La vida nos ha enseñado que los acontecimientos que enfrentamos adquieren con el tiempo una relatividad al contarlos que a veces se hace complicada.
El importante historiador cubano Oscar Zanetti ha declarado que para él la verdad absoluta no existe, que existen las verdades relativas y que el historiador que se respete compila todas las historias y lanza un denominador común que la acerca lo más posible a la verdadera realidad.
Creo que vale la pena, en este tiempo de grandes complicaciones mundiales y mucha manipulación informativa a partir del uso de los medios masivos digitales, que recordemos algunos de los acontecimientos que forman parte de nuestra historia nacional más reciente, y por eso quiero hablarles de esta reunión en que fui partícipe.
Hace varios años la Asociación de Escritores de la UNEAC convocó a un panel titulado «La maleta de Chibás: ¿tenía o no pruebas?» por el escritor e historiador Newton Briones Montoto y como conductor el escritor y periodista Ciro Bianchi.
La cantidad de asistentes puso de manifiesto el interés de una buena parte del público interesado en volver sobre alguno de los muchos asuntos acaecidos en la historia cubana y que no se han esclarecido debidamente, o se han deformado intencionalmente con evidente manipulación.
Tal interés despertó la contienda que hasta el periodista y político Max Lesnik, cubano residente en el exterior, voló de Miami a La Habana de un día para otro.
Hay que decir que Newton se preparó bien, pienso que muy bien.
Con argumentos sólidos y calzados con citas documentales, fechas y otras referencias se fue dando una visión de la controvertida figura de Chibás, de la turbulencia de la época y de procederes nada ortodoxos que eran cotidianos en la vida política de entonces. Se afianzaron los puntos de vista establecidos con tres intervenciones que contaban anécdotas, hasta ahora guardadas en el seno familiar, y que fueron divulgadas por Lela Sánchez —hija de Aureliano Sánchez Arango― quien siempre ha residido en Cuba, Raulito Roa Kourí, y el propio Max Lesnik, quien había sido dirigente de la Juventud Ortodoxa en vida de Chibás.
Luego del descargo de Newton vino al micrófono la profesora Ana Cairo, estudiosa profunda de esa época, que precisó varios elementos relacionados con la historia y con la necesidad del acercamiento, lo más posible, por parte del historiador a la verdad histórica, la cual está conformada por puntos de vista a veces antagónicos sobre un mismo hecho, por recuerdos deformados por el tiempo y manipulados por nuestra memoria en consonancia con nuestros criterios preferenciales, y con ello relativizó todo lo enunciado anteriormente y que ya nos parecían verdades absolutas, dándole a la polémica un sabor y un vigor casi desconocido en nuestras discusiones de todo tipo.
Después vinieron viejos militantes de la ortodoxia que defendieron con vehemencia la figura de Chibás y su postulado político, recordando con énfasis que aquellas, sus ideas, fueron protagonistas e influyentes en lo que luego fue el programa del Moncada y el propio Movimiento 26 de Julio.
Por último, Max Lesnik, con un discurso propio de un tribuno romano, expuso también puntos de vista diferentes sobre la figura de Chibás, su consigna «Vergüenza contra dinero» y su herencia política ofrecida a las nuevas generaciones de cubanos.
Todas las intervenciones fueron aplaudidas por todos. Hubo vehemencia en las voces, pero nunca agresiones personales, ni improperios, ni descalificaciones, lo cual hace pensar que los cubanos estamos empezando a aprender a discutir.
Al final poco importaba si la maleta hubiera tenido las pruebas o no, lo más importante era que habíamos analizado un asunto oscuro de la historia cubana pasada reciente, habíamos dado luz a dicho asunto y aprendido a no aportar criterios rápidos y desmesurados, si no a analizar cómo pueden influir en los hechos históricos el tiempo que ha pasado y el espacio en que se desarrollaron, así como las personalidades de los protagonistas, sus peculiaridades y lo difícil que es ubicar los acontecimientos luego de tantos años de espera.
El otro día hablaba con un amigo sobre este aspecto y me dijo una frase que se me ha quedado martillando en la conciencia: el presente nuestro tiene muchos pasados.
En fin, todo esto refuerza mi punto de vista de que la historia es un acercamiento a la verdad absoluta que nunca llegaremos a alcanzar, porque primero no la visualizamos, vemos un reflejo, nuestro reflejo, de la realidad; y segundo, porque tenemos que armarla con historias individuales contaminadas por el punto de vista y los propios recuerdos deformados por el tiempo y la conveniencia personal de cada cual.
Con ello contribuiremos a conocer el pasado que es la premisa que nos va a permitir construir un país como quería Martí: «con todos y por el bien de todos».
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