El espacio Libro a la Carta, que conduce el periodista y crítico Fernando Rodríguez Sosa, constituye un sitio donde se fomenta el diálogo con autores contemporáneos, hace 23 años. El pasado 26 de enero se presentó el poemario Otras islas de la espera de la autoría de José León Díaz. En esta ocasión acompañó la presentación una exposición de la ilustradora Hanna G. Chomenko, con las imágenes que engalanan el libro.
Periodista, editor y subdirector de la revista Revolución y cultura, José León Díaz quiso reflejar en este libro de poesía al hombre en relación con su entorno y lo hizo desde una mirada renovadora. Compuesto por 5 cuadernos, donde la ilustración forma parte de los conceptos que se exponen el libro, estos se apoyan recíprocamente y sostienen la tesis de que cada uno es una isla. Para León su insularidad es tomada, principalmente, de José Lezama Lima.
José León Díaz no se concibe más poeta que narrador, más bien predomina alguno según el estado de ánimo. Tiene como proyecto una novela recién terminada, trabajos periodísticos listos para su publicación y otro libro compuesto por fábulas y minicuentos. Para el licenciado en periodismo esta profesión le ha dado varias herramientas para escribir, el poder de síntesis, ser directo. Como editor trata de no contaminar su fase creativa, opina que es un oficio no reconocido, sobre todo el editor de revista, que es muy difícil, más que de libro, pues todo debe quedar engranado como una orquesta: imagen, letra, contenido.
La pintora y licenciada en Estudios Socio Culturales es una de más importante ilustradora de estos tiempos en Cuba. Chomenko en su exposición titulada, Islas y esperas exhibió en la primera planta de la librería, 5 muestras que se encontraban como ilustraciones en el libro y que se realizaron originalmente en formato digital. La exposición se podrá visitar en la librería Fayad Jamís durante todo el mes de marzo.
Hanna confesó que realizar este proyecto con León fue como estar en casa. Le pareció, Otras islas de la espera de la editorial guantanamera El mar y la montaña, un libro muy bien pensado, muy coherente, antológico, íntimo, muy raigal y maduro. Reveló que el reto mayor fue estar a la altura de esa poesía y lograr ser fiel a su concepto. Para eso tuvo que leer varias veces el libro, que sus ilustraciones reflejaran más del autor y menos de ella.
Los dos estuvieron de acuerdo en que el libro impreso era algo mágico, por eso no desaparecería del todo y que coexistiría en un mismo espacio con el digital. Para León un libro es liberarse de una escena del pasado, para Hanna ir al encuentro del otro y encontrarse a uno mismo.
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