Entre los escritores invitados a la octava edición del evento de escritores latinoamericanos de literatura negra, Fantoches, convocado anualmente desde la ciudad de Santa Clara, estuvo Enrique «Kike» Ferrari, reconocido escritor argentino (Buenos Aires 1972), que ha logrado consolidarse como una de las figuras claves en la literatura contemporánea, particularmente dentro del género noir. Sus más de ocho premios alcanzados en importantísimos certámenes, así como sus diversos títulos publicados entre narrativa y ensayo, traducidos a varios idiomas e inclusiones de textos suyos en antologías de editoriales de gran palmarés en el mundo avalan tal afirmación. A lo largo de los años, ha sabido tejer historias crudas y envolventes, que exploran los rincones más oscuros de la condición humana. En esta conversación, que sostuvimos con el autor de la novela Operación Bukowski (Mondragón, 2004), en el propio encuentro santaclareño, este reflexiona sobre su carrera, su relación con la literatura y su estrecho vínculo con Cuba.
Ferrari nos reveló que su vocación literaria fue algo que otros a su alrededor parecían prever. Desde muy joven, pasaba horas devorando libros y escribiendo, ya fuera letras de canciones cuando soñaba con ser músico o artículos políticos. «La gente a mi alrededor esperaba que comenzara a escribir en serio», comenta. Sin embargo, él mismo no se consideraba un escritor desde el inicio, ya que durante muchos años estuvo bloqueado por la idea del «genio literario». Creía en el mito del talento innato, de las musas, hasta que, en 1997, decidió dejar de esperar por la inspiración y comenzó a dedicarse seriamente al trabajo literario. Fue en ese momento cuando Ferrari se comprometió a aprender el oficio y a desarrollar las herramientas necesarias para escribir.
Aunque su nombre ha llegado a estar íntimamente ligado a la literatura noir, el escritor —nacido en el barrio Almagro de la capital— admite que el camino hacia este género no fue tan directo. Para él, la novela negra ofrece una mirada única sobre la humanidad, pues permite poner a las personas o a la sociedad en condiciones extremas. «El crimen es como una inundación social», considera, explicando que esas situaciones límite son las que revelan las reacciones más profundas y humanas, tanto de quienes perpetran el crimen como de las víctimas. Además, confiesa el ganador del Concurso de relatos policiacos de la Semana Negra de Gijón (España) por «Ese nombre» (incluido en el cuaderno Nadie es inocente, 2010), la novela negra le brinda la libertad de trabajar con el lenguaje de una forma que le resulta apasionante, explotando los usos coloquiales y las expresiones del habla cotidiana.
Sin embargo, a lo largo de su carrera, Ferrari no se ha limitado al género noir. Ha escrito en una variedad de géneros, aunque declara que, incluso en esos otros textos, los mecanismos del género negro siguen presentes. Por ejemplo, menciona Lo que no fue, una novela que podría clasificarse como histórica, y Todos nosotros, que pertenece a la ciencia ficción general. A pesar de esto, Kike siempre regresa al noir, no como una elección consciente, sino porque la naturaleza del género sigue influyendo en su forma de abordar la escritura.
Al analizar el estado actual del género noir, el también ensayista y periodista Kike Ferrari, reconoce que está en un buen momento, siempre y cuando no se convierta en una repetición de fórmulas ya establecidas. Le preocupan aquellos escritores que podrían fosilizar el género al seguir los mismos procedimientos una y otra vez. Lo que más le entusiasma del noir contemporáneo es la capacidad de cruzar géneros, de combinar elementos que lo revitalizan. Menciona obras como La Ciudad y la Ciudad de China Miéville o Materiales para una pesadilla de Juan Mattio, las cuales, aunque no son noir en un sentido puro, utilizan sus elementos de manera innovadora, brindando nueva vida al género.
En Argentina, a pesar de que existen autores y lectores ávidos de novela negra, Ferrari lamenta la escasez de festivales dedicados al género. Eventos como el Festival Azabache de Mar del Plata o Córdoba Matta han desaparecido, pero se muestra optimista con la reciente primera edición de la Semana Negra de Buenos Aires, apadrinada por la famosa Semana Negra de Gijón, un faro para el noir en el ámbito hispano.
