
Palabras de Cintio Vitier en la presentación del libro Diálogo sobre José Martí, el Apóstol de Cuba.
Bien, yo tengo poco que añadir, el libro está ahí y espero que ustedes lo disfrutarán. Solamente quiero recordar cómo nació. Uno de los precursores de la posibilidad de este libro está con nosotros, que es Carlos Martí, quien primero estableció una relación amistosa con este Maestro budista, Daisaku Ikeda. ¿Cómo comenzó esta relación, Carlos, que yo no conozco bien los antecedentes?
Carlos Martí: Él mandó un enviado a hacer contactos aquí con las instituciones culturales y en esa época yo era Viceministro de Cultura, entonces lo atendí y sostuvimos muchas conversaciones a propósito de la cultura cubana, le interesaba mucho y le envió las informaciones a Ikeda. Luego ese hombre murió, pero ya se había establecido el vínculo con su Maestro.
Cintio Vitier: ¿Ustedes estuvieron en Japón, no? Tú y tu esposa. Antes que nosotros.
C.M.: Sí, yo había estado antes en otras responsabilidades y había conocido allí personalmente al Doctor Ikeda.
C.V.: ¿Qué te impulsaba, la sombra de Julián del Casal? Yo ztu, y esto lo escribió a propósito de la estancia de Víctor Hugo, desterrado en Jersey y Guernesey, de donde salió espiritualmente fortalecido para escribir Los miserables y tantas obras que eran la mayor devoción del Maestro Ikeda, como pudimos comprobar cuando conversamos con él en Tokyo. ¿Cómo se dice, Tokio o Tokyo? Yo quisiera no cometer ningún error ante tan ilustre concurrencia pero realmente no lo sé, además, ¿quién lo sabe?, ah, por favor, ¿cómo debemos decir, Tokío o Tokyo?
Agregada Cultural de la Embajada de Japón: Tókyo.
C.V.: ¿Y cómo se debe escribir, con y o con i?
A.C.E.: Con y.
C.V.: Así lo estoy haciendo más bien intuitivamente. Pues bien, estos antecedentes, estos primeros vínculos, estas primeras relaciones con el Doctor Ikeda fueron haciendo posible un mayor conocimiento mutuo hasta que él estuvo en Cuba personalmente en el 96. Trajo una maravillosa y memorable exposición de arte japonés que se exhibió en el Museo de Artes Decorativas y también figuraba allí la colección de sus libros más importantes, que son libros todos en forma de diálogo.
Él ha cultivado este género, digamos, como una especie de símbolo de lo que debe ser el diálogo entre Oriente y Occidente en el campo de la cultura. En esa ocasión él le otorgó la condición de Honoris Causa a Fidel Castro. No sé si estuvo también con el Rector de la propia Universidad Soka, porque la institución que él dirige se llama Soka Gakkai International, creo que Soka Gakkai puede significar Creación de Valores, o sea, Creación de Valores Internacionales, fraternales digamos, entre Oriente y Occidente, y pronunció un discurso muy hermoso cuando se le otorgó a su vez la Orden Félix Varela, y en ese discurso hizo hincapié en la obra educacional que había realizado la Revolución cubana. Aquí yo en una nota en la contraportada hago alusión a esas menciones que hizo de la labor cultural de la Revolución y del pensamiento de Martí, que ya conocía bastante. Y, bueno, alguien que supongo está en estos momentos a mi derecha, aunque generalmente está a la izquierda de todos, parece ser que fue el culpable de decirle que yo podía contribuir a que realizara un diálogo que yo le advertí desde el principio al Doctor Ikeda que no sería entre él y yo, sino entre él y Martí y yo sería el intermediario, y así lo hicimos. Después nos invitó a su país, donde fuimos atendidos maravillosamente por él y por todas las personas que estaban al frente de esa institución, tanto en Tokyo como en Kioto. Una cosa emocionantísima fue ser recibido en las escuelas de segunda enseñanza allí por muchos estudiantes japoneses cantando La Guantanamera. Nos acompañaban Hart y su esposa Eloísa, Fina y yo estábamos realmente conmovidos con ese recibimiento y fue así en todas partes con ellos como compañeros.
