Fragmentos de la entrevista a Marcelo Zabaloy, traductor de Joyce al castellano
Al argentino Marcelo Zabaloy es traductor de Ulysses (1922) y Finnegans Wake (1939) de James Joyce al castellano, siendo el único en el mundo que tradujo completamente las dos epopeyas modernistas del escritor irlandés. Si ya había otras traducciones de Ulysses para el idioma de Gabriel García Márquez y Jorge Luis Borges, la primera traducción completa de Finnegans Wake fue la de Zabaloy, publicada en 2016 por la editorial El Cuenco de Plata. En la entrevista, que se realizó con el traductor por correo electrónico entre finales de agosto y principios de septiembre de 2019, el argentino de 63 años habla sobre su relación con la literatura y cuenta detalles sobre los hercúleos caminos por los que pasó para traducir dos de los libros más laberínticos e importantes del siglo XX.
¿Puede hablar un poco sobre usted y su camino en la literatura a Joyce?
Nací en Bahía Blanca, el 10 de septiembre de 1956, en un hogar de clase media. Fui a la escuela N° 4, a la vuelta de mi casa, y a los seis años de edad mi madre me llevó a estudiar inglés en el colegio Southlands. Me gustó el idioma y seguí yendo a inglés hasta los dieciocho años. Mis padres no eran grandes lectores, pero cuando cumplí diez años mi madre me regaló una novela que me entusiasmó, El Príncipe Valiente.[i] Leyendo ese libro comencé mi carrera de lector. Hice la escuela secundaria en el Ciclo Básico y la Escuela Normal, dependientes de la Universidad Nacional del Sur. Todo ello en la escuela pública, que es uno de los pocos orgullos de mi país, la enseñanza libre, gratuita y laica, desde el jardín de infantes hasta la universidad. De todos modos, cursé dos años de Abogacía en la Universidad Católica Argentina, período de mi vida que prefiero olvidar. Fue durante los años de la dictadura militar del 76.
Me casé muy joven, a los veintiuno, y en siete años tuve seis hijos por lo que no pude continuar con mis estudios, a Dios gracias, que me hubiesen convertido en abogado. Heredé de mi padre un negocio de máquinas de oficina y sobreviví vendiendo y reparando calculadoras, máquinas de escribir y computadoras. Después evolucioné un poco y me dediqué al tendido de redes de datos. Desde que tengo memoria leo. Cuentos, novelas, poesía. Todo lo que puedo leer en mi tiempo libre. Sería tedioso enumerar los libros leídos, pero existen puntos de referencia, libros emblemáticos, como usted dice: el Martín Fierro [de José Hernández], que era el libro de cabecera de mi padre (y no sé si leyó muchos otros), el Quijote [de Miguel de Cervantes], Rayuela [de Julio Cortázar], Cien años de soledad [de Gabriel García Márquez], La vida instrucciones de uso [de Georges Perec]. Siempre seguí leyendo libros en inglés, para aumentar el vocabulario. Leí cuentos de Poe, la obra de Shakespeare, Mark Twain, Dickens, en fin, los clásicos.
Mi primera lectura de un texto de Joyce fue en el colegio Southlands. Nos dieron para leer un cuento de Dubliners que se llama «Counterparts». Me gustó mucho. Volví a leerlo cuarenta años después, cuando leí todo Dubliners y entonces decidí intentar con el Ulysses, leyéndolo en inglés.
¿Qué lo llevó de este primer contacto con el trabajo del modernista irlandés a la traducción de Ulysses?
El azar. Un impulso irresistible de traducir un párrafo —la comparación entre la luna y la mujer, que Bloom imagina en «Ítaca»―. Quise mostrarle a mi mujer de qué se trataba y me propuse leérselo en castellano mientras lo leía en inglés. No funcionó y le dije que en un rato lo traduciría y se lo leería de nuevo. Me llevó toda la tarde traducir veinte líneas. Pero el proceso me produjo una enorme satisfacción. Y entonces no pude detenerme. Seguí con el otro párrafo y así sucesivamente, durante cuatro años.
Es un caso único de un traductor que lleva adelante la tarea de traducir las dos obras —Ulysses[ii] y Finnegans Wake[iii]― completamente en el mundo. ¿Cómo dimensionas esto?
Es algo poco usual. Son dos libros difíciles. No podría haberlo hecho por encargo, ni nadie me lo hubiese pedido. Pero una vez hecho no puedo decir mucho al respecto. A veces recibo alguna felicitación, alguna crítica, o algún amigo me reenvía un artículo de un diario. Me parece que ambas traducciones han sido consideradas decentes y con eso me alcanza.