Dentro de su propia obra, el igualmente autor de Todos nosotros (Alfaguara, Buenos Aires, 2019, presentada en Cuba en la reciente edición del Fantoche en Santa Clara, septiembre, 2024), destaca: «Que de lejos parecen moscas es mi libro más celebrado». Empero no lo considera su mejor trabajo, aun cuando es el que más ha resonado tanto entre la crítica como entre los lectores. Esta novela, que escribió en 2009 y se publicó en 2012, ha logrado trascender por su crudeza y su capacidad para capturar la esencia del noir.
Ferrari, sin embargo, prefiere que sean los lectores y críticos quienes expliquen las razones de su éxito.
Explica que su barrio en Buenos Aires, una zona de clase trabajadora y pequeña burguesía, no influyó directamente en su decisión de dedicarse al noir, fue su pasión por las lecturas las que lo guiaron hacia el género y comenta: «Es en esas historias donde encuentro la inspiración para explorar los márgenes de la sociedad y los comportamientos humanos bajo presión».
Otra pasión que lo ha acompañado a lo largo de su vida es la música rock, particularmente el metal. Aun cuando nunca se dedicó profesionalmente a la música, su afinidad con este género ha sido una constante, marcando su estilo y su visión del mundo. «La música rock es la que he escuchado toda mi vida», dice, dejando ver cómo esa energía y actitud también se reflejan en su escritura. Esa es la razón por la cual el también escritor y guionista de cine argentino, Leonardo Oyola, reafirma que leer a Kike Ferrari y escucharlo leer en vivo es presenciar un recital de rocanrol por su potencia narrativa y el lirismo crudo y duro de sus textos.
El día a día de Ferrari es, como él mismo lo describe, una rutina como la de cualquier otro trabajador:
Me divido entre el empleo, las tareas del hogar y las responsabilidades familiares. Solo encuentro tiempo para escribir en los pequeños resquicios de mi día, demostrando que mi vida es la de un obrero más de la palabra, alguien que escribe cuando puede, sin grandes ceremonias ni rituales literarios.
Finalmente, Ferrari no escatima en expresar su crítica hacia la situación actual de la izquierda, tanto en Argentina como en América Latina. En su opinión, «la izquierda de hoy está desorientada, confundiendo a menudo la socialdemocracia con los movimientos revolucionarios».
Ferrari comparte, asimismo, una conexión profunda con Cuba, especialmente con Santa Clara, una ciudad que se ha convertido en su segundo hogar. El Festival Fantoches, una versión más pequeña de la Semana Negra de Gijón, ha sido uno de los motivos de esta estrecha relación. La amistad con escritores cubanos como Lorenzo Lunar y Rebeca Murga ha fortalecido ese lazo. Reconoce que no tiene una opinión muy formada de los escritores cubanos que se incluyen dentro del género negro, solo de Leonardo Padura, de quien prefiere sus primeras novelas; de Rafael Grillo, del matrimonio Lunar-Murga y en la década de 1970, de Pérez Valero.
Asegura, por otra parte:
En la actualidad, del mundo de habla hispana, me interesa un autor de Galicia que se llama Diego Ameixeiras, me gustaba mucho lo que escribía Cristina Fallarás, que es también española, pero ella dejó de escribir el género, y disfruto lo que escriben Imanol Caneyada y Bef en México, y, por supuesto, aunque ya sea una obviedad, soy un fanático absoluto de la literatura de Paco Ignacio Taibo II.
Para Ferrari, Cuba es un lugar que lo hace sentir en casa, «me duelen sus dolores, me alegran sus alegrías», expresa con sinceridad.
Kike Ferrari, con su humildad y visión crítica del mundo, sigue siendo una de las voces más auténticas del género noir. Desde su barrio en Buenos Aires hasta su segunda casa en Santa Clara, su vida y obra reflejan un compromiso profundo con la exploración de la naturaleza humana, siempre a través del lente de la novela negra.
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Texto y foto tomados de Periódico Granma
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