Además fuimos invitados a la institución musical Min-on. Allí tuvimos también la emoción de escuchar grabaciones para los rollos de pianola, que es algo perdido en el mundo, de músicos como Albeniz, Scriabin, Granados, algo realmente tremendo porque además, en esas grabaciones teníamos la sensación no solamente de estar oyendo la música, sino viendo el pulso, las manos de esos grandes músicos, ya muertos hacía tantos años, en las teclas de las pianolas que esa institución atesora.
Y estuvimos en la Universidad, desde luego, allí vimos la gran estatua que Ikeda hizo instalar como homenaje a su gran maestro occidental, Víctor Hugo.
Pero cuando estuvimos en la sede de la institución Soka Gakkai International, se nos ofreció una cena y en aquella cena el Doctor Ikeda nos confesó que había llegado a la conclusión de que Martí —espero que no haya ningún francés aquí que se ofenda por esta declaración que fue muy espontánea— se había dado cuenta de que Martí era más grande que Víctor Hugo, que era su gran devoción en el mundo occidental. Recuerdo que no sé si en voz alta o baja, el compañero Hart comentó que, desde luego, es como si Víctor Hugo hubiera dirigido la Revolución francesa. Como si no solamente hubiera escrito lo que escribió, sino además hubiera sido protagonista de la acción política, de la acción histórica, como lo fue también Martí. Pero además nos sorprendió aquella noche, en aquella cena que por otra parte es un espectáculo en el que uno se siente invitado a participar, con un maestro cocinero que es como un bailarín y todo aquello tiene un encanto y un arte extraordinario, nos sorprendió en la conversación con Ikeda, en un momento de especial vehemencia en que, además, recuerdo que se quitó la chaqueta como para hablar con más ímpetu, con más calor, y empezó a recitar fragmentos de las cartas de Martí a María Mantilla. Ya eso me ganó para siempre, porque en japonés, traducido por una magnífica traductora a la cual queremos rendirle homenaje y recuerdo muy cariñoso en esta ocasión también, María Cristina Morinaga, por cierto nacida en la Argentina, había memorizado e interiorizado esos textos tan queridos y entrañables para todos nosotros. Bueno, ahí se anudó nuestra relación definitivamente para hacer este libro. Como un año después vino una delegación con el director del equipo editorial, la propia María Cristina Morinaga y el inolvidable Kimiro Yoshida, simpatiquísimo asesor del Doctor Ikeda que ha sido también un factor importante de enlace con correos electrónicos y faxes, a través de los cuales íbamos recibiendo los cuestionarios de Ikeda, íbamos respondiendo y se iba hilvanando el diálogo cuya metodología fue organizada en las sesiones que tuvimos con esta delegación en el año 97, Trabajamos en el Hotel Nacional y a partir de ahí, pues, estaban echados los rieles digamos para que este ferrocarril echara a andar y realmente fue así durante estos años hasta que en el 99 empezaron a publicarse los capítulos, que son tres grandes capítulos con diez subtítulos cada uno, en una revista que se llama Ushio o Ushío, Marea, ¿cómo se dice?
A.C.E.: Ushbió
C.M.: Es una palabra aguda.
