A propósito del cuento «Casa de cristal»
Es la poética de Eric Flores Taylor un verbo que lija. Puedo afirmarlo porque tal vez sea una de las estéticas jóvenes que ha estado más cercana a mi creación y trabajo individual en los últimos años. Eric y yo hemos compartido —en el mismo vaso— el ácido y la dulzura de la escritura desde los primeros días en que ambos hablábamos de la ciencia ficción con mucho, todavía, de soñadores. Él no ha renunciado a creer que la imaginación es aún terreno fértil para los creadores: su cuento «Casa de cristal» es testimonio verdadero de esta aseveración.
«Casa de cristal» condensa, en pocas páginas, el temor que todos los seres humanos enfrentaríamos si nos viéramos, cara a cara, con un escenario x de catástrofe: la reclusión, la soledad, el instinto de supervivencia que ha de imponerse (sí o sí) sobre la piedad, el amor, los ecos casi moribundos de la compasión, la traición y el orgullo. Pero Eric —no contento con la exposición de estos asuntos— da un paso más hacia el vacío: muestra desnudos a sus personajes, en enfrentamiento con una humanidad limitada tras las barreras simbólicas de la cercana muerte (para algunos) o tal vez las barreras físicas de una casa —escudo, refugio, protección, claustrofobia— (para otros).
Su amplio sentido del diálogo y la acción cinematográfica nos obliga, como lectores, a sumergirnos en un mundo de imágenes que bebe de la cosmovisión generada por las historias de post-apocalipsis, los múltiples universos Z e, incluso, de la distopía. «Casa de cristal» no adolece, tampoco, de cierta tendencia a convertirse en las páginas de un libro de cómic para adultos, pues su imaginario es capaz de resemantizarse en visualidad, sinergia, cruce de fronteras.
No ha de verse este cuento como puro genéricamente, pues en él confluyen algunas de las más conocidas aproximaciones literarias al fantástico como estética literaria. Puede que el lector —a ojos cerrados— ignore qué mundo acontece, cuál es la peripecia, el alcance de los actos de estos personajes que se enfrentan al teatro de la vida, pero este no es un obstáculo para que el consumidor avezado de literatura transite el mar de estos avatares y asuma, de esa manera, la historia que Eric Flores propone.
En «Casa de cristal» no avistamos un final de moralejas, un final con respiración boca a boca, que ayude a creer que nuestro futuro como especie humana no está del todo condenado. Imposible sería si se esperara algo así. Percibimos —poco a poco— la degradación de lo mejor del hombre mientras sus expectativas de vida se van disolviendo en el aire. A pesar de esto, y quizás por el hecho de que somos humanidad voluble, es que un concepto tan antiguo como la venganza se coloca, todavía, en el centro del círculo de esta narración: es el eje invisible sobre el cuál giran la historia, los personajes, los puntos de inflexión de cada hecho. Venganza cruda, papel de lija, verbo de lija, que no perdona. Venganza ubicada en ese futuro cercano, casi imprevisible, casi a la vuelta de la esquina, que Eric Flores nos propone en «Casa de cristal». Venganza que es, precisamente, como esos cristales filosos y rotos que, si pisamos, han de manchar de sangre nuestros pasos por el mundo.
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Eric Flores Taylor. Escritor y crítico del género fantástico. Miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) y la Asociación Hermanos Saíz (AHS). Tiene publicados: Historias del Altipuerto/Guerra de Dragones, Gente Nueva 2013 (con Minsal y Premio Jurakán a la mejor novela publicada en el 2013). Además, Crónicas de Akaland (2014) Gente Nueva y Entre clones anda el juego (2016), Gente Nueva. Como único autor: Jaurías de la Urbe (2014), Letras Cubanas; Guerra de dragones II: Estigma (2015), Gente Nueva y En La Habana es más difícil, (2016) Casa Editora Abril. Ha sido jurado de diversos premios como son el Oscar Hurtado 2010-14-15-16; Juventud Técnica 2011-14; Calendario Ciencia Ficción 2016 y Guillermo Vidal 2016. Como crítico ha publicado en la web, reseñas de libros de fantasía y ciencia ficción nacionales, así como trabajos sobre los espacios literarios jóvenes del panorama cubano.
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Tomado de País de fabulaciones, texto de Elaine Vilar Madruga publicado por Cubaliteraria en 2019.
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