
El natalicio de Hans Christian Andersen, ocurrido en 1805, en Dinamarca, recuerda al escritor y poeta que consagró sus cuentos a la infancia: «La Sirenita», «El patico feo», «El Soldadito de plomo» y otros tantos ya universales.
La literatura infantil y juvenil (LIJ), no solo en Mayabeque, significa una ardua conquista cultural y social ligada a la formación de nuestra nacionalidad. En la segunda mitad del siglo XIX, junto al Romanticismo literario y las gestas por la independencia cubana, aparecen nuestras primeras letras para la infancia.
Su historia es apasionante y no termina de contarse: entre sus pioneros están, Francisco Calcagno (Güines, 1827-Barcelona, España, 1903) escribiendo pasajes de difusión científica e histórica para los pequeños; Catalina Rodríguez de Morales (Madruga, 1835-Santa Clara, 1894), con su Libro de la niña (1872) y Nieves Xenes (Quivicán, 1859-La Habana, 1915), con versos para adolescentes.
En Batabanó (1915), se publica el periódico La verdad infantil, creado por Lisandro Otero Masdeu, padre del novelista de igual nombre.
Si bien, muchas revistas locales publicaban páginas infantiles, el caudal que alimentó la imaginación infantil estuvo en la tradición oral: incontables generaciones crecieron al amparo de cuentos, décimas, adivinanzas, refranes, mitos, fábulas y testimonios. Todavía ese manantial alimenta el libro.
Félix Pita Rodríguez, Premio Nacional de Literatura (1985) es también paradigma de nuestras letras para niños con su clásico Niños de Vietnam (1974).
El desarrollo de la Revolución en lo educativo y cultural impulsó definitivamente la LIJ en Mayabeque: los talleres literarios (1970-80) formaron la primera generación literaria de la entonces Habana: entre ellos, las poetisas Felicia Hernández Lorenzo, Encarnación de Armas, Gisela Rizo y Elizabeth Álvarez, los narradores Ricardo Ortega Nápoles, Norberto Domínguez Oliva y Ricardo Alonso Venereo, los dramaturgos Oriol de la Torre y Blanca Felipe…
Nuevos autores surgían con la apertura de géneros y temas: la historia patria, el policíaco y la ciencia-ficción.
La crisis de los ´90 no detuvo la creación que logró difundirse en medios de prensa y proyectos editoriales como La Puerta de Papel (1990-1995), el periódico provincial El Habanero y las 3 emisoras radiales. También la crítica y teorización sobre la LIJ alcanzan amplitud nacional.
Las ediciones territoriales (primero Unicornio y luego Montecallado) insuflaron energía a las letras, talleres y nuevos autores: Teresa Medina Rodríguez, Joaquín Román Lafont, Iván Domínguez Hernández, Marlén Moreira Alfonso, Eliane Acosta Moreira, Lisneidy González Monsibáez, Elena Rivero Barrera, Amelia María Viciedo, entre otros.
El papel de las bibliotecas y la radio municipales en el fomento de los públicos es primordial, al igual que antología (Leyendas de Mayabeque, Gente Nueva, 2011), las agrupaciones teatrales (Tacon y Estro de Montecallado), los libros de historieta (con Dick Manresa y Juan Luis Alfonso) y el repentismo organizado por la Casa de la Décima (Güines) y Lázaro Palenzuela, que irradian un verdadero movimiento.
Pero la LIJ en Mayabeque necesita mayor respaldo en la difusión y la creación: multiplicarse con nuevas generaciones y valores que nos distinguen, será su garantía de continuidad y futuro.
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Tomado del Diario de Mayabeque
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