C.V.: ¿Tú sabes un poco de japonés, no, Carlos? Ustedes me dieron a mí un papel con una serie de frases, fuiste tú y Ana María también, de uso común en Japón, que me fueron muy útiles. Pues bien, en la mencionada revista, que tiene una gran tirada, se fueron publicando los capítulos, si no recuerdo mal, hasta avanzado el 99. Y finalmente se acordó por esa misma editorial convertir esta serie de entregas de la revista en un libro. Libro que en el mes de agosto pasado fue publicado en Japón con un título que ahora no recuerdo pero que es muy bello, título que no es el que le pusimos en Cuba, más sobrio, título lleno de poesía, y me dice en una de sus últimas comunicaciones Kimiro Yoshida que la presentación de este libro en Tokyo fue el 24 de agosto, fecha en que se conmemoraba un aniversario de la declaración de Daisaku Ikeda, cuando era un joven por la cual se consideraba públicamente y para siempre discípulo de Josei Toda. Josei Toda fue su Maestro, a su vez discípulo de Tsunesaburo Makibushi, que murió en prisión combatiendo pacíficamente, como lo hacen todos ellos, pero con una gran energía moral, combatiendo el régimen militarista japonés. Toda también estuvo en prisión, pero se salvó, sobrevivió y fue el Maestro, finalmente, de Daisaku Ikeda, fundadores de esta institución que ha alcanzado un gran esplendor, tiene millones de afiliados en Japón y fuera de Japón. Cuando fuimos a ese país, a través de una escala en París, nos sorprendió la presencia de la institución Soka Gakkai en Francia.
Nada más les digo esto: Adquirieron el castillo donde Víctor Hugo se reunía con los grandes románticos franceses, que era a la vez la sede del Journal des Debats, uno de los periódicos más famosos del siglo IX europeo, en las afueras de París.
Hart: Yo estuve en Nueva York en una preciosa sede que tienen también allí…
C.V.: Sí, ellos se han ido extendiendo por todo el mundo y esta es una de esas pruebas que realmente resulta impresionante, la de ese castillo que actualmente han dedicado a la figura de Víctor Hugo y compite en prestigio con el famoso museo que seguramente muchos aquí han visitado en la Place des Vosges. Están en Inglaterra, están en los Estados Unidos, están en México y evidentemente, están en Cuba, porque si no la institución, el fruto de esta colaboración, finalmente, lo tenemos ya, después de su presentación el mes pasado en la versión japonesa, lo tenemos ya en español.
Yo quiero darle las gracias a Imeldo Álvarez porque, como siempre, ha sido un magnífico editor, de gran experiencia y fineza, también al compañero Ernesto Joan que fue el autor de esta encantadora viñeta de presentación del libro, las dos tacitas, la taza de té y la taza de café. Los que toman el té y el café no están presentes, pero están graciosamente aludidas las dos culturas. Me parece que es un acierto y que debemos felicitar al compañero Ernesto y a Imeldo por esta edición tan fina y tan atractiva pienso yo, y que ya esta tarde estará a disposición de todos ustedes.
Estaba yo considerando la diferencia entre la escritura japonesa y la escritura en español, porque en japonés este libro tiene 445 páginas y en español tiene 100 páginas menos. Espero que ustedes lo disfruten, repito, su mayor interés, me parece a mí, consiste en las relaciones que se establecen con el pensamiento de Martí, pensamiento político pero también pensamiento estético, ético, filosófico, religioso. Martí tuvo bastante conocimiento del budismo.
Yo lo primero que le envié a Ikeda fue un recuento de las ideas de Martí sobre el budismo, religión que admiró por su tolerancia, y definitivamente en este libro se ponen de manifiesto, a través sobre todo de los aportes de Ikeda las relaciones que pueden establecerse entre el pensamiento de Martí, repito, y grandes figuras de la cultura oriental, especialmente japonesa, en primerísimo lugar Nishiren Daishonin, el Maestro de esta línea budista, porque hay dos líneas principales, Mahayana e Hinahayana, y de eso yo aprendí un poco a través de la lectura sobre todo de uno de los diálogos principales, que es un libro yo creo que importantísimo, de muy fructífera lectura para todos y para los cubanos en este momento también, y es el diálogo entre Ikeda y Arnold Toynbee.
