Inmortalidad
Cuando en el éter, fúlgido y sereno, arden los astros por la noche umbría, el pecho, de feliz melancolía y confuso pavor, siéntese lleno. ¡Ay! ¡Así girarán, cuando en el seno duerma yo, inmóvil, de la tumba fría!... Entre el orgullo y la flaqueza mía, con ansia inútil, suspirando, peno; pero ¿qué digo? Irrevocable suerte también los astros a morir destina, y verán por la edad su luz nublada. Mas… superior al tiempo y a la muerte, mi alma verá del mundo la ruina a la futura eternidad, ligada.
Se cumplen dos siglos y veinte años del día en que viera la luz por primera vez un niño que fue, a todas luces, brillante desde su más tierna infancia, quien sería ave de breve paso, pues no viviría mucho tiempo. Nació en Santiago de Cuba, el 31 de diciembre de MIL 803, y desde los 8 años de edad traducía del latín bajo la guía de su padre, quien lo dejó luego a cargo de la enseñanza eclesiástica, la cual aprovechó bien el muchacho. Amplia fue su labor de traducción: vertió textos de historia, novelas y poesía, del inglés, francés e italiano. Quienes le conocieron desde pequeño, dejaron testimonio escrito de su genialidad, al estimar que su sensibilidad comprendía cuestiones debidas al mucho estudio y a una experiencia ganada a través de los años. Conocida es su fábula en verso escrita a los diez años, titulada «El filósofo y el búho», donde hace gala de su dominio de técnicas y recursos literarios como la alegoría, la parábola y la prosopopeya, tal puede apreciarse en estas bien llevadas rimas, que fueron conservadas en un cuadernillo manuscrito titulado Ensayos poéticos:
Por decir sin temor la verdad pura, un filósofo, echado de su asilo, de ciudad en ciudad andaba errante, detestado de todos, y proscripto. Un día que sus desgracias lamentaba, un búho vio pasar, que perseguido iba de muchas aves, que gritaban: —¡Ese es un gran malvado, es un impío, su maldad es preciso castigarla! ¡Quitémosle las plumas, así, vivo! Esto decían y todos le picaban. En vano, el pobre pájaro afligido, con muy buenas razones, procuraba de su pésimo intento, disuadirlos. Entonces nuestro sabio, que ya estaba del infeliz búho compadecido, a la tropa enemiga puso en fuga, y al pájaro nocturno, dijo: —Amigo, ¿por qué motivo quiere destrozarte esa bárbara tropa de enemigos? —Nada les hice. —El ave le responde— El ver claro de noche, es mi delito.
Desde muy niño viajó con su familia por motivo del trabajo de su padre. En 1819, aún adolescente, actuaba en Matanzas en las puestas en escena de su drama Eduardo Cuarto o El usurpador clemente. También compuso la tragedia Moctezuma y el sainete El campesino espantado. Estudió Gramática Latina en la Universidad de Caracas siendo ya un joven, y allí dio a conocer por primera vez sus poemas. Más tarde, en la Universidad de La Habana, comenzó la carrera de abogacía que continuó en México; y comenzó a colaborar paralelamente en publicaciones periódicas. Además, en el país centroamericano logró reunir su poesía en dos cuadernos que tendrían varias ediciones luego, corregidas y aumentadas, incluso verían la luz en Nueva York. Regresó a La Habana y obtuvo el grado de Bachiller en Leyes. Fundó la revista Biblioteca de Damas y estrenó la tragedia Atreo, traducida del francés, en Matanzas, en 1822. Un año más tarde, recibía el título de abogado en la Audiencia de Puerto Príncipe, hoy Camagüey. Muy joven, este ilustre y activo cubano ya era un artista e intelectual reconocido.
Mas su esencia justiciera lo hizo participar de las libertadoras ideas de la Ilustración y compartió la necesidad de sus avances en la esfera social. Así, fue denunciado por conspirar contra el colonialismo español al constatarse miembro de los Caballeros Racionales, rama masónica de la orden de los Soles y Rayos de Bolívar, por lo que las autoridades dictaron contra él orden de prisión el 5 de noviembre de 1823.
El Gobierno español lo condenó a muerte y el joven prefirió huir de la persecución del Capitán General Francisco Dionisio Vives. Escondido, marchó a los Estados Unidos días más tarde, en un barco desde el puerto de Matanzas, como polizonte. Al llegar, se trasladó a Nueva York y viajó por el país norteño. A la vista de las famosas Cataratas, escribió su conocida «Oda al Niágara», donde lamentaba su condena al destierro, al ver frustrado su regreso a Cuba.
De nuevo en México, trabajó para el gobierno de Guadalupe Victoria en MIL 826 en la abogacía, a varios niveles y en distintas localidades, y se involucró también con la prensa durante años, pues creó y desarrolló un periódico crítico y literario, además de publicar la Revista Minerva.
Como buen seguidor de las ideas del Siglo de las Luces, plasmó su conocimiento científico acerca de la Física y la Astronomía en poemas como «Inmortalidad», «A la estrella de Venus» y «Oda al cometa de 1825», donde describe claramente cuestiones relacionadas con la ínfima duración de la vida humana con respecto a las edades del universo y de los cuerpos celestes; y exhibe su sapiencia acerca de la distribución de los mismos, las leyes de la naturaleza que los guían y sus rutas en el espacio, sin desdeñar en modo alguno sus creencias y sin desmedrar en calidad literaria.
Muy reconocido por sus creaciones, José María Heredia y Heredia continuó escribiendo poesía. Sin embargo, en la vida íntima y personal no lo acompañó el éxito.Perdió a su hija Julia, y con ese dolor retornó a Cuba con licencia del gobierno del Capitán General Don Miguel Tacón, con el fin expreso de ver a su madre. Esa última visita, censurada por muchos patriotas coetáneos y sucesores del poeta, fue la despedida de su familia y de su patria, pues falleció en Ciudad de México, el 7 de mayo de 1839, de tuberculosis, cuando contaba apenas 35 años de edad.
Este cubano de talento precoz y brillantez meridiana, periodista, dramaturgo y abogado, ha sido considerado además el primer poeta romántico de toda América. En un tiempo fue identificado por muchos conterráneos como el poeta nacional de Cuba.
El multipremiado escritor cubano Leonardo Padura Fuentes dedica un interesante y ameno homenaje a esta figura cimera de la historia y la literatura en La Novela de mi Vida, texto publicado a inicios de este siglo, que mereció el Premio Internacional de Novela Casa Teatro y ha sido considerado por muchos estudiosos su obra cumbre.
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