
Soyez béni, mon Dieu, qui donnez la souffrance Comme un divin remède à nos impuretés Et comme la meilleure et la plus pure essence Qui prépare les forts aux saintes voluptés! Charles Baudelaire
En su brevísima, certera y fulminante nota necrológica sobre Julián del Casal (Patria, 31 de octubre de 1893), José Martí escribe, yendo sin vacilación a la diana ética del desgarrador conflicto casaliano:
Y luego, había otra razón para que lo amasen; y fue que la poesía doliente y caprichosa que le vino de Francia con la rima excelsa, paró por ser en él la expresión natural del poco apego que artista tan delicado había de sentir por aquel país de sus entrañas, donde la conciencia oculta o confesa de la general humillación trae a todo el mundo como acorralado, o como con antifaz, sin gusto ni poder para la franqueza y las gracias del alma. La poesía vive de honra.[i]
Este es sin duda, uno de los medulares conflictos que se representan en el espacio textual literario modernista cubano y que tan bien podemos ilustrar en el quehacer del desdichado poeta habanero cuando escribe su poesía, su prosa o sus traducciones.
La actividad traductora de Casal no responde a una sed de conocimientos de raíz ilustrada, como en el caso de muchos románticos cubanos del siglo XIX, ni se trata de una vocación de divulgador de la cultura escrita, muy en el papel de los revisteros y promotores, organizadores de veladas literarias y de editores a la caza de novedades. Casal busca desesperadamente canales de expresión y de identificación y por eso traduce para salvar una distancia, para llenar un vacío, para acercarse a un ideal de belleza ausente, siempre ausente.
En Hojas al viento (1890)[ii] aparecen sus traducciones de poemas rimados de autores franceses publicados anteriormente en la prensa periódica: Hugo, Gautier, Copée y José María de Heredia y Girard, el italiano Lorenzo Stechetti y el alemán Heine. Y en las páginas de las publicaciones periódicas quedaron sus traducciones de los poemas en prosa de Charles Baudelaire y algunas otras prosas poéticas de Catulle Mendès y Copée. Casal no parece haber tenido profundos conocimientos del francés y menos aún del italiano o del alemán. Y tal vez por ello trata de ser muy preciso cuanto califica a unas traducciones de «imitaciones» y a otras de «paráfrasis», según se aleje menos o más del original, que tal vez fue, en el caso del alemán, por ejemplo, otra traducción al español o probablemente al francés.
Su enorme talento poético y la pasión angustiada por conocer «un otro» y un «lo otro» diferente de lo que lo rodeaba, por abrir vías de salida a ese sentirse «acorralado» como escribe Martí, esa profunda necesidad de antifaz, para distanciarse y diferenciarse de un medio odioso, le permiten traducir a los poetas que le ofrecen alternativas de belleza e identificación para sus sentimientos de angustia y su necesidad de expansión espiritual.
Sus textos traducidos y poco a poco publicados en La Habana Elegante y La Discusión, en los años que van de 1885 a 1891, conforman un sistema que se articula a los otros sistemas literarios desplegados por los poetas y los escritores cubanos del momento. Al conformar la serie literaria del último país colonizado aún por España en América —junto a Puerto Rico—, en una situación ominosa en la que se insertaba un capitalismo imperial y deforme, nuevos haces de significación se desprenderán de los versos generados originalmente en el contexto francés finisecular. El salto era mortal.[iii]
La zona más interesante de ese trabajo de traducción es sin lugar a dudas el grupo de poemas en prosa de Baudelaire, que Casal traduce con fruición y que en algunos casos vuelve a publicar años después introduciendo algunos cambios. Sólo el hecho de seleccionar los pequeños poemas en prosa para traducirlos y publicarlos en La Habana Elegante convierte a Casal en transgresor, ya que su acto de traspaso de los versos baudelairianos es una intentona de subversión del sistema literario en que se despliegan, una intervención cultural y lingüística liberadora encaminada a ampliar el ángulo de visión y los marcos de percepción del pensamiento poético en una sociedad opresiva y pedestre, dominada por comerciantes y autoridades colonialistas.
Baudelaire es para Casal «el más grande poeta de nuestros tiempos», dandy y decadente, crítico amargo del mundo moderno, ramplón y burgués. El poeta cubano asumirá esa «tristeza fin de siglo» desde su síndrome de poeta pobre e hiperestésico, de sujeto colonizado en La Habana finisecular, para su drama de hombre en crisis dentro de una sociedad en crisis. Y entre 1887 y 1890 publicará catorce poemas en prosa de Baudelaire y cuatro de ellos tendrán una segunda edición para la cual son revisados y ligeramente modificados [iv]:
- “El extranjero (I)”. (La Habana Elegante, 27 de marzo de 1887; La Discusión, 2 de mayo de 1890).
