Joseph Conrad nació en Berdyczów el 3 de diciembre de 1857. A pesar de su origen polaco es uno de los novelistas más destacado en lengua inglesa. Sabía al dedillo tres idiomas: polaco, ruso, incluso el francés que en ese tiempo se consideraba el idioma culto, pero decide adoptar un cuarto, el inglés, el cual adquirió empíricamente y que fue la lengua que utilizó para escribir su obra.
Durante su juventud se enrola como marinero. La vida marina lo hace amar la aventura, pues igualmente poseía un corazón vehemente que una vez trató de inmolarse por amor. Shakespeare es su mentor en los tiempos de ocio en el mar y con él se convierte en lo que es hoy: uno de los grandes de ese idioma que le aporta exactamente eso, la inclusión desde otra arista de una lengua foránea.
Todas las historias que oyó en cada puerto, las múltiples personalidades con que pudo convivir, la vida dura e inhumana que podía suceder a bordo, el racismo que vio contra los nativos en el Congo, permearon su obra y el carácter de esta, creando el alma humana pesimista, trágica y crítica ante la humanidad. Pero no se debe confundir su vida con su obra misma porque tuvo suficiente imaginación para concebir un producto acabado único.
Extrañamente muchos lo clasifican como romántico, pero él se sirvió de este género para dar gancho a sus historias que tienen un gran corte realista, por eso los críticos afirman que es un pre-modernista, que pudo situarse entre el impresionismo y el simbolismo literario.
Aunque no se consideraba un escritor sombrío, así lo vieron muchos, pues la fe cristiana, en la que los personajes de Dostoievski pueden buscar refugio, en él no existe: «La fe es un mito y las creencias cambian como nieblas en la orilla; los pensamientos se desvanecen; palabras, una vez pronunciadas, mueren y el recuerdo de ayer es tan sombrío como la esperanza de mañana»-sentenció.
Ya sea por ese particular perfil psicológico o por las circunstancias de su aventurada existencia y haber escogido un idioma ajeno para escribir su literatura, la obra literaria de Conrad resulta de una definida personalidad, inclasificable, al margen de cualquier estilo o escuela. Densa y bella como el poeta de la prosa.
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