La autora de este libro, único hasta el momento por su enfoque y temática en la investigación cultural insular llegó a Cuba en los años sesenta con una beca otorgada por el MINED. Impartió docencia en la antigua Escuela de Letras de la entonces Facultad de Humanidades de la Universidad de la Habana. Trabajó con uno de los pilares de la historiografía cubana de todos los tiempos: José Luciano Franco y el resultado fue una investigación aun hoy poco divulgada, pero de una importancia extraordinaria.
Poco se conocía aquí del concepto de vida cotidiana y mucho menos a Michel de Certau y los historiadores franceses que recién emergían en aquellos años. Quizás los antecedentes temáticos más inmediatos estuvieron en buena parte de las crónicas habaneras de Emilio Roig de Leuchsenring y Jorge Mañach dadas a conocer en revistas como Social, Carteles entre otras. Algún día, la historiografía cubana tendrá que reconocer cómo, en alguna medida, nos adelantamos a los Annales mucho antes del siglo XX. El estudio de la vida cotidiana como fuente esencial para conocer los procesos culturales e históricos de la nación todavía sigue a la espera de historiadores, sociólogos y antropólogos que se interesen por ella a profundidad.
Justo en aquellos años setenta se fundaba un nuevo discurso histórico en Francia que como ha señalado el investigador español Rodrigo Orellana:
Entre las diversas perspectivas críticas sobre las certidumbres de la ciencia histórica de los siglos XIX y XX, en cuanto a su pretensión de fundar una física social, existe una corriente de pensamiento articulada a partir de los años 70 en Francia, que reivindica la historia como narración. Se trata de una duda acerca de la historia que se materializa en una interrogación sobre su acto de escritura, sobre el nexo de éste con la ficción y, además, sobre la distinción entre ambas dimensiones. Esta línea de pensamiento, representada especialmente por los trabajos de Paul Veyne y Michel de Certeau tiene importantes antecedentes en la empresa de renovación historiográfica emprendida por la Escuela de los Annales a partir de los años 30, como consecuencia del agotamiento del historicismo positivista[1]
Desde esa perspectiva aborda el concepto de vida cotidiana María Poumier. No le fue posible tocar todas las áreas y se centró en aquellas que habían sido poco trabajadas por la historiografía insular. Su análisis de la vida cotidiana en el espacio rural es un ejemplo de ello. Uno de los ángulos de trabajo fue las consecuencias sociales del cultivo de la caña en Cuba a partir no solo del factor económico, sino también la geografía social como un componente fundamental donde entran negros, chinos, blancos hasta detenerse en la alimentación que el dueño de los ingenios proporcionaba a sus peones. No se olvide que la comida es parte del curriculum oculto de una nación que marca a grupos y sectores sociales de la misma. El historiador y demógrafo Juan Pérez de la Riva ya había estudiado este componente cultural en su paradigmático ensayo, «El barracón».
Destaca también su análisis acerca de los efectos sicosociales de la guerra tanto en los insurrectos como en los españoles. Solo años después una historiadora de la talla de Marial Iglesias volvería sobre el tema en su libro Las metáforas del cambio. Resulta impactante su acercamiento a la vida cotidiana al ejército mambí y el cómo devela las difíciles condiciones en que desarrolló su campaña en este último período de la guerra.
Por último, el estudio de la vida cotidiana en la ciudad, especialmente en La Habana, parte de un análisis sociológico, antropológico y culturológico que permite tocar los más diversos aspectos de los duros años que llevaron al fin de la guerra. Se acerca la autora a la situación de la mujer en relación con el trabajo y al escenario de la prostitución. Tal problemática fue abordada a principios del siglo XX por Ramón Alfonso quien entre 1902 a 1912 publicó una serie de libros acerca de esta situación. Salvo en los momentos de auge del feminismo en la década de veinte no vuelve a ser asumido como una problemática de la mujer. En los congresos nacionales auspiciados por las mujeres cubanas en aquellos años estuvo como punto de reflexión. Pero no fue hasta los años ochenta del siglo pasado que la historiadora María del Carmen Barcia vuelve a retomar este discurso.
La entrevista a José Luciano Franco en forma de glosario da un toque especial al cierre de este libro. Aparecen las definiciones que el historiador da de aspectos al parecer tan intrascendentes como las enfermedades, la electricidad, el baile, los baños o las bebidas entre otros. Expresiones culturales todas ellas de la memoria histórica, las tradiciones y costumbres que tejen el ser esencial de la vida cotidiana. No se olvide que Michel de Certau en su libro La invención de lo cotidiano 2. Habitar, cocinar aborda la vida cotidiana a partir de la convivencia, el barrio, los comercios de la calle, el pan y el vino; hasta el fin de semana conjuntamente con el arte de alimentarse. Por tanto no es de extrañar que la autora mostrara su interés en los aspectos antes mencionados, pero en el espacio de la Cuba finisecular. Así, la Poumier al preguntarle sobre el cigarro, José Luciano Franco expuso:
Nadie fumaba en las calles. Únicamente en este barrio de San Isidro puede ser que algunas prostitutas fumaran en la puerta. Pero eso era allí muy limitada la cosa. Alguna negra vieja podía fumar…
Todo el mundo fumaba a escondidas. Hasta tal extremo que, con mucha confianza que hubiera, si había visita en la casa, la gente se turnaba, iban al fondo y se fumaban un cigarrito escondido (pero si lo cogían a uno) ¡pum! Lo botaban (el cigarro).[2]
Este libro de María Poumier dejó muchas puertas abiertas a diversas disciplinas de las llamadas ciencias sociales. Un trabajo de este tipo urge para poder penetrar en la diversa, compleja y problemática vida cotidiana de los cubanos de hoy. Y hay que dejar sentado que no es solo un reto para los historiadores o demás cientistas sociales, sino también para una amplia gama de investigadores como matemáticos, físicos, etc. Volver, pues, a estas páginas es una necesidad para los lectores interesados en nuestro pasado cultural.
Notas.
[1] Rodrigo Orellana: «Historia y ficción en Michel de Certau», en: Ingeniun, Revista de historia del pensamiento moderno, No 4, julio- diciembre de 2010, Madrid, pp. 107-108.
[2] Entrevista de 70 minutos a José Luciano Franco realizada el 16 de diciembre de 1969, en: María Poumier: Apuntes sobre la vida cotidiana en Cuba en 1898. Ed. Ciencias Sociales, La Habana, 1975, p.173.
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