1.Los cuernos del Moisés de Miguel Ángel Buonaroti.
Durante el Gótico tardío, y hasta bien entrado el Renacimiento, los artistas cristianos dibujaron y esculpieron a Moisés con dos cuernos en la cabeza. De suerte que se daba por hecho que a Moisés se le representaba con 2 cuernos. Y todo debido a un error de quien, paradójicamente, está considerado el patrón de los traductores: San Jerónimo. Su traducción al latín de las versiones en griego y hebreo de la Biblia –la Vulgata– era el texto oficial de la iglesia católica, oficializa una falsedad. La expresión hebrea kerenor, que se refiere al estado resplandeciente del rostro de Moisés, fue traducida equivocadamente como «cuernos». No tenía sentido, pero ¿quién va a dudar de un texto sagrado? Miguel Ángel no hizo sino representarlo como siempre había pensado que sería el aspecto físico de su personaje, pero los 2 cuernos de su inmortal obra se debena un error de traducción.
2.Los canali de Marte.
En 1877, el astrónomo italiano Giovanni Schiaparelli realizó una de las primeras descripciones de la superficie de Marte. El entonces director del observatorio de Brera, en Milán, llamó «mar» y «continente» a las zonas oscuras y claras en la superficie de Marte según el mapa que lo inspirabadonde también creyó identificar una serie de canali (canales). Sus observaciones suscitaron el interés de sus colegas y entre 1894 y 1895 se describieron cientos de canalicomo construcciones al punto de hacer surgir en las siguientes dos décadas la teoría de la existencia de vida inteligente en Marte y de publicarse un libro sobre el tema. En 1908, el astrónomo norteamericano Percival Lowell observando Marte desde el Lowell Observatory, revisó el trabajo de Schiaparelli y llegó a la conclusión de que los canales habían sido construidos por «ingenieros marcianos» para llevar el agua, que escaseaba en la superficie del planeta, desde los casquetes polares hasta las regiones desérticas. Esta afirmación fue la tapa al pomo que hizo prosperar la idea sobre las posibilidades reales devida en Marte pese a que se debía a un error de traducción. Schiaparelli nunca pensó que sus canali fueran construcciones. En realidad él había empleado la palabra italiana para referirsea accidentes geográficosnaturales como son las gargantas o los cañones.
3.La firma del tratado de Waitangi
En ocasiones los errores de traducción no son inintencionados, en otras responden a los intereses de quienes pretenden cambiar el significado real de algo. En este último grupo se encuadra el Tratado de Waitangi, que firmaron los maoríes de Nueva Zelanda en 1840 y supuso, de facto, la transformación de la isla en una colonia británica. Británicos y maoríes firmaron dos versiones del tratado, una en inglés y otra en maorí. Ambas copias son parecidas, excepto en la formulación de lo que realmente importaba. La versión maorí dice que los nativos aceptaban la presencia de los británicos a costa de la protección permanente por parte de la corona. La versión británica dice que los maoríes se someten a la corona a cambio de la protección británica. ¿Truco o trato?
4.La amenaza deNikita Khrushchev.
En 1956, en pleno apogeo de la Guerra Fría, el líder soviético pronunció un discurso en la embajada polaca de Moscú, durante un banquete en el que estaban presentes numerosos embajadores occidentales. Los asistentes se quedaron de piedra cuando el líder comunista dijo: «Os guste o no, la historia está de nuestro lado. ¡Os enterraremos!» En plena carrera armamentística la prensa occidental interpretó sus palabras como una amenaza directa, pero los soviéticos se apresuraron a explicar que todo había sido un malentendido. La frase de Khrushchev se había sacado de contexto. En realidad, se trataba de una referencia al Manifiesto Comunista en el que Marx asegura que la burguesía produce sus propios enterradores. La traducción correcta de su discurso –que no siempre debe ser literal– debería haber sido algo así como «os guste o no, la historia está de nuestro lado. «Viviremos para ver como os entierran». No es que sea la frase más amigable del mundo, pero se trataba de una proclama ideológica, no de una amenaza. Matices de la traducción.
