A la memoria de Margarita, esposa amantísima
Julio Travieso cree profundamente en la casualidad, en aquello que no tiene un motivo o explicación aparente, y que solemos definir con el nombre de albur, hado o destino. Para ilustrarme esa certeza, le he escuchado referir lo que yo llamo «el cuento de la tatagua», y que Julio narra como si fuera un relato de suspenso y terror. Una noche, en el cuarto trasero de la casa, muy cerca de los mangos en flor, mientras escribía el episodio de su novela El polvo y el oro donde la aparición de una fantasmagórica tatagua trae numerosas desgracias y termina causando el incendio en la casona señorial de los Valle en el Cerro, Julio advirtió como una enorme mariposa negra, muy parecida a la de la ficción, se posaba en la pared de la habitación, y allí permaneció inmóvil, hasta que finalizó aquel capitulo delirante.
En otras ocasiones, le he escuchado hablar sobre algunas tribulaciones personales, donde la mala suerte lo ha acompañado. Quizás la más negativa de esas experiencias, ocurrió cuando era un joven capitán de milicias en la lucha clandestina urbana. En cierto momento del año 1958, después de haber tenido un notable protagonismo en los hechos de la Huelga del 9 de abril en La Habana, acudió a verse con un compañero en el barrio de Santos Suárez. Julio no sabía que su contacto había sido apresado y confesado a la policía el lugar de la cita, por lo que al llegar notó con asombro el rostro amoratado de la persona que esperaba, quien le preguntó si iba armado. A continuación de este inesperado diálogo, tenía una pistola apuntándole en la nuca, portada por un renegado del movimiento clandestino (la mala suerte persiguió luego a ese traidor, mercenario en Girón y fusilado por su complicidad en varios crímenes), y fue conducido a las lúgubres mazmorras de Esteban Ventura, donde fue cruelmente torturado. Esa intrépida saga del luchador clandestino aparece luego contada literariamente, a manera de un exorcismo personal, en su primer libro de cuentos Días de Guerra (1967) y en su novela inaugural Para matar al lobo (1971).
Sin embargo, a pesar de lo dicho hasta aquí, considero que Julio Travieso ha sido, en el devenir de su fecunda vida, un hombre con buena suerte. Tuvo la fortuna de nacer y crecer en un hogar armónico, donde destacaba la figura de su madre, la historiadora Violeta Serrano, que tanto influyó en su formación intelectual. Disfrutó del triunfo de la revolución por la que había combatido, cuando muchos de sus compañeros más cercanos como Gerardo Abreu, Fontán, y Sergio González, El Curita, cayeron sin ver la victoria sobre la tiranía. Estudió varias carreras universitarias, aprendió idiomas, viajó por el mundo enseñando en numerosas universidades y alcanzó los más altos grados docentes y reconocimientos académicos.
De igual modo, se convirtió en uno de los escritores más divulgados, leídos y traducidos de su generación, con dieciséis libros publicados, varios de ellos versionados a catorce lenguas, algunas tan exóticas como el turco, el húngaro o el georgiano. Su obra mayor, El polvo y el oro (1993), está considerada por la crítica uno de los más importantes exponentes de la nueva novela histórica finisecular en Hispanoamérica, por la que fue merecedora del prestigioso Premio Mazatlán y finalista del Premio Rómulo Gallegos. En paralelo con su labor de novelista y cuentista, ha sido un prolífico antologador, vigoroso periodista cultural, eficaz traductor de obras de la literatura rusa del calibre de El maestro y Margarita y La Guardia Blanca de Bulgákov o El Capote de Gógol; y culto prologuista de libros tan importantes y diversos como Los pasos perdidos de Alejo Carpentier; Cuentos fríos de Virgilio Piñera; Nosotros de E. Zamiatin; Gog de Giovanni Papini; o Diario de un seductor de S. Kierkegaard.
Julio ha sabido al mismo tiempo reinventarse como narrador, y cuando quizás se pensaba que no tendría nada nuevo que decir, ha publicado obras del talante de Llueve sobre La Habana (2004) o Yo soy enviado (2009), donde explora los misterios de la naturaleza humana en situaciones límites y regresa a las adoraciones ancestrales de la humanidad para mostrarnos la perpetua lucha entre el bien y el mal. Asimismo, ha sido capaz de escribir ficciones para un público juvenil, como esa hermosa fantasía que es El libro de Pegaso (2012), o frecuentar el humor y la ironía en exquisitas fábulas, hilarantes y absurdas, que acontecen en las páginas del Cuaderno de los disparates (2017), protagonizadas por un alucinado personaje llamado sospechosamente Antonio Trase. El Premio Nacional de Literatura que le fue conferido de manera unánime en 2021, hizo justicia a su extensa y laboriosa faena de escritor, ensayista, traductor, profesor, prologuista, editor y periodista.
A sus 83 años, Julio Travieso sigue activo y lúcido. Tiene en preparación un volumen de relatos, referidos a los avatares de la reciente pandemia, y trama nuevas invenciones, como una sorprendente memoria erótica de una anciana voluptuosa. En la terraza de la misma casa donde vive hace más de medio siglo, a la sombra de un frondoso jardín, acompañado por su espléndida biblioteca y sus recuerdos, Julio Travieso es un hombre cordial y afectuoso, magnífico anfitrión y conversador infatigable. Quienes nos honramos con su generosa amistad le deseamos mucha salud, nuevos libros por escribir y «buena suerte viviendo».
11 de abril de 2023
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