- “Los beneficios de la Luna (XXXVII)”. (La Habana Elegante, 27 de marzo de 1887; La Discusión, 29 de abril de 1890).
- “El puerto (XLI)”. (La Habana Elegante, 27 de marzo de 1887; La Discusión, 8 de mayo de 1890).
- “A una hora de la madrugada (X)”. (La Habana Elegante, 3 de abril de 1887; La Discusión, 2 de mayo de 1890).
- “La torta (XV)”. (La Habana Elegante, 24 de abril de 1887).
- “La desesperación de la vieja (II)”. La Discusión, 28 de abril de 1890).
- “El confiteor del artista (III)”. (La Discusión, 28 de abril de 1890).
- “El perro y el frasco (VIII)”. (La Discusión, 28 de abril de 1890).
- “Un hemisferio en una cabellera (XVII)”. (La Discusión, 29 de abril de 1890).
- “El loco y la Venus (VII)”. (La Discusión, 8 de mayo de 1890).
- “Las quimeras (VI)”. (La Discusión, 31 de mayo de 1890).
- “¿Cuál es la verdadera?”. (La Discusión, 31 de mayo de 1890).
- “La invitación al viaje (XVIII)”. (La Discusión, 11 de junio de 1890).
- “La cámara doble (V)”. (La Discusión, 16 de junio de 1890).
A Casal, como a todos los poetas de la modernidad literaria, lo seduce la posibilidad de «traspasar las fronteras literarias», importando al espacio discursivo de la literatura las técnicas de la pintura o de la música, derribando o desdibujando las barreras entre géneros. Por su parte, Baudelaire ha confesado en el célebre prólogo a esos poemas en prosa que él también soñaba con una prosa poética nueva que fuera musical y flexible, sin rima, que se adaptara a los «movimientos del alma y al ensueño, a los sacudimientos de la conciencia». Y Casal, con sus traducciones, importa al español esa nueva forma de hacer poesía, en la que se yuxtaponen piezas en prosas, de alta condensación poética, muy reducido el elemento narrativo, con estructura cerrada, creando pequeños universos de significación que se ensartan como las vértebras de una serpiente según la metáfora que usa Baudelaire para explicar su creación al editor.[v]
Esa nueva forma tan dúctil, tan plástica, servirá para expresar la subjetividad del hombre moderno en las grandes ciudades. Casal, al traducir desde una de las ciudades del Caribe que funcionó durante siglos como verdadero crucero entre el viejo y el nuevo mundo, resemantiza estos versos que en las páginas de la revista habanera expresarán la decadencia colonial habanera. El cotejo de estos textos traducidos con sus originales nos muestra a un traductor inexperto al que se le escapan galicismos gratuitos y calcos del francés que atropellan el español y que de ningún modo son marcas lingüísticas intencionales. Cuando cotejamos los textos con sus versiones segundas en los cuatro casos en que existen, podemos ver que las modificaciones son en su inmensa mayoría correcciones operadas sobre la primera versión. Sin embargo, las páginas de La Discusión o de La Habana Elegante se benefician con estos textos donde se expresa una nueva sensibilidad en una forma nueva, modos inéditos de pensar el mundo.
Ambientes exquisitos, mujeres fatales e imposibles, misteriosos parajes, hechizos funestos, irónicos rechazos de la cotidianidad y el lucro modernos son los temas escogidos por Casal, su malditismo atemperado por los alisios insulares no selecciona los poemas donde se despliegan las más virulentas dosis de crueldad y de negación baudelerianas. Un ejemplo significativo puede ser el poema en prosa El puerto, con dos ediciones y variantes. En el contexto habanero, con su famoso puerto, protagonista de siglos de aventuras conquistadoras coloniales, ¿cómo podía ser leído este texto, que propone al puerto como espectáculo visual e irónico motivo de raro placer, para quien se distancia absolutamente de todo movimiento del alma o del cuerpo?
Primera versión
El puerto
Un puerto es un asilo encantador para un alma fatigada de las luchas de la vida. La amplitud del cielo, la arquitectura movible de las nubes, las coloraciones cambiantes de la mar; el centelleo de los faros, son un prisma maravillosamente propio para divertir los ojos sin nunca cansarlos. Las formas salientes de los navíos, de aparejo complicado, a los cuales las olas imprimen oscilaciones armoniosas, sirven para entretener en el alma el gusto del ritmo y de la belleza. Y después, sobre todo, hay una especie de placer misterioso y aristocrático, para el que no tiene curiosidad ni ambición, en contemplar acostado en el mirador o de codos en el muelle, los movimientos de los que parten y de los que vuelven, de los que tienen todavía la fuerza de querer, el deseo de viajar o de enriquecerse.
