En el Centro Dulce María Loynaz se celebró, como ya es habitual, el encuentro Letra Digital que auspicia la editorial Cubaliteraria. Este 29 de junio, fue homenajeado por primera vez desde su fallecimiento, el 5 de enero del 2011, Rufo Caballero con la presentación de sus libros Nadie es perfecto y Seduciendo a un extraño.
Mientras se proyectaban imágenes del memorable intelectual junto a familiares y a diferentes personalidades de la cultura cubana, la directora de Cubaliteraria, Yaremis Pérez, comentó brevemente la importancia de que libros como estos se pudieran encontrar en formato digital, e introdujo al panel que, desde los dos libros del sello Ediciones ICAIC, hablarían sobre el reconocido crítico.
El moderador, Osmany Echevarría, antes de ceder la palabra a los panelistas, comentó que la obra de Rufo es la obra de la crítica cubana. Daniel Céspedes fue el primero en tomar bajo su batuta una de las obras de quien fuera su profesor y amigo. Seduciendo a un extrañofue examinada desde las hojas de un escrito titulado «Las narraciones de un seductor», que leyera Céspedes al público. Con una mirada intimista, casi vivencial y autobiográfica el autor camina con él; es la otra voz que narra y opina. En ella Rufo dialoga con el lector desde la misma literatura y trata de convencer desde ese amor que siempre sintió por el cine.
A través del mismo exergo ya está el lector en punta para seguir al crítico-cineasta-hombre, nos dice al final de sus cuatro páginas de ensayo Daniel Céspedes:
No obstante, Seduciendo a un extraño revela a un escritor ya ducho en el lenguaje y la experimentación tanto genérica como temática. Cultísimo, valiente y placentero, se fue de prisa Rufo, reafirmando (…) por encima de lo anterior, la vida. ¡Qué manera monstruosa de vivir la de Rufo Caballero!
Francisco López Sacha tomó para sí Nadie es perfecto, libro que ayudó a armar al ya escritor y que trataba, según él, por primera vez de hacer ficción. Leyó del libro una pequeña nota donde se ponía de manifiesto la manera peculiar que tenía Caballero de ver el cine. En él decía que el arte no es un tratado, ni una doctrina, es nada, es una proporción antojadiza, incompleta y el artista tiene una mirada de túnel que no debe intentar verlo todo. Eso para él —dijo— era casi un credo, era un compendio de cómo Rufo entendía el cine… Nadie es perfecto no es un libro de cine, ni una crítica, ni un ensayo, ni una entrevista, pero en él está todo eso, es un volumen con múltiples aristas, como lo fue también su autor. Es un libro esencial porque presenta al crítico como un provocador.
Víctor Fowler intentó armar la controversial y compleja figura, que ya sus otros homólogos de una forma u otra habían dibujado en sus respectivas presentaciones. Su intervención comenzó con la propuesta de una pregunta: ¿Cuál fue la contribución de Rufo Caballero a la crítica de arte en Cuba? Fowler comentó a Caballero como un crítico que, a pesar de no ser especialista en cine, artes plásticas, música, filosofía o literatura, abarcaba con su saber todos los campos del conocimiento mencionados; esa era, precisamente, la cualidad que hacía especial al más prolífero de nuestros críticos.
Con esa imagen de Rufo Caballero se quedó el público que llenó el espacio de Letra Digital en la tarde del jueves, con ese hombre analítico y profundo que se hizo un video bailando con Viengsay, la directora del Ballet Nacional de Cuba, que hizo un escrito sobre sus estudios sobre la obra de Dulce María Loynaz, que hizo mucha crítica para la televisión y nadie como él descifró y puso en la cúspide al videoclip cubano; ese crítico para quien el límite siempre fue una interrogante clave y que hizo de la crítica del arte en Cuba, permeada siempre por una visión más social y amplia, la labor de su vida.
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