Es probable que los criticos “critiquen” este título intencionado, para llamar la atención. Y es que Buesa fue un poeta tan fecundo y, bueno, tan desigual, que no ha habido crítico que a lo largo del tiempo no lo haya criticado. Pero resulta que fue tambien muy popular, muy leído, repetido y comentado. Sus versos incentivaron la lectura mucho más que los de otros autores sin duda más sólidos. Y José Ángel Buesa sigue vivo al cabo de 110 años de nacido, que este 2 de septiembre se conmemoran.
Max Henríquez Ureña, poseedor de cultura y conocimiento, apuntó: “No es un poeta para minorías. Su verso, melodioso y atrayente, se pega al oído. Así ha conquistado las preferencias de una gran masa lectora.” También lo asigna al grupo de los reorrománticos, que muy bien le cuadra. Con lo anterior queda dicho ya casi todo.
Únicamente el río conoce tu secreto,
ese secreto tuyo que es el secreto mío.
El río es un hombre de corazón inquieto
pero el amor se aleja como el agua del río.
Únicamente el río nos vio por la vereda,
y el rumor de sus aguas era como un reproche.
Tu piel era más blanca bajo la magra seda,
como el deslumbramiento de la nieve en la noche.
Buesa nació en el municipio de Cruces, hoy perteneciente a la provincia de Cienfuegos. Y el suceso ocurrió el 2 de septiembre de 1910. Comenzó a escribir versos tempranamente y es probable que al mudar la familia para la ciudad de Cienfuegos hallara un clima más propicio donde encauzar su marcada precocidad poética. Joven aún se traslada para la capital cubana y entonces el panorama se ensancha con su incorporación a los grupos literarios y la publicación de sus primeros libros.
Escribía, publicaba y “vendía”, de ahí que la relación de sus títulos sea extensa y los críticos coincidan en que un poco menos de fecundidad y un poco más de autoexigencia, le hubieran salvado de los excesos y el facilismo que casi siempre afectan al que escribe o habla en demasía. De todas formas, vale aquí apuntar algunos —solo algunos— de sus libros: La fuga de las horas (1933), Canto final (1938), Muerte diaria, Oasis, Odas por la Victoria (todos de 1943), Canciones de Adán (1947), Alegría de Proteo (1948), Nuevo oasis (1949), Poesía en la arena (1949), Poeta Enamorado (1955)… Oasis, por ejemplo, alcanzó más de 20 ediciones y Nuevo Oasis también gozó de varias.
Los boleros y los poemas de Buesa se compartían las preferencias de los enamorados y de cuantos necesitaban de una frase “romántica” que contribuyera a abrir los caminos del amor. Buesa, no hay dudas, era un autor sumamente inspirado.
Yo seguiré soñando mientras pasa la vida,
y tú te irás borrando lentamente en mi sueño.
Un año y otro año caerán como hojas secas
de las ramas del árbol milenario del tiempo,
y tu sonrisa, llena de claridad de aurora,
se alejará en la sombra creciente del recuerdo.
También por esos años escribe guiones para la radio y otros textos en prosa. Es el suyo un caso de inagotable aplicación al trabajo tenaz. Abandonó el país en 1963 y deambuló por algunas naciones hasta establecerse en República Dominicana, donde ejerció el magisterio universitario y murió el 14 de agosto de 1982.
Entonces sobrevino un largo silencio. En las librerías de segunda mano con un poco de suerte se le podía encontrar en algún ejemplar ajado de pasar por tantas manos. Por fin, en 1997 la editorial Letras Cubanas publicó su antología Pasarás por mi vida, que permite a los lectores juzgar por sí mismos al polémico autor. Después, otro silencio…
Pasarás por mi vida sin saber que pasaste.
Pasarás en silencio por mi amor y, al pasar,
fingiré una sonrisa, como un dulce contraste
del dolor de quererte… y jamás lo sabrás.
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