
Un habanero de pura cepa, por más señas nacido en el popular barrio de Los Sitios, supo, a golpe de puro ingenio y talento musical, inscribir su nombre junto al de otras figuras oriundas de este caimán antillano y cementar fama y gloria, aquí y allende el mar.
No demoro más la presentación. Se trata de un mulato alto y delgado. Su nombre: José Fernández Díaz (1908-1979). Tal vez así no les he dado la pista necesaria. Pero si les anuncio de plano a Joseíto Fernández, soy de los convencidos que saben que se trata del hombre que popularizó su creación Guajira Guantanamera, uno de los temas cubanos más versionados en el ámbito musical.
Como otros artistas de humilde cuna, Joseíto tuvo que boxearle a la vida desde muy temprano, sobre todo para contribuir al pecunio familiar. Varias labores reseñan los apuntes biográficos, entre estos los oficios de zapatero, y vendedor de periódicos y revistas.
Sin embargo, Madre Natura lo dotó de un singular sentido musical que ya, desde que tenía una docena de años, ponía a prueba junto a sus amigos, dando serenatas. Se conoce que el popular intérprete y compositor inició su devenir artístico integrado a un trío que fundó con los hermanos Guido y Juan Llorente.
Especialistas de la obra de este juglar precisan que en el decenio de los años veinte de la anterior centuria hizo nómina en varios sextetos cultivadores del son como fueron Los Dioses del amor, y Juventud Habanera. Además, lució su voz bien timbrada y afinada con un grupo de charangas, defensores del danzón.
Muy pronto, según los entendidos, Joseíto se identificó raigalmente con los elementos del son campesino y del punto cubano. Así las cosas, explotó sus dotes de cantante e improvisador, factores que le posibilitaron ganar prestigio rápidamente. Sepan, amigas y amigos internautas, que Joseíto contaba con un extenso registro vocal, muy intenso, que era capaz de imponerse ante la carencia de amplificadores. Tal hándicap le valió el sobrenombre de «Rey de la Melodía», que lo acompañó siempre.
Su popularidad subió puntos porcentuales cuando una firma jabonera de la época, y cito, «lo contrató para que interpretara su composición Guajira Guantanamera en el programa radial El suceso del siglo, de la emisora nacional CMQ, que escenificaba hechos de la crónica roja». Un repentista escribía las décimas que recreaban el hecho y Joseíto las cantaba colocándole como estribillo el de la Guantanamera. Tal hecho mantuvo la popularidad de la canción. Dicho sea de paso, el programa duró unos 14 años.
Pero la Guantanamera siguió haciendo historia. Refleja una nota que en la década de los 50 le fueron adaptados los Versos Sencillos martianos y más adelante el folclorista y compositor norteamericano Pete Seeger, montó la canción. […] desde entonces, y a lo largo de los años, la Guajira Guantanameraha sido objeto de más de 150 versiones.
Pero Joseíto Fernández no es solo la Guajira… Nada de eso. El destacado intérprete y compositor cubano rubricó más de 40 composiciones, entre guajiras-son, boleros, guarachas, el son y el pregón, y hasta el guaguancó, de los cuales un grupo está registrado por firmas disqueras tanto nacionales como foráneas, y fueron vocalizadas, además, por importantes figuras del ambiente musical.
Por ejemplo, la disquera Puchito grabó Canta el piano, Mi madre y mi tierra, Así pienso y La fea. Con la orquesta Cosmopolita registró en acetatos los temas Pronto te casarás y Amor de madre, de su autoría.
Una curiosidad: la composición titulada Elige tú, que canto yo fue popularizada por otro gran artista cubano, Benny Moré, nada más que con el acompañamiento de su Banda Gigante. Se sabe que en 1956 grabó para la disquera internacional RCA Víctor, con la Orquesta Aragón; 20 años después, en 1976, grabó un LP para la cubana EGREM, con varias obras suyas y de otros autores del patio.
Joseíto Fernández fue uno de esos artistas cubanos que siempre se mantuvieron en su país. Recibió innumerables propuestas, pero nunca abandonó el terruño. Él respiraba cubanía por cada uno de sus poros. Aquí, en su Cuba bella, el «Rey de la Melodía» hizo época en la radio y la televisión. Se le recuerda en San Nicolás del Peladero y en Palmas y Cañas, ataviado siempre de blanco, con su inseparable sombrero de jipijapa, y de un humeante y oloroso tabaco.
Como homenaje a su memoria, la casa en que habitó durante más de medio siglo, en Los Sitios, se ha convertido en un concurrido museo, mientras que en el oriental municipio de Moa fue inaugurada la Casa de la Cultura que lleva su nombre.
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Tomado de Periódico Invasor.
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