¿La ausencia de antecedentes académicos en literatura fue un aspecto limitante o liberador de su traducción, ya que no estaba limitado a fórmulas académicas? Dado que Ulysses, entre otras cosas, es un libro que parodia la historia de la literatura y los estilos literarios, ¿ha realizado un estudio al respecto?
No tuve la responsabilidad que tiene un traductor profesional y eso es muy importante. No tuve más presiones que las que me impuse, y eso hizo la tarea mucho más placentera. Nunca lo consideré un trabajo, sino al contrario, las dos traducciones fueron mis mejores vacaciones. Por otra parte, no pertenecer al mundo académico tiene sus ventajas y sus desventajas. Leí mucho, mucho en serio, durante ambas traducciones. Leí para comprender y traduje para entender lo que leía; digamos que fue un proceso circular, como la Odisea. No sería capaz de escribir un ensayo, un estudio o un tratado sobre el Ulysses o sobre el proceso de traducción; no tengo los elementos que se requieren para ello.
Traté de emular las parodias literarias de Joyce recurriendo a escritores de distintos períodos de la literatura castellana; hasta ahí llegó mi conocimiento.
¿Puede decir cómo fue este proceso de traducción?
Empecé a leer el Ulysses en 2004 y a traducirlo en 2005. Terminé la primera versión en 2009, por lo tanto, algo así como cuatro años. Pero después seguí revisando y corrigiendo durante otros seis años, hasta que se publicó. Creo que en promedio pude haberle dedicado no menos de cuatro horas diarias, de lunes a lunes, siempre que me fue posible, claro. El método fue sencillo, leer un párrafo, tratar de comprenderlo, buscar en los libros de apoyo —Ulysses Annotated [de Don Gifford y Robert J. Seidman] y muchos otros libros― y reescribirlo en castellano. Después leer ambos textos en voz alta. Con el Finnegans usé el mismo método, consultando otros libros, claro.
Con Egdardo Russo, el editor del Cuenco de Plata, y el profesor Eugenio Conchez, trabajamos durante tres o cuatro años leyendo y releyendo los capítulos por Skype, hasta que por fin los dimos por buenos. También participaron otros traductores en el proceso de revisión, como Teresa Arijón y Anne Gatschet. Eugenio Conchez editó las notas y aportó muchísimo a las revisiones del texto. Yo no leí las otras traducciones, pero Edgardo Russo sí. Su referencia siempre fue la traducción de Salas Subirat.[iv] Mi referencia principal fue la traducción al francés de Valery Larbaud,[v] porque en ella participó Joyce.
En cambio, la traducción del Finnegans Wake fue en solitario. Una vez hecha —me llevó siete años― la revisé con Eugenio Conchez quien hizo un trabajo formidable de detección de errores en los miles de nombres que hubo que revisar, además de las faltas de ortografía exprofeso, las erratas reales o ficticias, los miles de neologismos que tuve que forjar, etc, etc etc.
[i] Es el nombre de una serie de cómics ambientada en la época de la leyenda del Rey Arturo, creada por el dibujante de cómics Hal Foster en 1937. [Nota del entrevistador]
[ii] Las citas de Ulysses utilizadas en esta entrevista se refieren a la traducción de Marcelo Zabaloy: JOYCE, James. Ulises. 2. ed. Buenos Aires: El Cuenco de Plata, 2017. [Nota del entrevistador]
[iii] José Salas Subirat es el primer traductor al castellano del Ulysses de Joyce (1945). [Nota del entrevistador] 6 La traducción francesa de 1929 indicaba en su portada una jerarquía en la que Auguste Morel figuraba como traductor, asistido por Stuart Gilbert, Valery Labaud y el propio Joyce. Fue la segunda traducción de Ulysses, que comenzó su odisea de traducción en 1927 por la traducción alemana de Georg Goyert. [Nota del entrevistador]
[iv] José Salas Subirat es el primer traductor al castellano del Ulysses de Joyce (1945). [Nota del entrevistador]
[v] La traducción francesa de 1929 indicaba en su portada una jerarquía en la que Auguste Morel figuraba como traductor, asistido por Stuart Gilbert, Valery Labaud y el propio Joyce. Fue la segunda traducción de Ulysses, que comenzó su odisea de traducción en 1927 por la traducción alemana de Georg Goyert. [Nota del entrevistador]
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Puede leer la entrevista completa en la revista Qorpus volume especial: James Joyce
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