Tomado de: Juventud Rebelde
Una novedad editorial ofreció Ediciones Luminaria con la llegada del siglo XXI, al venderse en Sancti Spíritus el volumen de humor gráfico Descabezados y otros garabatos, con el que se pretendió establecer en 2001 la posibilidad de que los dibujantes contaran con otra vía para mostrar y comercializar su trabajo; pero el desconocimiento provocó que no tuviera continuación el empeño, frustrado bajo el argumento de que las casas editoras provinciales no estaban para publicar «muñequitos».
Tal decisión y el hecho de que no existiera en esa época en la provincia un grupo capaz de destacar la caricatura y el cómic a la par de los demás géneros —díganse narrativa, poesía, investigación, ensayo…—, hicieron que por mucho tiempo no hubiese cabida para la historieta en la editorial.
Años después, en 2011 —en el Taller Regional del Sistema de Ediciones Territoriales celebrado en Ciego de Ávila—, el intercambio entre directivos del Instituto Cubano del Libro, editores y diseñadores confirmó que la exclusión de la gráfica había sido una pifia, ya que dicha entidad nunca la había prohibido.
Después de un paciente trabajo de convencimiento para que el Consejo Editorial provincial comprendiera que la historieta no usurpaba un espacio a otro género sino que enriquecía el catálogo, y luego de contratiempos en la impresión, por fin en 2015 Ediciones Luminaria pudo comercializar Los hijos del Quasar en la Feria del Libro de La Habana y Sancti Spíritus. El volumen agrupaba trabajos de Osvaldo Pestana Montpeller (Montos), Fermín G. Vega Boyce (Boyce), Janley Perdomo de Rojas, Milagro Ortiz Valdivia, Dariee Valle Borges, Fabián Sotolongo Fernández, y Arístides Hernández Guerrero (Ares) como artista invitado. El primero de ellos ya había obtenido premio en el Salón Cuadro a Cuadro (2011), auspiciado por el programa homónimo de la televisión cubana; así como el de Creación Ojalá, a cargo de los Estudios Ojalá y la oficina de Silvio Rodríguez (2012).
A partir de entonces, Ediciones Luminaria acrecentó su interés por fortalecer el noveno arte. Como punto de partida, buscó alianzas con diferentes instituciones. Las respuestas provinieron de la Vitrina de Valonia (centro cultural de la Oficina del Historiador de La Habana que acoge una biblioteca para historietas), de las Jornadas ArteComic (cita anual auspiciada por el Consejo Provincial de las Artes Plásticas de Camagüey) y de la UNEAC espirituana.
De la Vitrina acudió en marzo de 2015 la especialista Lysbeth Daumont Robles junto al dibujante belga Etienne Schréder, quien impartió un taller de creación. Luego, Alfredo Fuentes Fernández —organizador principal de ArteComic— estableció vínculos directos con los espirituanos y los invitó a participar en la lid de las viñetas. Ambos encuentros sesionaron en la UNEAC, organización que prestó atención a los historietistas del territorio, quienes establecieron allí un taller que también sesionó por períodos en la sede de la AHS y en el periódico Escambray.
En julio, Ediciones Luminaria fue invitada a las Jornadas ArteComic, donde quien suscribe presentó Los hijos del Quasar e impartió la conferencia: «Breve repaso a la historieta hecha en Sancti Spíritus. Avatares de la edición (1979-2015)».
Con certeza la voz se corrió, porque al mes siguiente convocaron a la editorial al Centro Hispanoamericano de Cultura para compartir en el Behíque —evento que se desarrolla en La Habana, consagrado a la fantasía y la ciencia ficción— su experiencia dirigida a incentivar la publicación de cómics. Luego de escuchar la disertación: La edición de historietas en el centro de Cuba, a varios asistentes les sorprendió que Luminaria no solo hubiera impreso un volumen de cómics, sino que además pretendía comenzar una colección dedicada a los clásicos cubanos.
Lo cierto es que desde hacía años Ediciones Luminaria apostaba por un ambicioso empeño que situaba en la mira las primeras aventuras de Elpidio Valdés, de Juan Padrón; Yakro, de Orestes Suárez; Matojo, de Manuel Lamar (Lillo); Alona, de Rafael Morante; Gugulandia, de Hernán H.; obras de Tulio Raggi, Newton Estapé…, pero el éxito de tal empresa dependía de un complejo entramado: la sensibilidad del director de turno de la editorial, lo cual podía frenar o estimular la publicación; el interés de los autores, la disposición de los herederos para negociar las obras y hasta la conservación de estas, que podrían estar afectadas por el paso del tiempo, extraviadas o vendidas a coleccionistas.
Al cabo de 26 años de haberse interrumpido su publicación —por causa de la crisis editorial asociada a la caída del campo socialista—, en 2016 Luminaria editó íntegramente Yakro, obra que inauguró la mencionada colección de clásicos nacionales y que de inmediato dio a conocer la revista El Caimán Barbudo.
A la altura de 2021, Ediciones Luminaria aguarda por la publicación de La isla mágica, recopilación de obras de Boyce; así como de Guarapo de aguacate, volumen que reúne a los creadores Ramsés Morales Izquierdo, Ernesto Pérez del Río, Beisy Fuentes Velázquez, Noemy Concepción López, Noel Cabrera Fernández, Sandy Alberto Gallardo, Montos, Boyce e Irán Hernández Castillo. De este modo la casa editora, junto a Capiro (Villa Clara), Reina del Mar (Cienfuegos), Ácana (Camagüey) y Unicornio (Artemisa), se mantiene entre las pocas de provincia que dignifican la historieta.
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