Pero mientras tenían lugar los robos de cédulas electorales, Carlos Salas Humara del PAP tenía la desvergüenza de hacer propaganda a favor de la solución electoral:
Las recogidas de las cédulas por el electorado en todas las juntas de la República, prácticamente resulta un verdadero y último referendo. Quienes por avaricia o por egoísmo, por pasión o por venganza soñaron con sembrar el caos y la destrucción, han recibido el repudio popular.[i]
Muchas cédulas en lugar de ser recogidas normalmente por la ciudadanía eran robadas. El Tribunal Superior Electoral recibió diversas denuncias de robo masivo de carnets electorales. Por ejemplo en Palma Soriano, tras una investigación efectuada por el inspector magistrado de la Audiencia de Santiago de Cuba, se pudo determinar se habían robado 4 956 cédulas.[ii] En Sagua de Tánamo el presidente de la Junta Municipal electoral detectó la sustracción de 7 622 carnés, la prensa informó que el hecho se había consumado «por dos individuos desconocidos según informa la pareja del Ejército que prestaba servicios de custodia de dicho organismo». Ese era el Ejército en que tanto confiaban los electoralistas que ni podía ni quería poner orden en los comicios. En Las Tunas el presidente de la Junta Municipal reportaba que personas desconocidas sustrajeron «todos los carnés existentes, así como también las libretas donde se llevaba el control de los carnés entregados».[iii] En Yateras se informaba que «personas desconocidas (…) sustrajeron la casi totalidad de las cédulas existentes en esa Junta, las que hacen un aproximado de 7 500 o más».[iv] En Fomento se tenía conocimiento oficial de que en la Junta Municipal se había destruido toda la documentación electoral. Son tan solo ejemplos de los casos que informó la prensa, el fenómeno se extendía por todo el país y los reportes eran numerosos.[v]
Debemos significar que nunca se detuvo a ninguno de los culpables de esas violaciones lo que demuestra la impunidad con que se actuaba y la complicidad de la dictadura en tales procedimientos espurios. Además se debe considerar que tanto las Juntas Electorales en las distintas instancias como la guardia y custodio de estos documentos estaban en manos de representativos e instituciones del gobierno lo que supone que otros muchos casos de robo pudieron no ser reportados. Por otro lado, el procedimiento que se seguía una vez consumada la sustracción de cédulas no aseguraba un reordenamiento claro de los documentos electorales. En muchos casos como las denuncias se produjeron en fecha cercana a las elecciones no se contaba con margen de tiempo suficiente para confeccionar con rigor nuevos registros de los colegios electorales o se prescindía del trámite de ponerle fotos a los carnés lo que propiciaba también el fraude en las urnas.
La alternativa reformista conservadora de los electoralistas no solo tenía que vérselas con las prácticas deshonestas del gobierno. Dentro de los partidos de oposición adheridos a la componenda electoral se producían serías divisiones como resultado de ambiciones de poder, escepticismo político y manejo arbitrario de las asambleas políticas. El descrédito y desgaste que manifestaban limitaba sus aspiraciones de triunfar en la consulta electoral.
Por otro lado, en las instancias municipales se van a producir fuertes rencillas alrededor de diversos aspectos que comprendían la designación de inspectores para los colegios, la selección de los miembros de las mesas electorales y la suspensión del conteo de los votos. Esta situación se tornó particularmente compleja en la provincia de Las Villas por diversas circunstancias. En primer lugar, atendiendo a las solicitudes de los partidos políticos, la Junta Provincial de Las Villas decidió consultar con el Tribunal Superior Electoral sobre la necesidad de nombrar inspectores en los colegios que fuera necesario. El Tribunal Superior Electoral aprobó la solicitud aunque bajo ciertas condiciones que establecían que los inspectores debían ser auxiliares del Poder Judicial que prestasen servicio en la misma localidad y que se le asignase no menos de cinco colegios a cada uno. La medida no era lo suficientemente fuerte, las instancias superiores no se comprometían a fiscalizar el proceso en la base y el número de colegios que debía atender cada inspector era muy amplio.