5. La palabra que hizo estallar la bomba atómica.
El 26 de julio de 1945, durante la II Guerra Mundial las potencias aliadas publicaron la declaración de Potsdam, que trataba los términos de la rendición del imperio japonés y aseguraba que, si no se entregaba, se enfrentaría a una «pronta y total destrucción». La declaración era un ultimátum en toda la regla. El primer ministro japonés, Kantaro Suzuki, convocó una rueda de prensa y dijo una frase que equivalía a: «Sin comentarios. Seguimos pensándolo». El problema es que eso no fue lo que entendieron los aliados. Suzuki cometió el error de usar la palabra mokusatsu que puede significar «sin comentarios», pero también «lo ignoramos y lo despreciamos». Solo 10 días después de aquella rueda de prensa, el presidente norteamericano Harry S. Truman reveló al mundo –en Hiroshima- lo que significaba «pronta y total destrucción». Nunca sabremos si una traducción correcta habría cambiado en algo las cosas.
6. El deseo «carnal» de Jimmy Carter.
Cuando el presidente estadounidense Jimmy Carter viajó a Polonia, en 1977, el Departamento de Estado contrató a un traductor ruso que sabía polaco, pero nunca había interpretado profesionalmente el lenguaje diplomático. Como se sabe, en aquella época, Polonia pertenecía al bloque de países llamados del Este y el presidente Carter que sabía cómo atraer la atención de las masas trató de ganarse al pueblo con un discurso occidental amistoso. Pero al traductor queriendo destacarse «se le fue por completo la olla». Carter comenzó diciendo, «salí de los Estados Unidos esta mañana», y el traductor dijo «he dejado Estados Unidos para no volver». Cuando el presidente dijo «he venido para entender vuestros deseos», la traducción polaca insinuaba que Carter deseaba «sexualmente» a los polacos en vez de desearles un buen futuro. Incluso una inocente frase sobre lo feliz que le hacía estar en Polonia se convirtió en «estar feliz de ver las partes privadas de Polonia». Fue un verdadero desastre aunque el traductor se ganó un lugar en la Historia.
La delegación contrató apresuradamente a otro mediador. Este sabía bien polaco, pero no inglés, así que volvió a hacerlo mal, ysegún la revista norteamericana Times lo sucedido no resultó gracioso para ninguna de las partes y contribuyó grandemente al enfriamiento de las relaciones entre la URSS y los Estados Unidos. Hubo que echar mano a altísimas dosis de diplomacia para controlar la trascendencia del incidente, y admitir que aquellos traductores fueronpor lo pronto, unos incapaces.
7. Una palabra mal traducida que costó 71 millones de dólares y una vida humana.
En 1978, Willie Ramírez, de ascendencia latina fue ingresado en un hospital de la Florida. El paciente se encontraba muy grave, pero su familia tenía dificultades para explicar a los doctores lo que le ocurría porque no sabía hablar inglés. A la pregunta de rigor ¿Qué le pasa? Le dijeron a los médicos que creían que Ramírez sufría una intoxicación alimentaria, y el personal paramédico del hospital –supuestamente bilingüe– tradujo en la historia clínica del registro que procedió a la admisión del enfermo el término «intoxicado» por intoxicate, que en inglés se usa tan solo para personas que se han drogado o han tomado demasiado alcohol. Si bien los familiares de Ramírez pensaban en verdad que este sufría una gastroenteritis en realidad tenía una hemorragia intracerebral. Pero los doctores, que leyeron en la historia que el paciente estaba sufriendo una sobredosis, erraron por completo el tratamiento sin darse tiempo para hacer otras comprobaciones. Debido a esta negligencia que fue muy divulgada en los media, provocada por un error de traducción, Ramírez quedó tetrapléjico y el hospital tuvo que pagar una indemnización de 71 millones de dólares. ¡Mucho ojo, queridísimos colegas (plural inclusivo)¡¡¡¡ Según la BBC Culture se estima que hay unos 7,000 idiomas diferentes en el mundo que dan testimonio de la increíble capacidad humana para comunicarse aunque el 90% de ellos lo hablan menos de 100.000 personas pues por las evaluaciones de la Unesco, 2,500 están además en peligro de extinción. Tales datos también permiten calibrar el enorme potencial latente de la incomunicación.Si los números no mienten ¿qué porciento alcanza un mensaje expresado por los hablantes del «idioma nuestro de cada día» de ser entendido por el resto?
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