Sobre el autor
Juan Gelman (Buenos Aires 3 de mayo de 1930 – Ciudad de México 14 de enero de 2014) poeta, periodista y combatiente revolucionario argentino, autor de poemas con gran carga social y política. Abandonó su carrera de química para dedicarse al destino de las letras, pasión por la cual merecería en el año 2007 el Premio de Miguel de Cervantes, por su capacidad para jugar con la musicalidad y el ritmo de las palabras y la riqueza de registros. En ese entonces, el ministro de Cultura español, César Antonio Molina, destacó que Gelman llevaba la poesía tatuada en los huesos, mientras Gelman, por su parte, aseguraba no haber considerado nunca a la poesía como una profesión: «La poesía es algo que llega cuando ella quiere y no es que uno la pueda invocar o convocar: nadie se sienta a escribir poemas porque quiere o porque se lo propone».
El hecho de que la dictadura argentina asesinara a su hijo y le arrebatara a su nieta, fue una tragedia que marcó su vida y le convirtió en un poeta volcado en una lucha contra el olvido que mantuvo hasta su muerte en México. Además del Premio Cervantes, ha sido merecedor de otros reconocimientos como el Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo en el año 2000 y el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en el 2005.
Como homenaje en el aniversario de su muerte compartimos una selección de su obra.
Fragmentos de su obra
Carta abierta a mi nieto (fragmento)
Dentro de seis meses cumplirás 19 años. Habrás nacido algún día de octubre de 1976 en un campo de concentración. Poco antes o poco después de tu nacimiento, el mismo mes y año, asesinaron a tu padre de un tiro en la nuca disparado a menos de medio metro de distancia. El estaba inerme y lo asesinó un comando militar, tal vez el mismo que lo secuestró con tu madre el 24 de agosto en Buenos Aires y los llevó al campo de concentración Automotores Orletti que funcionaba en pleno Floresta y los militares habían bautizado El Jardín. Tu padre se llamaba Marcelo. Tu madre, Claudia. Los dos tenían 20 años y vos, siete meses en el vientre materno cuando eso ocurrió. A ella la trasladaron ―y a vos con ella― cuando estuvo a punto de parir. Debe haber dado a luz solita, bajo la mirada de algún médico cómplice de la dictadura militar. Te sacaron entonces de su lado y fuiste a parar ―así era casi siempre― a manos de una pareja estéril de marido militar o policía, o juez, o periodista amigo de policía o militar […]
Me resulta muy extraño hablarte de mis hijos como tus padres que no fueron. No sé si sos varón o mujer. Sé que naciste. Me lo aseguró el padre Fiorello Cavalli, de la Secretaría de Estado del Vaticano, en febrero de 1978. Desde entonces me pregunto cuál ha sido tu destino. Me asaltan ideas contrarias. Por un lado, siempre me repugna la posibilidad de que llamaras «papá» a un militar o policía ladrón de vos, o a un amigo de los asesinos de tus padres. […]
Los sueños de Marcelo y Claudia no se han cumplido todavía. Menos vos, que naciste y estás quién sabe dónde ni con quién. Tal vez tengas los ojos verdegrises de mi hijo o los ojos color castaño de su mujer, que poseían un brillo especial, tierno y pícaro. Quién sabe como serás si sos varón. Quién sabe cómo serás si sos mujer. A lo mejor podés salir de ese misterio para entrar en otro: el del encuentro con un abuelo que te espera.
El juego en que andamos
Si me dieran a elegir, yo elegiría esta salud de saber que estamos muy enfermos, esta dicha de andar tan infelices. Si me dieran a elegir, yo elegiría esta inocencia de no ser un inocente, esta pureza en que ando por impuro. Si me dieran a elegir, yo elegiría este amor con que odio, esta esperanza que come panes desesperados. Aquí pasa, señores, que me juego la muerte.
Confianzas
se sienta a la mesa y escribe «con este poema no tomarás el poder» dice «con estos versos no harás la Revolución» dice «ni con miles de versos harás la Revolución» dice y más: esos versos no han de servirle para que peones maestros hacheros vivan mejor coman mejor o él mismo coma viva mejor ni para enamorar a una le servirán no ganará plata con ellos no entrará al cine gratis con ellos no le darán ropa por ellos no conseguirá tabaco o vino por ellos ni papagayos ni bufandas ni barcos ni toros ni paraguas conseguirá por ellos si por ellos fuera la lluvia lo mojará no alcanzará perdón o gracia por ellos «con este poema no tomarás el poder» dice «con estos versos no harás la Revolución» dice «ni con miles de versos harás la Revolución» dice se sienta a la mesa y escribe
Certezas
A ver cómo es. Estaba quieta la inquietud por una vez. La desazón en sazón y ¡cómo se parecía el mundo a Gerarda envuelta en sensaciones de encaje! Las palabras chocan contra la tarde /y no la descomponen. La furia no me deja solo conmigo. Habrá que recortar la sombra militar. ¡Camaradas especialistas en esperar cansancios: apaguen el amor dudoso que baja humilde y despacito! Hasta el revés del cosmos morirá!
Epitafio
Un pájaro vivía en mí. Una flor viajaba en mi sangre. Mi corazón era un violín. Quise o no quise. Pero a veces me quisieron. También a mí me alegraban: la primavera, las manos juntas, lo feliz. ¡Digo que el hombre debe serlo! Aquí yace un pájaro. Una flor. Un violín.
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