Arnold Toynbee fue uno de los grandes, para algunos el más grande historiador del siglo XX. Yo me acuerdo cuando llegó ese libro, A Study of History, traído por mi padre a Matanzas, cuando todavía vivíamos en Matanzas, una de las primeras ediciones, después se hicieron otras muchas, y era un gran clásico de la historiografía mundial, allí pude yo, a través de ese diálogo, ir aprendiendo toda una serie de cosas que después fue conformando y enriqueciendo acerca de los dos budismos. Y, desde luego, el Mahayana es el preferido y el que hereda esta gran corriente, esta gran tradición que sustenta la Soka Gakkai International. Por otra parte me decía Ikeda que la imagen que da Martí de Buda en su trabajo memorable por tantas razones «Un paseo por la tierra de los anamitas», en La Edad de Oro, está libre de todas las adulteraciones que ha sufrido la figura de Buda a través de los siglos, que es una imagen fidedigna, escrita como fue para los niños, y no olvidemos que Martí proyectó dedicarle a Buda el primer capítulo de los libertadores de la humanidad, lo que, como tantos otros, no pudo escribir. Pero además de los vínculos con los Maestros del budismo, desde Nishiren Daishonin en el siglo XIII, también están los vínculos que establece Ikeda con numerosas personalidades actuales, porque Ikeda no es sólo un heredero de esa tradición oriental y un budista militante, sino que además es un hombre de vastas relaciones internacionales que ha viajado por todo el mundo y que conoce, probablemente, a todas las grandes personalidades de nuestro tiempo. Ahí están, por ejemplo, sus diálogos con André Malraux, Aurelio Peccei, René Huyghe, Linus Pauling.
Por eso yo, desde luego, tuve el cuidado, como les advertí hace un momento, de decirle: no, ese diálogo no va a ser conmigo, porque no pretendo tener esa categoría o como se dice popularmente, ese nivel. No, no lo pretendo, pero sí voy a ser un intermediario.
Ya verán ustedes las inesperadas relaciones que él establece en nuestro diálogo, del pensamiento de Martí con Edward Said, con Norman Cousain, con John Dewey… esta última me chocó al principio y después me convenció y ya ustedes verán por qué en el Diálogo. No siempre estamos de acuerdo, entre paréntesis, como es natural, y el Diálogo está basado en un absoluto respeto mutuo. Eso pienso que le da un interés adicional. Recuerdo ahora a mi admirada Simone Weil, a la que traduje hace tantos años para la revista Orígenes, autora que no ha sido muy conocida tampoco en Cuba y que jamás pensé que se iba a poner en contacto con el pensamiento de Martí, pues resulta que Ikeda lo logra sin ningún esfuerzo. Y así van apareciendo también figuras del Oriente actual, de la literatura china contemporánea, y desde luego está la figura de Gandhi, a propósito de ello evoco en un momento del Diálogo uno de los pocos paralelos que conozco entre Martí y Gandhi, que se debe al ilustre profesor puertorriqueño José Ferrer Canales. En fin, hay una gran riqueza de asociaciones del pensamiento de Martí con grandes figuras orientales y occidentales.
Todo esto me parece que hace de este libro un libro que estaba destinado al Centro de Estudios Martianos, a los estudiosos, a los investigadores del Centro de Estudios Martianos en primer lugar y a todos los cubanos atraídos por la universalidad del pensamiento de Martí. Ya no se trata de que lo digamos, sino que aquí está sin ningún ánimo propagandístico, naturalísimamente, la prueba de eso en que siempre hemos creído: la universalidad de su pensamiento, que hemos basado más que nada en fundamentos éticos, pero aquí se ven además las relaciones culturales que se pueden establecer con estas grandes figuras del pasado remoto y del presente.
¿Quién puso en contacto alguna vez el pensamiento de Bergson con el de Martí? Que yo sepa, nadie.
Desde luego en el libro, y esto se los advierto para que no se sorprendan, hay cosas elementales, cosas que saben los niños de escuela en Cuba y que Ikeda, que desde luego las sabe también, me pregunta, dándole un carácter más informativo y más didáctico para los lectores japoneses a los primeros capítulos del Diálogo, pero ese no va a ser siempre el tono ni la dimensión de esta conversación, con la cual puedo decir que la vida me ha regalado en estos años «adolescentarios» a que he llegado, con una gran esperanza en el futuro de todos.
Muchas gracias
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Publicado en Honda, Revista de la Sociedad Cultural José Martí, No. 5 Año 3, 2002.
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