A próposito de la presentación del libro León Tolstói, espitolario cubano.

En la mañana de este lunes la Sala Alexandr Pushkin de la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí acogió la presentación del libro digital León Tolstoi, epistolario cubano, del filólogo Blas Nabel Pérez, publicado por la editorial Cubaliteraria.
La actividad, a la que asistieron representantes de la embajada rusa en Cuba y un nutrido público, rindió homenaje al célebre escritor en el 113 aniversario de su muerte.
El panel —integrado por Yaremis Pérez Dueñas, directora de Cubaliteraria; el periodista y crítico literario Fernando Rodríguez Sosa, autor del pótico del libro; y el autor, Blas Nabel Pérez— abordó el proceso de concepción del libro, la relevancia de este por el aporte de materiales inéditos y otros traducidos por vez primera al español, el acercamiento cultural de ambos países que se manifiesta a través de las cartas y, a la vez, la posibilidad que brinda el soporte digital para el acceso a este libro desde varias regiones del mundo. De igual modo, Nora Lelyen, editora de este título, comentó sobre el desafío del proceso editorial de este voluminoso ejemplar en el que conviven múltiples voces, e incluso varios idiomas, lo que supuso un reto para poder transmitirlo a los lectores en el formato digital. Al finalizar los asistentes pudieron disfrutar de un material audiovisual aportado por el autor, con altos valores patrimoniales, pues mostró imágenes del escritor ruso en su vida cotidiana, lo que significó un emotivo cierre para este homenaje.
Como es habitual con las novedades del catálogo digital de Cubaliteraria, este título se encuentra disponible para su descarga gratuita en el Portal.

