre otros libros, sin incluir aquellos trabajos que dedicó a la masonería. Además perteneció a la Real Academia de Galicia.
Joaquín Aramburu murió en Pinar del Río hace ahora un siglo, el 14 de septiembre de 1923. Ignoramos si alguien más recordará la fecha, pero desde esta revista digital CubaLiteraria rendimos un sencillo homenaje a su memoria.
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