En un comentario anterior dimos cuenta de la reciente aparición del tomo I, de valor antológico, de la Revista de la Biblioteca Nacional José Martí, y aludíamos a la próxima aparición del segundo, que ya ha llegado a nuestras manos. Como el anterior, recoge textos de intelectuales cubanos de las más diversas áreas: historia en sus múltiples temáticas, literatura, etnología, bibliotecología y bibliografía, entre otras. De la primera se seleccionaron trabajos como los debidos a Francisco Pérez Guzmán («El campamento de San Pedro»); César García del Pino («Pugna entre independentistas y anexo-reformistas antes de la Revolución de Yara»; Olga Portuondo Zúñiga («Una sublevación de indios en 1758»; Eduardo Torres Cuevas («Las clases sociales en Cuba y la Revolución Martiana»; Oscar Zanetti Lecuona («La historiografía de temática social [1659-1984])»; Ana Cairo («La Revolución del 30: una aproximación historiográfica»; Ramón de Armas («Un importante y casi desconocido trabajo de Máximo Gómez»); Pedro Pablo Rodríguez («De la Enmienda Platt a los empréstitos»); Juan Jiménez Pastrana («Balance de la dominación inglesa en La Habana [1762-1763])»; y de Rafael Acosta de Arriba («En San Lorenzo están las claves»).
La literatura se vio favorecida con «La Cecilia Valdés de La Siempreviva» (Roberto Friol); «Los Diarios de Feijóo» (Carmen Suárez León); «Iluminaciones de la ciudad (sobre Sucesivas o Las coordenadas habaneras de José Lezama Lima) (Ivette Fuentes); «Traducir América: los códigos clásicos de Alejo Carpentier» (Luisa Campuzano) y «Dulce María Loynaz y la intimidad del agua rebelada» (Luis Suardíaz); mientras que en bibliografía aparece «La bibliografía cubana», de Tomás Fernández Robaina, además de un singular texto de nuestra bibliógrafa mayor, Araceli García Carranza: «Toda una biblioteca implícita en la obra de José Lezama Lima», que junto a «Veinte años entre tesoros de la Biblioteca Nacional», de Olga Vega, constituyen una especie de dúo que se complementan uno y otro. Resalta también, en la línea bibliotecológica, de Sidroc Ramos, «Las bibliotecas públicas cubanas»; en el aspecto jurídico, de Luis Felipe Le Roy y Gálvez, su texto «Aspecto jurídico del 27 de noviembre»; y en temas de valor etnográfico «El monto de la inmigración forzada en el siglo XIX», de Juan Pérez de la Riva, «Los cimarrones en el Caribe», de José Luciano Franco, y «Pendientes aborígenes cubanos», de Manuel Rivero de la Calle.
«La imprenta en la República: rasgos y cifras», de Ambrosio Fornet, complemente en alguna medida su invaluable El libro en Cuba. Siglos XVIII y XIX (1992), ahora con una mirada a etapa más reciente, mientras que en «Génesis histórica de la cultura científica cubana», el médico e historiador José López Sánchez repasa hechos de esa naturaleza ocurridos en la Isla en determinado espacio de tiempo.
«La Revista de la Biblioteca Nacional José Martí es una enciclopedia de la cultura cubana», ha dicho Araceli García Carranza. En efecto, con estos dos números antológicos publicados con motivo de los 120 años de la fundación de la biblioteca —podrían publicarse varios más— se reafirma esta apreciación, pues desde su inicio en 1909 ha venido batallando en grande por la cultura cubana en sus más amplias aristas, a pesar de haber enfrentado dificultades que parecían insalvables. Solo con la persistencia de sus directores, donde figuran nombres tan notables como María Teresa Freyre de Andrade, Cintio Vitier, Renée Méndez Capote, Juan Pérez de la Riva, Julio Le Riverend Brusone, Sidroc Ramos y Luis Suardíaz; y más recientemente Elíades Acosta, Eduardo Torres Cuevas y Rafael Acosta de Arriba, esta publicación ha saltado barreras al parecer infranqueables, las que continuará enfrentando y salvando gracias al tesón de quienes tienen la responsabilidad de llevarla adelante.
En la actualidad la revista ha logrado mantenerse actualizada en su periodicidad, algo impensable en los difíciles días que corren, mientras que la institución auspiciadora, la Biblioteca Nacional José Martí, ha entrado en una etapa de plena ebullición cultural que hace de ella un centro que, además de cumplir con sus funciones puntuales, amplía su marco de acción hacia todo el rico universo actuante en un entorno artístico-literario variado y, a la vez, múltiple, ahora bajo la dirección de Omar Valiño, estudioso de nuestro teatro, y cuya vocación como promotor cultural honra a diario.
La Revista de la Biblioteca Nacional José Martí no está de fiesta sola. Está de plácemes la cultura cubana.
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