Segunda versión
El puerto
Un puerto es un asilo encantador para un alma fatigada de las luchas de la vida. La amplitud del cielo, la arquitectura móvil de las nubes, las coloraciones cambiantes de la mar y el relampagueo de los faros, son un prisma maravillosamente propio para divertir los ojos sin cansarlos jamás. Las formas salientes de los navíos, de aparejos complicados, a los cuales la marea imprime oscilaciones armoniosas, sirven para mantener en el alma el gusto del ritmo y la belleza. Y después, sobre todo, hay una especie de placer misterioso y aristocrático para el que no siente ya ni curiosidad ni ambición, en contemplar, acostado en una azotea o de codos en el muelle, todos esos movimientos de los que parten y de los que vuelven, de los que tienen todavía la fuerza de querer, el deseo de viajar o enriquecerse.
Original
XLI. Le Port
Un port est un séjour charmant pour une âme fatiguée des luttes de la vie. L’ampleur du ciel, l’architecture mobile des nuages, les colorations changeantes de la mer, le scintillement des phares, sont un prisme merveilleusement propre à amuser les yeux sans jamais les lasser. Les formes élancées des navires, au gréement compliqué, auxquels la houle imprime des oscillations harmonieuses, servent à entretenir dans l’âme le goût du rythme et de la beauté. Et puis, surtout, il y a une sorte de plaisir mystériux et aristocratique pour celui qui n’a plus ni curiosité ni ambition, à contempler, couché dans le belvédère ou accoudé sur le môle, tous ces mouvements de ceux qui partent et de ceux qui reviennent, de ceux qui ont encore la force de vouloir, le désir de voyager o de s’enrichir.
Un puerto para Baudelaire, un puerto en Francia, es la puerta para ir a la conquista de mundos menos «civilizados», el espacio de lo exótico y lo desconocido. Un puerto en Cuba, el puerto de La Habana, era sobre todo la puerta de ir hacia el centro de poder, hacia «la civilización», hacia los más altos logros de la cultura occidental y dominante. El de La Habana es también un puerto legendario, con una carga histórica precisa y conocida, relacionada con la esclavitud y la colonización. Este era el puerto de Casal. Negarán cosas bien diferentes, pero que no dejan de participar en el conflicto de las modernidades y del hombre moderno.
Los textos de Baudelaire fueron puestos entonces a circular en español dentro de la serie literaria cubana, conformando un conjunto de sistemas vinculados culturalmente de manera muy diferente. El ejercicio de traducir a Baudelaire deja así una ganancia en la poesía casaliana, que adquiere entonces complejidades psicológicas y recursos para expresarlas imposibles de encontrar en los modelos parnasianos. La traducción gravitaba poderosamente en el crecimiento y la modernización de la poesía cubana, y los poetas traductores de la isla continuaban una tradición generosa y esforzada nacida con los albores del siglo.
[i] Martí, José. “Julián del Casal”. En: Obras completas. La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 1975. t. 5, pp. 212-222.
[ii] Casal, Julián del. Obra poética / Pról. Alberto Rocasolano. La Habana: Editorial Letras Cubanas, 1982.
. Prosa / Sel. y pról. Emilio de Ar- mas. La Habana: Editorial Letras Cubanas, 1979. 2 t.
[iii] Herrero Rodes, Leticia. “Traducir o morir: la manipulación como vínculo cultural”. En: Cultura sin fronteras. Encuentros en torno a la traducción
/ Carmen Valero, ed. Servicios de Publicaciones de Alcalá de Henares, 1995.
Ladmiral, Jean-René. Traduire: théorèmes pour la traduction. Paris: Gallimard, 1994.
[iv] El listado se conformó de acuerdo con las traducciones recogidas por Emilio de Armas en la edición citada de Prosas, de Julián del Casal.
[v] Pérez Marín, Carmen Ivette. “Julián del Casal y el poema en prosa modernista”. En: El sol en la nieve: Julián del Casal.(1863-1893) / Coordinadora Luisa Campuzano. La Habana: Casa de las Américas, 1999.
***
Tomado del libro La alegría de traducir. Publicado por el Centro de Estudios Martianos en 2017.
Visitas: 43
Deja un comentario