
Por su oferta amplia y variada, que incluye los títulos más recientes, la librería Fayad Jamís es, en su tipo, el mejor establecimiento de La Habana. Un sitio confortable, espacioso y bien iluminado que, restaurado, atrae no solo por sus bien nutridos estantes y las tertulias que propicia, sino también por su historia. En su local se editó la célebre revista El Fígaro y, con un poco de imaginación, el visitante puede rastrear allí el paso de Rubén Darío y Julián del Casal. En ese lugar se gestó, asimismo, la revista Bohemia.
Obispo era entonces, dice Federico Villoch en sus Viejas postales descoloridas, «la calle de La Habana», la vía más comercial de la ciudad. El establecimiento de la Fayad Jamís, en Obispo casi esquina a Aguiar, lo ocupaba en las décadas finales del siglo XIX y en las iniciales de la siguiente centuria, La Galería Literaria, librería que fue propiedad de José del Pozo y luego de su viuda. Fue allí donde radicó, a partir de 1885 y hasta disponer de local propio en Obispo entre Compostela y Aguacate, la revista El Fígaro. Ya en el siglo XX, ocupó el local la Casa Swan, «la tienda más moderna y amplia del estrecho boulevard» —decía la prensa—, dedicada al expendio de perfumes, artículos de regalo, bombones y revistas extranjeras. Hacia 1920, la Casa Swan hacía gala de todo su esplendor. Pero al ir decayendo poco a poco, el local pasó a ser almacén y luego se convirtió en comedor obrero hasta que fue rescatado por la Oficina del Historiador de la Ciudad y se adjudicó a la Fayad Jamís que había abierto sus puertas en 1999, en uno de los salones del Palacio del Segundo Cabo.
Esto ocurrió en el 2010, en ocasión del 80 aniversario del poeta que da nombre al establecimiento; voz imprescindible de las letras cubanas, autor de libros como «Vagabundo del alba», «La pedrada», «Por esta libertad» y «Los puentes», poemarios que antologó, en 1966, en ese libro medular que es Cuerpos. Roberto Fernández Retamar lo consideró como «uno de los poetas más importantes de nuestra generación, en el continente». Un poeta que, hecho al dolor, aprendió con coraje a cantar la alegría, y que legó un testimonio profundo de su tierra y su época. Justo es, entonces, que esta librería lleve su nombre.
Tomado de revista Correo del Libro (Año 1, no. 0, 2023)
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