Palabras leídas por Blas Nabel Pérez durante la presentación del libro
El escritor ruso León Tolstói dejó tras sí un colosal testimonio producto de la fecunda relación epistolar sostenida con todo el mundo.
Su destreza narrativa, la profundidad de sus intuiciones y la precisión psicológica con la que describe a sus personajes lo erigen en uno de los pensadores morales más fecundos y fascinantes de la literatura de todos los tiempos.
Se estiman en 16 mil las misivas atesoradas en el «Museo León Tolstói», entre cartas, postales, notas, enviadas y recibidas. En el año 1874, la Unión General de Correos en Berna creó el territorio postal universal para intercambiar diferentes contenidos que se pudieran enviar por correo: fotografías, cartas e impresos. Una nueva época, surge gracias a esta difusión pues se expande el pensamiento y se difunde la cultura. Entre los usuarios de aquella Unión resulta León Tolstói, gracias a ella pudo llevar a cabo una monumental comunicación con sus lectores.
El intercambio epistolar que tuvo lugar con el escritor ruso produjo un colosal impacto comunicacional de carácter global, que permite considerarlo el precursor de la comunicación social en el mundo. Su epistolario es uno de los más versátiles de la historia contemporánea.
En el presente trabajo se expone el vínculo multifacético de Tolstói con Cuba a partir de que comienza a ser conocido a finales del siglo XIX.
Núcleo central lo es la correspondencia que tuvieron con Tolstói decenas de cubanos de diverso origen. Se dan a conocer los facsímiles de las cartas que se conservan en su Archivo Personal de Moscú. El estudio se inicia con la temprana irrupción de sus obras a partir de 1888, la lectura de estas de forma amplia por el público cubano y el carácter relevante de la correspondencia que sostuvo con varios de ellos, quienes lo reconocieron como un poderoso líder a quien seguir en sus ideas.
Sus obras provocaron conmoción en América Latina, fueron inmediatamente acogidas por el público, respondían a procesos que tenían lugar en los países hispanoparlantes en aquella época.
Con celeridad asombrosa para la época, la obra de Tolstói es conocida y amada en Cuba. Las editoriales españolas Sempere, Sopena y Maucci inundan los mercados libreros con la traducción de sus obras. A la vez arriban ediciones en inglés y en francés. Una creación literaria de tamaña magnitud provocó la atención crítica de los más alertas y preocupados críticos cubanos, quienes expresaron sus criterios y observaciones sobre la titánica labor de este creador magistral.
José Martí fue el primero en analizar sus textos y en varias de sus anotaciones subraya con gran agudeza el enérgico realismo que advierte en su novela, la capacidad de Tolstói para narrar la acción desde los propios personajes y trasmitirla a sus lectores.
En las páginas de la Revista Cubana, en 1891, el periodista y narrador Martín Morúa Delgado reflexiona sobre la Rusia contemporánea y, al acercarse a algunos de sus más significativos escritores, afirma sobre León Tolstói:
Hemos seguido a este eminente autor, procurando observarle de cerca en sus continuas dudas, en sus constantes investigaciones de la verdad, en su batallar perpetuo por el descubrimiento de la perfección humana, y con él nos hemos envuelto en los laberintos de sus filosofías, sin acercarnos nunca a otra conclusión que la siguiente: «Tolstói, más que un autor literario, más que un novelador moderno, es un talentoso propagandista. ¿De qué? De la reformación social, del mejoramiento humano, de la confraternidad universal».
El crítico Manuel Sanguily después de leer su obra en una versión francesa o quizás inglesa en 1891 señala «No es el reformador, sino el artista, el que ha cautivado al mundo».
El estudio realizado por Enrique José Varona se cierra con la siguiente apreciación fundamental:
Tolstói ha creído que su deber lo llamaba por el camino de la predicación y el ejemplo. Pero el mundo nada ha perdido; porque el gran instrumento de predicación de este neoapóstol ha sido su virtud de artista. Los milagros de este taumaturgo han sido sus obras admirables, hijas de su facultad verdaderamente divina de hacer pensar, haciendo sentir.
Acontecimientos culturales de extraordinaria importancia para la naciente República Cubana, son vinculados al escritor. La primera conferencia que tuvo lugar en el Ateneo y Círculo de la Habana, inaugurado en 1902 fue impartida por Enrique José Varona y versó sobre León Tolstói.
Ese sentido denunciador del arte y la literatura rusa en los decenios finales del siglo XIX era advertido por Aurelio Mitjans en su trabajo sobre los Caracteres dominantes en la literatura donde expone que: «En Rusia misma la novela viene siendo un instrumento de combate contra la arbitrariedad y el despotismo…». Por su parte, Mariano Aramburu, escribió sobre las ideas religiosas de Tolstói en su libro, Impresiones y juicios señalando:
La prédica del escritor ruso es más «temible» porque se basa en el amor y se expresa con «una melodía suave, insinuante, casi tierna».
El jurisconsulto y catedrático universitario José Antonio González Lanuza ofreció varias conferencias sobre Tolstói.
En ocasión de su muerte en septiembre de 1910 otros autores como Luis Rodríguez Embíl y Emilio Bobadilla rozaron de modo tangencial su producción novelesca.
En 1959, Cuba funda la Imprenta Nacional de Cuba destinada a ofrecer al pueblo las lecturas más recomendables, situó La guerra y la paz en la primera lista en un catálogo de textos clásicos. Se publica además Ana Karénina, y Resurrección.
Posteriormente, la Editorial de Arte y Literatura daría a conocer más obras de Tolstói a las que hay que añadir Sebastopol, Los cosacos, así como La muerte de Iván Ilich, en un volumen colectivo de novelas famosas.
En 1972 Juan Marinello pronunció en esta Biblioteca Nacional de Cuba una conferencia en la que por primera vez se hace referencia a la correspondencia cubana de León Tolstói. El ensayista y crítico encaminó sus meditaciones a calar en los conflictos y contradicciones de Tolstói, derivados de su procedencia clasista y de las soluciones idealistas que asumió:
No hay dudas, señala Marinello, que la jerarquía cimera de su caso integra una lección de enjundia: la que ofrece la criatura que presa en una clase social culpable y ejercitando una sensibilidad generosa, intenta destruirla desde adentro, olvidando que clase social alguna cesa en sus pecados por obra de la purificación interna sino por acción de la clase oprimida y contraria, que la entierra de veras, impidiendo la resurrección.
Entre 1890 y 1910, Tolstói recibió un total de 245 cartas en español, conocidas hasta ahora, de Cuba se conocen 29 misivas, quizás muchas otras permanezcan aún sin ser descubiertas en las bóvedas del archivo.
Al analizar las cartas escritas por los cubanos lectores de sus obras, destacan las de varios obreros presos en la cárcel de la Habana en 1903, que habían participado en la primera huelga cubana conocida como «la huelga de los aprendices». La comunicación con Tolstói de ellos se había iniciado antes de la huelga y en respuesta a esa primera carta, Tolstói les formula algunas interrogantes a sus corresponsales habaneros, que por obvias razones de seguridad no pudieron ser respondidas por sus interlocutores.
Algunas de las misivas representan maravillosos ejemplos de las bellas artes como las tarjetas postales dibujadas en acuarela por diferentes pintores.
Entre los intelectuales destaca la del escritor (poeta y bibliógrafo), Manuel García Garófalo Mesa quien describe el acontecer político y social de Cuba y solicita a Tolstói un ejemplar de su texto sobre pedagogía.
Un joven trabajador de Camajuaní, Onofre G. Gómez ruega a Tolstói que le envié un Reglamento Fundamental de lo que es el socialismo, redactado por él.
Conmovedora es la misiva de la señora Caridad Amable trabajadora muy pobre residente en la calle Jesús del Monte solicitándole interceda con el Sr. Carnegie filántropo norteamericano para que le conceda ayuda económica, gestión realizada por Tolstói. Sobresalen las enviadas por aquellas jóvenes fieles lectoras que le ruegan a Tolstói les envíe su autógrafo. Sus nombres lo señalan: Isabel Gárrate, Señoritas de Báez y Bolívar, Madame Louise Supervielle, María Teresa Demestre, Ophelia Kricghof Báez, Sophia Zorrilla. La más notable fue la de la joven Manuela Inda Rodríguez del poblado, de Guanajay, como lo prueba una tarjeta-postal que la muchacha le envió y la cual regresó a sus manos con la rúbrica de Tolstói el 25 de octubre de 1903. El hecho fue consignado en un número de La Gaceta de Cuba.
Alejo Carpentier define magistralmente la actualidad y acogida de la obra Tolstoiana en Cuba:
…un gigante se mantiene firme en nuestra estimación: León Tolstói. Mostró un mundo que se asemeja sorprendentemente al nuestro, al que hemos conocido, vivido o padecido, generación tras generación desde los días de nuestras primeras guerras de independencia iniciadas, por casualidad histórica, en los años en que sitúa Tolstói los inicios de su acción.
La impronta dejada por León Tolstói constituye una invitación a conocer los juicios y comentarios que la portentosa obra de este creador magistral suscitó tanto en escritores como en el público lector cubano.







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