En segundo lugar, otro motivo de fuertes tensiones fue la disputa en torno a las designaciones de los miembros de las mesas electorales. Las Juntas Provinciales Electorales habían confeccionado listados del personal de mesa que fueron rechazadas por las Juntas Municipales Electorales de Candelaria, Mariel, Camajuaní, San Antonio de las Vueltas, Cienfuegos, Sancti Spíritus, Quemado de Güines, Rancho Veloz y Santo Domingo porque entendían que los propuestos no habían sido afiliados ni seleccionados por los partidos. En esos casos las Juntas Municipales designaban personal de los partidos políticos por su cuenta o rechazaban las listas propuestas. Para estos problemas se acordó designar inspectores que se ocupasen de las Juntas mencionadas.[vi]
Por cierto, en un esfuerzo de propaganda política fácil, Márquez Sterling y Grau dirigieron sus ataques, más que al gobierno como su oponente natural en las elecciones, a las organizaciones revolucionarias. Sabían que estas últimas constituían el futuro de Cuba y eran su oponente más temible. Veamos las expresiones del expresidente en una de sus escasas presentaciones en público y la única que pudo organizar en la provincia de Oriente, en este caso en la ciudad de Holguín:
Por eso estamos aquí; para compenetrarnos con el sufrimiento de esta brava región (…) y para decir a todos que basta ya de sangre y de luto; que el drama cubano es ya tan trágico que hay que solucionarlo rápidamente por la vía civilizada de los votos (…)
Es por eso que hemos demandado del Gobierno que cumpliera su promesa de traer los observadores de la OEA (…). Esa medida cuenta con la simpatía de todo el pueblo, inclusive con la de los que con las armas están procurando el rescate de nuestras libertades.[vii]
¿Podrían llamarse civilizadas unas elecciones viciadas desde sus orígenes y auspiciadas por Batista? Por otro lado, para sacar ventaja electoral Grau no definía el origen de la confrontación que se había desatado en el país. Así aparecía él como un político pacífico mientras el gobierno y las organizaciones revolucionarias aparecían definidas sutilmente como los responsables de las muertes que tenían lugar. Por último sacaba ventaja de la influencia que tenían las organizaciones revolucionarias en Oriente para proclamar algo que no era cierto. Las organizaciones revolucionarias repudiaban las elecciones en su conjunto y no se habían pronunciado a favor de la presencia de observadores internacionales.
Márquez Sterling era más incisivo en su crítica contra los movimientos revolucionarios a los que, como hacía la dictadura, los vinculaba con el sistema comunista:
En todo momento, y en toda ocasión, en las cercanías de las elecciones,, hemos pedido un alto al fuego para que todos los cubanos puedan ir a votar con toda confianza. Insistir en torpedear las elecciones es un error inmenso. Creemos que aquellos que se oponen a los comicios no corresponden a la parte cubana de la insurrección sino a los intereses extranjeros del totalitarismo rojo.[viii]
Pretender asociar el movimiento revolucionario auténticamente cubano que encabezó la lucha contra la dictadura de Batista con intereses extranjeros, así fuesen del sistema socialista, era una burda manipulación de la realidad. Pero Márquez Sterling estaba consciente que para ascender el poder tendría que vérselas con las dos fuerzas que mantenían polarizado el conflicto cubano, tarea bien difícil:
El 3 de noviembre lograremos el impulso final. Derrotar al gobierno y a su candidatura continuista, y con ellos a todas las fuerzas de la maldad internacional, que se han apoderado de la dirección de ciertos movimientos, y que pretenden trastornar toda nuestra historia.[ix]
En efecto, la historia de una República neocolonial estaba llegando a su fin. Las organizaciones revolucionarias transformarían la realidad socioeconómica del país haciéndolo más independiente de Washington.
[i] Gente de la Semana, 12 de octubre de 1958, p. 38.
[ii] Ibídem, 9 de octubre de 1958, p. 10-A, col. 2.
[iii] Ibídem, 24 de octubre de 1958, p. 10-A, col. 7 y 25 de octubre de 1958, p. 10-A, col. 3.
[iv] Diario de la Marina, 25 de octubre de 1958, p. 10-A, col. 3.
[v]Otras irregularidades vinculadas al robo de células electorales se reportaron en Guantánamo donde se sustrajeron aproximadamente 5 mil células de distintos barrios. En Puerto Padre se “notó la ausencia” de 12 038 cédulas. En el Cobre se reportó el robo de todos los carnets correspondientes a los barrios Aserradero, Cambute, Guamá, Hongolosongo, Dos Palmas, Manacas, Nima-Nima y Río Frío. Ver: Diario de la Marina, 16 de octubre de 1958, p. 10-A, col. 6-7-8.
Por otro lado, el delegado del PRC(A) ante el Tribunal Superior Electoral, Silvio Gómez, denunció en esa instancia jurídica que en las Juntas Municipales Electorales de Consolación del Sur, San Juan y Martínez, Los Palacios, Pinar del Río, San Luis y Cabañas, integrantes de la Coalición Progresista Nacional obtenían mediante procedimientos tortuosos la entrega de los carnets electorales de un buen número de electores y solicitó la designación de inspectores. Pero el Tribunal Superior Electoral designó como inspectores a los jueces de primera instancia de los partidos judiciales de los términos municipales que eran autoridades de menor rango y en algunos casos vinculados al fraude que se estaba cometiendo. Ver: Diario de la Marina, 24 de octubre de 1958, p. 10-A, col. 1-2.
[vi] Diario de La Marina, 15 de octubre de 1958, p. 10-A, col. 1.
[vii] Diario de La Marina, 21 de octubre de 1958, p. 10-A, col. 1-2.
[viii] Diario de La Marina, 19 de octubre de 1958, p. 1, col. 1-2.
[ix] Diario de La Marina, 26 de octubre de 1958, p. 8-B, col. 5.
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