Esta tarde en la Sala Nicolás Guillén se realizó el panel “Encuentro de Jóvenes Escritores de Iberoamérica y el Caribe: 10 años de historia”. El evento surge de un trabajo en conjunto entre el Centro de Promoción Literaria Dulce María Loynaz , el ICL, la Casa de la Poesía y el Centro Hispanoamericano de Cultura.
El poeta Roberto Manzano confesó haberse enriquecido y oxigenado con el encuentro, pues los jóvenes no solo son baluartes, sino también medicina. Recordó a Yanelis Encinosa como una de las principales gestoras del evento. Estaba destinada, comentó Manzano, y vio desplegar su talento en estos años.
En Cuba parecía ser una ley que los jóvenes poetas iban a derrotar a la generación anterior, pero con la generación 0 la idea de devaluar a las antiguas generaciones y contraponerlas no tenía cabida. Los jóvenes poetas no tenían intención de hacer antologías, de legitimarse. Algunos declaraban públicamente que no le interesaba agruparse en bandos estéticos. Por eso él, desde afuera, desde la visión que le daba su línea generacional, los reunió. De allí salió El árbol en la cumbre, obra que ha sido de utilidad para que se conocieran entre ellos y vieran sus intereses comunes o no.
Yocelin Pantoja, promotora mexicana, comentó que este evento ha sido una circunstancia que los ha ido reuniendo. Para ella, es la fiesta de Latinoamérica en La Habana. Un espacio de diálogo que ha fluido a través de los 10 años. El encuentro impuso un canon y eligió a quiénes hacer más visibles. Definió a esta como una generación móvil. Su misión poética era desplazarse. En un principio vinieron con un fin más promocional hasta que el encuentro se convirtió en un espacio de comunicación y diálogo desde el que surgen muchísimas acciones. Y las amistades que se fundan en estas jornadas trascienden las fronteras y se extienden por todo el continente.
Zurelys López Amaya, otra de sus fundadoras, confesó que siente el espíritu de Dulce María en esos jóvenes, razón que la movió a acercarse al evento que surgió de una iniciativa de Edel Morales con Yanelis Encinosa y Manzano. Con el proyecto, la voz del artista, del creador se extendió a La Habana Vieja a través de la Casa de la Poesía. El encuentro ha sido productivo pues crea un espacio para la expresión de diferentes voces sin ningún tipo de discriminación.
Aprovecharon la ocasión para recordar al poeta Eduard Encina, desaparecido recientemente. Yanelis Encinosa agradeció la oportunidad de ser parte del proyecto y recorrió los 10 años de historia con múltiples anécdotas.
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