
La música en el cine documental cubano. Santiago Álvarez, Rogelio París y Rigoberto López, del Dr. José Loyola Fernández, director de la orquesta Charanga de Oro, es el título del libro, dado a la estampa por Ediciones ICAIC.
El prólogo a ese texto incita a la reflexión del lector, ya que «tal vez el encuentro de un método (estético)-artístico para evaluar la relación entre el sonido, la música y la imagen fílmica…» sea el mayor aporte de ese volumen al mundo de las corcheas y las semicorcheas, así como al género documental y al séptimo arte en el archipiélago cubano.
Con apoyo en el aforismo martiano de que «la música es el alma de los pueblos», el maestro Loyola Fernández realizó una exhaustiva investigación bibliográfica para confeccionar esa obra, que estoy seguro devendrá un paradigma para músicos y realizadores cinematográficos insulares y de mucho más allá de nuestras fronteras geográficas.
Entre otros datos de puntual interés, destaca la valiosa contribución del inolvidable documentalista Santiago Álvarez al cine cubano de todas las épocas y todos los tiempos.
Según el autor:
(…) la incorporación de la música como uno de los elementos sonoros en la pantalla cinematográfica, no sólo estimuló la creación fílmica como arte, sino que, además, incentivó el interés de los estetas e investigadores del nuevo arte audiovisual, en una época de constantes aportaciones a la evolución creativa y a las fundamentaciones modernistas, en la esfera de lo estético. Se debe recordar que el cine fue un terreno propicio para la experimentación sonora de las vanguardias musicales.
Entre los capítulos en que se estructura esa joya de la literatura especializada, se profundiza en la música de Pérez Prado, el «Rey del mambo», Benny Moré, el «Bárbaro del Ritmo», y de qué forma tan singular Santiago Álvarez la traslada a su obra audiovisual, única e irrepetible.
Por otra parte,
es preciso (señalar) que verdaderamente la secuencia del Noticiero ICAIC —dedicado a las honras fúnebres y el sepelio de Benny Moré— constituye una obra maestra en la filmografía documental de Santiago Álvarez. El (tratamiento dado a) un (tema luctuoso) con música popular, y además, bailable, festiva, compuesta por el mismo creador a quien se (le) rinde homenaje póstumo es algo inédito; de ahí la polémica que desató en su época. Pero se convirtió en una obra fílmica paradigmática, a la cual recurren distintos documentalistas tal y como se aprecia en otros capítulos de (ese) libro.
Igualmente se enfatiza en otra obra cumbre del cine de Santiago Álvarez: NOW.
(En ella, el creador ) estaba en posesión de las herramientas fílmicas y musicales; tenía muy desarrollado el sentido de síntesis noticiosa, periodística y documental, y al mismo tiempo, había madurado en él una manera particular de colocar la música en la banda sonora y en el proceso (…) documental del filme. La circunstancia epocal, la violencia racista y los valores del pueblo afroamericano por sus derechos, lo llevaron a utilizar una pieza emblemática de la canción popular judía en la voz de la célebre (vocalista) negra Lena Horne como punto de consumación de la ardiente protesta de una mayoría segregada, humillada y discriminada que ahora se levantaba contra sus opresores.
Por último, habría que referirse a la monumental obra del ilustre cineasta: el documental Hasta la victoria siempre, donde utiliza como referente la noticia casi inmediatamente después del vil asesinato del que fuera víctima el comandante Ernesto Guevara de la Serna (1928-1967), en la selva boliviana, «para convertirse en un ejemplo de cómo en (el) realizador se manifiesta esa especie de audacia en la colocación de sonoridades sorprendentes, de las cuales el Tema de dos mundos, además de los valores dramáticos que posee esa pieza, desmarca al compositor Dámaso Pérez Prado del resto de sus creaciones eminentemente populares». Recomiendo la lectura serena y reflexiva de La música en el cine documental cubano, tanto a «melómanos» como a «cinéfilos», para que puedan comprobar cómo ese texto fusiona —en cálido abrazo— música y séptimo arte.
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