Contempla la herida,/Pero no la toques/ Con tu mano blanca/Cual lirio de abril,/Mira que hay heridas/ Que cierran en falso/Y si alguien las toca/Se vuelven a abrir.
Gustavo Sánchez Galarraga
Gustavo Sánchez Galarraga, escritor, poeta, dramaturgo y animador teatral, nació en el Cerro, La Habana, el 2 de febrero de 1892, ciudad en la que también falleció, el 4 de noviembre de 1934, a los 42 años.
Su encuentro con el compositor Ernesto Lecuona fue decisivo para el desarrollo de su carrera teatral, realizando binomio de trabajo con el músico, primero en el género de la canción y posteriormente en el teatro lírico, donde dejó bajo su firma, a partir de 1919 con la pieza El recluta del amor, un amplio e importante catálogo de sainetes, zarzuelas y comedias líricas representativas del género en Cuba.
Ernesto Lecuona manifestó una invariable predilección por la poesía de Gustavo Sánchez Galarraga, cultivada en un tono romántico, intimista, frecuentes alusiones al amor y la muerte y en la que las descripciones de ambientes y sentimientos guardan estrecha relación con el estado emocional del bardo. Ambos cultivaron una profunda amistad desde los días en que Lecuona aún estudiaba en el Conservatorio Nacional de Música, dirigido por el maestro Hubert de Blanck. Del dueto surgieron obras antológicas cubanas como El batey (Canto negro), El cabecero, Rosa la China y María la O.
Como letrista formó otros duetos autorales con músicos como Jorge Anckerman y se distinguen sus inspiraciones junto a Graciano Gómez, especialmente su antológico En Falso («…porque hay heridas/ que cierran en falso/ y si alguien las toca/ se vuelven a abrir»).
Estrenó su primera comedia, La verdad de la vida, en el Teatro Payret, en 1912. En Nueva York presentó El mundo de los muñecos en 1921. Muchas de sus piezas, publicadas entre 1918 y 1929, que integran nueve tomos, fueron escritas especialmente para elencos hispanos: Dos de mayo, Soy inocente, La vida falsa…
Al margen de su condición social burguesa, pues provenía de una familia adinerada, mantuvo siempre vínculos muy estrechos con sectores humildes. Como dramaturgo y promotor del teatro lírico cubano sus obras estuvieron siempre ligadas a personajes del pueblo. Optó por una vida bohemia identificada plenamente con las víctimas de la desigualdad social.
La obra poética de Sánchez Galarraga, que incluye más de veinte títulos, fue prolongada por personalidades de la cultura cubana; entre ellas, Enrique José Varona y José María Chacón y Calvo.
Sus libros de poesía La fuente matinal, La barca sonora y El jardín de Margarita gozaron de enorme popularidad en su época. Ofreció recitales en diversas universidades de Europa y cultivó el periodismo y el ensayo. Considerado como una de las figuras más destacadas de la literatura cubana popular del primer tercio del siglo XX, su obra llegó a un gran número de lectores y oyentes debido a la habilidad de Sánchez Galarraga para captar la esencia de las tradiciones y formas de vida de sus compatriotas, y expresarlas en un lenguaje literario de gran sencillez y eficacia expresiva.
Galarraga presidió la Sociedad de Teatro Cubano en 1916, así como la primera directiva de la Sociedad Cubana de Autores Teatrales, fundada en octubre de 1934. Entre sus reconocimientos se destacan dos medallas de oro que le confirió en La Habana la Academia Nacional de Artes y Letras por sus poemarios Lámpara votiva y Excelsior; el premio que en un certamen continental recayó en su poema Canto a América y recibió de las manos del presidente argentino Hipólito Yrigoyen (1921); la concesión de la insignia Simón Bolívar por su canto Bronce heroico, dedicado al Libertador de América; la Real Cruz de Isabel la Católica que le entregó en la capital española el rey Alfonso XIII (1922); los recitales poéticos que ofreciera en los Ateneos de Madrid y Sevilla, así como en las Universidades de Santiago de Compostela, Columbia y la Sorbona.
El quehacer artístico y versatilidad de Gustavo Sánchez Galarraga llega hasta nuestros días en voz de trovadores y actores del teatro lírico cubano.
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