El peregrino misterio de las trampas y los laberintos del ser es tema recurrente en la poesía; lo más esencial e incomprensible del alma humana y su andar por el mundo es pasto que alimenta su creación. La expresión del poeta, la forma en que modela y propone esta angustia existencial como arte, provoca el extrañamiento o la identificación estética y permite la comunicación entre quien escribe y quien lee.
Hoy proponemos el cuaderno lírico titulado Las quebradas oscuras, publicado en 2008 por la Editorial Letras Cubanas. La edición y corrección de estilo están a cargo de Eliana Dávila. El autor, Jesús David Curbelo Rodríguez, es un poeta, narrador, ensayista y traductor cubano nacido el 29 de diciembre de 1965 en Camagüey, quien se alza como una figura prominente en el panorama de la literatura actual.
Licenciado en Filología por la Universidad Central de Las Villas y profesor de la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana, el también investigador y editor ha impartido conferencias en instituciones académicas, dentro y fuera de Cuba. Por la calidad de su obra poética, le ha sido conferido el Premio de la Crítica en dos ocasiones. Asimismo, posee varios libros publicados de novela y cuento, que han alcanzado igualmente importantes galardones en distintos certámenes.
El texto en cuestión incluye selecciones tomadas de varios libros anteriores del autor, entre los que se distinguen Apología del silencio, Salvado por la danza, El lobo y el centauro y El Libro de Lilia Amel —que dedicara a su hija—, cuyos versos muestran una influencia indudable y declarada de la lírica martiana, específicamente de aquellos rasgos vitales e íntimos que el Maestro manifestara en su entrañable Ismaelillo, y también peculiaridades específicas de la métrica y la rima.
En otros libros agrupados en esta antología, el poeta juega intencionalmente, con la significación que tienen sus dos nombres —ambos simbólicos y evocadores para la cultura occidental— en la tradición judeocristiana. Tanto el primero como el segundo son empleados en versos que buscan, a la vez, el estudio de la autopercepción interior y la trascendencia exterior, evidenciando la necesidad de respuesta a una preocupación humanista en la relación consigo mismo y con quienes le rodean. Además, se regodea en la valoración de sus semejantes —presentes y futuros—, el lugar que le otorgan y que se otorga a sí mismo en el decursar de la vida, desde el punto de vista social y humano, pero también como creador, como artista, como escritor de su tiempo. Se cuestiona constantemente el concepto de poder ligado a ambas denominaciones, que fueron identificadas en sus épocas respectivas de muy distinta manera para cada individualidad, en tanto soberanos reales y espirituales. Si bien David logró erigirse como rey de facto para su pueblo, Jesús sufrió burlas al ser referido como monarca de una congregación que no lo asumió como tal, para trascender luego como figura cimera de una de las más practicadas religiones del mundo. En esta dicotomía articula su discurso el poeta, llevándolo más allá de su persona, compartiendo la asunción de estas disquisiciones éticas y filosóficas con el público lector.
Dirán: «Fue rey. Nos trajo la bonanza». Erigirán un templo en que adorarme. Ya ninguno osará decapitarme, pues signo habré de ser de la pitanza. Cuando salven la abulia y la matanza, el hambre, el miedo, el ansia de borrarme, y yo torne a quebrarlos y a quebrarme en el vicio feraz que es la esperanza, genuflexos vendrán, limpias las manos, a ofrecerme su alma en vasallaje, como quien salda toda la estulticia. Yo me envaneceré. Y en la avaricia de fungir como un mito a los humanos, abriré otra espiral en el mensaje: seré lobo, centauro, encuentro, viaje, coronación, espacio, tiempo, huella: hijo y doble de Dios, que asume y sella.
Del amor y su búsqueda nos habla en pasajes sutiles, en versos donde también se desdobla y se encara a sí mismo, se multiplica y se potencia en entes ajenos, a quienes convoca y reta a desertar de la duda. Esta inquietud subjetiva manifestada en el plano lírico podría aventurarse inducida por el desvelo con que asume el escritor un eminente rol social en tanto hombre de letras, educador y guía de juventudes; se expresa así en la imagen de un ser diseminado en sus iguales, a quienes reta; al tiempo que observa desde su paradójica soledad a los otros en reflejos especulares.
En cuanto a los formatos, en el texto puede encontrarse una gran variedad de ellos en logrados contrastes. Así, percibimos el ejercicio de la décima culta en «Del abrigo», donde, a través de su palabra, ofrece al interlocutor una sinceridad y limpieza interior que equipara metafóricamente a lo virginal, y al mismo tiempo, identifica con la desinhibición plena; haciéndolo cómplice del desafío ingenuo y riesgoso de exponer sus pensamientos a ojos ajenos.
Como una novia al ciclón me desvisto. Convalece mi desnudez. Reaparece esa sombra. Soy alción desdibujado. Ovación que invade la brisa toda. Soy arcángel en la boda de mi cuerpo y el espejo. Me pierdo en la piel. Reflejo al que no existe y me enloda. Cubro el cristal. Una mano me unge el vientre con ceniza. Otra, letal, se desliza al norte irreal de lo humano. Grito, no escucho. Liviano, el cristal viril se quiebra. Juicio adulto me celebra al aire. La desnudez asume amarga esbeltez: ceremonia de culebra. Repta, silbante, nociva, mi euforia, por la pared del alter ego: merced que me concede: deriva de los sentidos. Pasiva, mi desnudez vuelve al tino, al holocausto vecino hecho músculo, linterna, al lago o a la caverna de mi cuerpo sibilino. ¿Quién soy, pues? ¿El otro, o yo? ¿La madre, el padre, el hermano? ¿El rostro del artesano, o la llovizna de Dios? ¿Quién sabe si soy, o no? ¿Quién me ampara de esta duda, de la cárcel, de la ruda memoria, del propio abrigo? ¿Quién decapita conmigo la verdad? ¿Quién se desnuda?
Encontrar el placer estético en las oscuras quebradas del alma es la proposición autoral en este volumen, donde el lector podrá asomarse —y asumirse— con las ansias de quien declara, con todo su ser, la fe en la belleza de la creación entre los recodos enigmáticos de la vida.
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