Las pequeñas palabras, del poeta, escritor y periodista, Reinaldo Cedeño Pineda, vicepresidente de la filial santiaguera de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), es el autor del texto, publicado por la Editorial Oriente, y prologado por el periodista Eric Caraballoso Díaz.
Volumen dirigido, principalmente, a quienes cultivamos un género periodístico, que si bien tiene su génesis en el mundo mediático, «invade» —con permiso o sin él— el vasto campo poético-literario, y cual agua pura y cristalina que corre por los ríos subterráneos del espíritu humano, brota del universo subjetivo de quien «enamora» o «seduce» con palabras al lector, oyente o telespectador, en dependencia del medio de comunicación utilizado.
Me refiero, en esencia, a la crónica, que el también miembro distinguido de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) convierte —como por «arte de magia»— en suave caricia al intelecto y al espíritu del «soberano de la creación», quien —en una época signada, en lo fundamental, por el creciente deterioro de los valores ético-humanistas en que históricamente se ha sustentado nuestra sociedad— necesita con premura el «alimento» que nutre y salva el alma de ese mestizo único e irrepetible, que vive, ama, crea y sueña en la mayor isla de las Antillas.
De acuerdo con el colega Caraballoso Díaz:
- Las pequeñas palabras es un libro hermoso (…). Cedeño [Pineda] es un orfebre, un domador de palabras, un poeta. Lleva [la profesión] de periodista bien adentro y sabe que la vida (…) no está exenta nunca de la belleza [se debe aclarar aquí, que Cedeño Pineda concibe la belleza no solo como componente estético, sino también como toda acción que exalta la grandeza y dignidad del homo sapiens]. Donde otros no ven sino cenizas, él logra descubrir el diamante y situarlo ante los ojos del lector. Sale entonces a relucir toda su sensibilidad [artística y humana, «ancha y lejana, como la pampa argentina»], toda su experiencia (…). Pero no hay artesanía rutinaria en ello, hay inspiración [y mucho corazón].[1]
Quien desee comprobar cómo Cedeño Pineda se desdobla en todo eso y muchísimo más, debe incursionar en las cautivadoras páginas de Las pequeñas palabras, y al mismo tiempo, leer las crónicas —recogidas en esa verdadera obra de arte— «con los ojos del alma, que son los que saben ver», al decir del ilustre escritor Antoine de Saint Exupéry (1900-1944), autor de El Principito.
En esos «aplausos y abrazos que nunca terminan (retratos)», el lector puede descubrir y disfrutar la más exquisita prosa poética, cuyo punto focal o eje central gira alrededor de personalidades relevantes de la cultura cubana y de mucho más allá de nuestras fronteras geográficas: Luis Carbonell (1923-2014), «acuarelista de la poesía antillana» y Premio Nacional de Música; Nancy Morejón, Premio Nacional de Literatura; Leonardo Acosta (1933-2016), Premio Nacional de Literatura y Premio Nacional de Música; Dulce María Loynaz (1902-1997), Premio Cervantes y Premio Nacional de Literatura; la prima ballerina assoluta Alicia Alonso (1920-2019), Premio Nacional de Danza; los primerísimos actores Gina Cabrera (1928-2022), Premio Nacional de Televisión; José Antonio Rodríguez (1935-2016), Premio Nacional de Teatro, y Adela Legrá, «rostro del cine cubano»; el poeta Gabriel de la Concepción Valdés, «Plácido» (1809-1844); los escritores Jesús Coss Cause (1945-2007), Joel James Figarola (1942-2006), y las atletas Mireya Luis y Annia Portuondo, glorias del deporte cubano y universal, entre otras figuras del arte y el folclore santiagueros e internacionales.
Por otra parte, Cedeño Pineda no podía dejar de «acariciar» —con los más dulces epítetos— la tierra indómita que lo viera nacer, crecer y escalar, con éxito indiscutible, la cima de la montaña: Santiago de Cuba, la «Ciudad Heroica», cuna de la poetisa Libertad Dearriba (1953-1968), Ado Sanz (1966-2015), «príncipe de la palabra», la primerísima actriz Eusebia Cosme (1911-1976) mientras que, a la vez, «atrapa [en el aire] la imagen» del estilista Zenón Bizarro San Miguel, así como la del locutor santiaguero Julián Ercilio Navarro Coello (1926-2010), Premio Nacional de Radio, y peina —con la mayor delicadeza— a la Virgen de la Caridad, en el santuario de «El Cobre», templo erigido a la «Patrona de Cuba y de los cubanos» (donde quiera que estén) en su natal Santiago, sin dejar de registrar con profunda tristeza los penosos acontecimientos, que —cual «heridas» materiales, psicológicas, humanas y espirituales infligidas a la población santiaguera por la tormenta tropical Sandy— convirtieron esa urbe oriental en una ciudad devastada desde todo punto de vista.
No creo necesario seguir «emborronando» cuartillas para llegar a la conclusión de que Reinaldo Cedeño Pineda integra —por derecho propio— las privilegiadas filas de los periodistas literarios insulares, entre los que se destacan Ciro Bianchi Ross, Premio Nacional de Periodismo «José Martí», Leonardo Padura Fuentes, Premio Nacional de Literatura, y Senel Paz, Premio Nacional de Cine, «reyes midas» de las letras cubanas y de allende los mares.
[1] Eric Caraballoso Díaz: «Pequeñas palabras, grandes seducciones». Prólogo a Reinaldo Cedeño Pineda: Las pequeñas palabras, Santiago de Cuba, Editorial Oriente, 2019, p. 10.
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