El triunfo de la Revolución Cubana el 1ero de enero de 1959 daba inicio al que ha sido sin dudas uno de los sucesos culturales más relevantes del siglo XX. La transformación social que supuso el triunfo puso en su centro el acceso masivo a la cultura —voluntad manifiesta en la fundación de disímiles instituciones culturales desde el propio 59, el desarrollo de la Campaña de Alfabetización y la prioridad para garantizar una educación masiva y de calidad para todos—, con el propósito de alcanzar esa libertad y plenitud del ser humano que Martí sentía como posible solo a través de la cultura.
Este magno acontecimiento fue ampliamente celebrado desde las artes y las letras con obras que hoy, a 64 años del triunfo, retomamos a modo de celebración y homenaje.
Marcha Triunfal del Ejército Rebelde
Por Jesús Orta Ruiz, el Indio Naborí
¡Primero de Enero! Luminosamente surge la mañana. ¡Las sombras se han ido! Fulgura el lucero de la redimida bandera cubana. El aire se llena de alegres clamores. Se cruzan las almas saludos y besos, y en todas las tumbas de nobles caídos revientan las flores y cantan los huesos. Pasa un jubiloso ciclón de banderas y de brazaletes de azabache y grana. Mueve el entusiasmo balcones y aceras, grita desde el marco de cada ventana. A la luz del día se abren las prisiones y se abren los brazos, se abre la alegría como rosa roja en los corazones de madres enfermas de melancolía. Jóvenes barbudos, rebeldes diamantes con trajes olivo bajan de las lomas, y por su dulzura los héroes triunfantes parecen armadas y bravas palomas. Vienen vencedores del hambre, la bala y el frío por el ojo alerta del campesinado y el amparo abierto de cada bohío. Vienen con un triunfo de fusil y arado. Vienen con sonrisa de hermano y amigo. Vienen con fragancia de vida rural. Vienen con las armas que al ciego enemigo quitó el ideal. Vienen con el ansia del pueblo encendido. Vienen con el aire y el amanecer y, sencillamente, como el que ha cumplido un simple deber. No importa el insecto, no importa la espina, la sed consolada con parra del monte, el viento, la lluvia, la mano asesina siempre amenazando en el horizonte. ¡Solo importa Cuba! Solo importa el sueño de cambiar la suerte. ¡Oh, nuevo soldado que no arruga el ceño ni viene asombrado de tutear la muerte! Los niños lo miran pasar aguerrido y piensan, crecidos por la admiración, que ven a un rey mago, rejuvenecido, y con cinco días de anticipación. Pasa fulgurante Camilo Cienfuegos. Alumbran su rostro cien fuegos de gloria. Pasan capitanes, curtidos labriegos que vienen de arar en la Historia. Pasan las Marianas sin otras coronas que sus sacrificios; cubanas marciales, gardenias que un día se hicieron leonas al beso de doña Mariana Grajales. Con los invasores, pasa el Che Guevara, Alma de los Andes que trepó el Turquino, San Martín quemante sobre Santa Clara, Maceo del Plata, Gómez argentino. Ya entre los mambises del bravío Oriente, Sobre un mar de pueblo, resplandece un astro, ya vemos… ya vemos la cálida frente, el brazo pujante, la dulce sonrisa de Castro. Lo siguen radiantes Almeida y Raúl, Y aplauden el paso del Héroe ciudades quemadas, ciudades heridas, que serán curadas y tendrán un cielo sereno y azul. ¡Fidel, fidelísimo retoño martiano!, asombro de América, titán de la hazaña, que desde las cumbres quemó las espinas del llano, y ahora riega orquídeas, flores de montaña. Y esto que las hieles se volvieran miel, se llama… ¡Fidel! Y esto que la ortiga se hiciera clavel, se llama… ¡Fidel! Y esto que mi Patria no sea un sombrío cuartel, se llama… ¡Fidel! y esto que la bestia fuera derrotada por el bien del hombre, y esto que la sombra se volviera luz, esto tiene un nombre, solo tiene un nombre… ¡Fidel Castro Ruz
Los Héroes
Por Luis Suardíaz
Unos están por arriba de los hechos E instrumentan la historia. Otros Acometen acompasadamente los múltiples Oficios y hacen la humanidad, la masa Que nunca irá delante de lo ya expresado Y sin la cual nada sería posible. Ante las disyuntivas memorables, El héroe desabotona su camisa en público Y toma, directamente, el toro por los cuernos. Como la esposa que distribuye el orden doméstico, Él suma los engranajes de una época y bebe su agua O duerme (únicamente lo necesario) o se pone a pensar En los amigos de mucho antes, por ahora Fatigados entre la muchedumbre. Con cuántos de nosotros están hechos Estos desapacibles, estos desemejantes. Creo que fueron siempre inmortales; Pero no como los dioses de la mitología, Sino porque no se anticiparon a sí propios, Sino porque anduvieron al ritmo de sus vidas, Hasta moldear todo ese mundo Que les cupo en las manos.
Canta el sinsonte en el Turquino
Por Nicolás Guillén
… Es temprano; por eso tengo que trabajar. Es ya tarde; por eso comienza a amanecer. Va entre piedras el río… —Buenos días, Fidel. Buenos días, bandera; buenos días, escudo. Palma, enterrada flecha, buenos días. Buenos días, perfil de medalla, violento barbudo de bronce, vengativo machete en la diestra. Buenos días, mis manos, mi cuchara, mi sopa, mi taller y mi casa y mi sueño; buenos días, mi arroz, mi maíz, mis zapatos, mi ropa; buenos días, mi campo y mi libro
y mi sol y mi sangre sin dueño. Buenos días, mi patria de domingo vestida; buenos días, señor y señora; buenos días, montuno en el monte naciendo a la vida; buenos días, muchacho en la calle cantando y ardiendo en la aurora. Obrero en armas, buenos días. Buenos días, fusil. Buenos días, tractor. Azúcar, buenos días. Poetas, buenos días. Desfiles, buenos días. Consignas, buenos días. Buenos días, altas muchachas como castas cañas. Canciones, estandartes, buenos días. Buenos días, oh tierra de mis venas, apretada mazorca de puños, cascabel de victoria… El campo huele a lluvia Reciente. Una cabeza negra y una cabeza rubia juntas van por el mismo camino, coronadas por un mismo fraterno laurel. El aire es verde. Canta el sinsonte en el Turquino… —Buenos días, Fidel.
Revolución nuestra, Amor nuestro
Por roberto Fernández Retamar
El primer año, después del deslumbramiento y la certidumbre de la patria, Ya sabíamos que los fuegos apagados en la Sierra Volverían a encenderse, para que la isla se conservara Como la habíamos soñado, como la habíamos conquistado. El segundo año nos encontró con las armas en la mano, felices De poder compartir el riesgo y la gloria Que conocieran apenas ayer los hombres mejores, Los de la barba y la esperanza en medio de la noche oscura. Al tercer año estábamos enriquecidos con una gran victoria Y llenos de más letras, más armas y más decisiones. En el cuarto año, Revolución nuestra, amor nuestro, Ya hemos muerto y renacido muchas veces, Y ya sabemos del todo que eres inmortal, que eres hermosa y dura Como los astros. Mejor aún: como el pueblo Que te ha ido haciendo y que tú has ido haciendo, Revolución nuestra, amor nuestro.
Los guardianes
Por Isolina Bellas
Cabalgarán ahora, en cada rama del genealógico árbol de nuestra Historia, y así siempre, a cien, a más de cien años de combate, ahora que los machetes ancestrales velan, atentos, para siempre, el arsenal de holocaustos que engendraron esta victoria.
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