Nuestro idioma, el castellano, es no sólo una de las lenguas más habladas del mundo, sino una de las hermosas y complejas. Tanto para profesionales, con el idioma como instrumento básico, como para los simples hablantes, su conocimiento a fondo resulta imprescindible.
Por eso adquiere gran importancia el hecho de que se publiquen materiales que contribuyan a dicho conocimiento. Ese es el caso de El libro del editor. Con las nuevas normas de ortografía, de Elizabeth Díaz González y que publica Ediciones ICAIC. El título, muy merecidamente, recibió el Premio de la Crítica en el año 2019.
Bastaría esta valoración de Ambrosio Fornet, uno de nuestros más lúcidos ensayistas y autor del prefacio, para aquilatar la obra. Con este libro
el destinatario dispone al fin de una valiosa herramienta de trabajo que le permitirá transitar sin sobresaltos por el texto y cumplir cabalmente, como un verdadero profesional, la tarea que se la ha encomendado.
Sin embargo, y como se afirma en las notas de contracubierta, la utilidad de este trabajo supera a los destinatarios profesionales. Si bien es cierto que periodistas, editores, correctores, profesores, estudiantes o cualquier persona relacionada con la publicación de textos, serían los receptores ideales de estas páginas, eso no excluye a otros potenciales lectores. Si usted es de esas personas que pretende tener un buen dominio del idioma, sea en el habla o sea en la escritura, aquí se le ofrece un material de plurales contenidos, aportador y para nada desdeñable.
Un vistazo alrededor revelará de modo fácil que las faltas de ortografía, los errores elementales de redacción y la pésima pronunciación y mal uso de no pocas palabras, para no mentar la vulgaridad y los disparates que escuchamos en la calle, nos asedian a diario. En las redes sociales, los mensajes telefónicos con lenguajes inventados e incomprensibles, los subtítulos televisivos y hasta en las letras de cosas que algunos se atreven a llamar canciones, hay suficientes y dolorosas muestras de tales, a veces garrafales, carencias idiomáticas.
Por ello, El libro del editor…, rebasa con creces la idea de que sea sólo un exhaustivo y abarcador manual de consulta para profesionales, aunque este sea, por supuesto, el primer público meta de este trabajo. Es obvio que, dado lo complejo de la lengua castiza y el enorme marco de trabajo temático que puede encarar un especialista editorial de cualquier campo, este volumen constituye una invaluable guía y ayuda.
Por ende, a los miembros del ramo no habría que convencerlos mucho del valor utilitario del texto, pues apenas un vistazo a sus contenidos cumpliría la labor de aportar razones. Desde la explicación de los términos de la jerga profesional del libro; pasando por un amplio recorrido a normas ortográficas, de redacción y edición; hasta llegar a útiles compendios sobre diversos temas afines, hay argumentos más que suficientes. Para lectores menos especializados, la inclusión de capitales y gentilicios; la explicación de abreviaturas; el correcto uso de las preposiciones, así como las reglas de utilización de los signos de puntuación y de elemental redacción, son atractivos de alto valor. Cualquiera que desee sumar a sus saberes el imprescindible dominio de su lengua materna, y que practique la satisfacción de aprender algo a diario, tiene aquí una estupenda orilla para carenar.
No huelga apuntar que su autora, Elizabeth Díaz González, tiene una larga experiencia en los predios editoriales, donde ha recorrido todos los niveles del proceso de publicación de un libro, desde la redacción hasta la dirección. Además, es periodista, profesora universitaria, poeta, conferencista y autora de varios libros. Bajo su cuidado, han visto la luz complejas ediciones de Rubén Darío o de Marcel Proust, por sólo citar un par, que avalan la calidad de sus labores.
De vuelta a las palabras de Ambrosio Fornet, y con una explícita invitación a la lectura, insistimos en la idea que resalta el destacado intelectual en su presentación de El libro del editor…. En buena medida, la frase resume tanto los valores del texto como de su autora
Nos complace que ahora un público amplio —no limitado a los profesionales del gremio— pueda beneficiarse de esa vasta experiencia y de este esfuerzo admirable.
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